Chateando sobre Ludwig van Beethoven con el erudito Samuel Maynez Champion, me decía él, un día de estos, que recuerda la importante presencia que tiene en la literatura contemporánea el Cuarteto para cuerdas No. 16 en Fa Mayor Opus 135 -llamado “Una decisión de peso”, o igualmente conocido como “La difícil decisión”- del gran compositor.

Tal y como se cita esta obra densa y fundamental, se convierte en columna de la novela “La insoportable levedad del ser”, de Milán Kundera.

Es este solo un caso de la reiterada presencia que ha tenido Beethoven en la narrativa de todas las culturas. Recordemos La sonata a Kreutzer, de Tolstoi. También Las Memorias, de Ana Frank, o La naranja mecánica, tanto la novela de Anthony Burgess como la película dirigida por Stanley Kubrik. (Y también lo comentaremos, en una próxima ocasión, en la literatura japonesa de este siglo XXI, tal y como se lee en la novela Kafka en la orilla, de Haruki Murakami).

En efecto, más que una alusión “en passant”, en la novela del checo, el denso Cuarteto No. 16 enmarca una reflexión de Kundera sobre el tema de fondo de su mencionada narrativa: “Der schwer gefasste Entschluss” (“una decisión de peso”), como escribió el propio Beethoven, de su puño y letra, en los márgenes del manuscrito.

Y sobre esas palabras puestas en una secuencia para clarificar la trama de las figuras humanas, a contraluz, aparecen unos y otros protagonistas. Es y somos la gente a la que le ha tocado vivir en plena Guerra Fría. De te fabula narratur.

Volvamos de nuevo a las líneas de la novela que se amparan en el Cuarteto Opus 16: “A diferencia de Parmenides, para Beethoven el peso era evidentemente positivo”. Y explica más adelante Kundera que, con este escrito así emborronado, salido del propio Beethoven, se remarca la convicción de que el peso, la necesidad y el valor son tres conceptos internamente unidos, convicción que hoy compartimos todos:

“la grandeza del hombre consiste en que carga con su destino como Atlas cargaba con la esfera celeste a sus espaldas. El héroe de Beethoven es un levantador de pesos metafísicos”. Y ahí suenan y resuenan las cuerdas del cuarteto.

Pero no todo es tan fácil porque la lección que deja la novela es que la tremenda levedad del ser, para los que vivimos, radica en que nos clava con peso en la fugacidad del ser.

Muss es sein? (Tiene que ser?)

Es muss sein! (Tiene que ser!)

Es muss sein! (Tiene que ser!)

Beethoven -detalla el escritor- encabezó toda la frase final con las siguientes palabras:

Der schwer gefasste Entschluss

(Una decisión de peso)

Y por eso el textito beethoveniano entra en la interpretación de la narrativa con una función remitente. Es el vehículo del que se vale Kundera para dejar patente la presencia de la gran música en la literatura. Igualmente, para llevar al lector in fabula a establecer una comunicación con lo inefable para devolverlo a una comunión unitiva con el mundo.

Repasemos si no ese fragmento del diálogo entre Tomas y una somnolienta Teresa:

- Qué miras?

- Miro las estrellas.

- No mientas, no miras las estrellas. Estas mirando hacia abajo.

- Porque estamos en un avión. Las estrellas están por debajo de nosotros.

- Ah, en un avión.

La música es para Franz, como se llama uno de los personajes kunderianos, una liberación: “abre en su cuerpo una puerta por la que su alma entra al mundo para hermanarse”.

De esta tesitura pero “in contrario”, el drama humano que vive Europa en los años sesenta del siglo XX se universaliza por medio del deterioro musical. “En el extranjero comprobó que la transformación de la música en ruido es un proceso planetario, mediante el cual la humanidad entra en la fase histórica de la fealdad total”.

Tenemos entonces que se le presenta a los caracteres de La insoportable levedad del ser ... la alternativa, o la opción del cruce de caminos.