El mito nuevo de la mujer
Por Raúl Henao

La condición enigmática de la mujer y su liberación definitiva del marco de la sociedad patriarcal con su ideología regresiva y represiva, es quizás el único mito relevante que sobrevive a comienzos del presente milenio.

Ese imperativo categórico e impostergable, constituye en la actualidad – y más que en la Edad Media- una auténtica “búsqueda del Grial” emprendida por la caballería secreta de nuestro tiempo.”¿Qué es lo que más desea en el mundo una mujer? –la soberanía y el poder sobre el hombre nos ha dejado consignado una vieja leyenda del ciclo artúrico, recreada por Heinrich Zimmer, exegeta insuperable del pensamiento mítico y simbólico en su libro magistral El Rey y el Cadáver ( Ediciones Marymar. Buenos Aires.1977 )

Enasor Searon

De nada valdrá que desde la antigüedad y contrariando este designio, el autor del Apocalipsis cristiano haya querido abolir junto con la mujer al mismo mar…Para proponernos a cambio una aséptica, emasculada comunidad de santos y vírgenes preternaturales, retirados del mundo temporal y visible. O que un escritor contestatario, el norteamericano William S. Burroughs,  refugiado infortunadamente en la misoginia proclame que a la mujer habría que cortarle el cuello como hacen con los pollos desplumados en las granjas avícolas. O que, por su parte,  Julius Évola, “la eminencia gris de Mussolini” uno de los pocos magos o “iniciados” modernos significativos, le niegue –dictamen compartido por la jerarquía católica- toda preeminencia espiritual y sacerdotal, rebajándola a un irrisorio subdiaconado, a una canonjía menor, puramente virtual y contemplativa. 

Pese a lo anterior, decíamos, nosotros pretendemos, sobrepasando cierta postmodernidad confusa y deleznable y más allá de las reivindicaciones y conquistas materiales, restituirle todos sus poderes encantatorios de poetisa y musa, tal como fuera celebrada otrora por los trovadores provenzales o los poetas del surrealismo, para los que Ella (y ellas) constituye el único mito redivivo, capaz de “cambiar la vida, transformar el mundo”, por lo menos en tanto su lucero refulgente hoy como ayer, luzca inextinto en el horizonte de la mañana y la tarde.

Es cierto que la ideología patriarcal tampoco ha querido conceder a la mujer gratuita o impunemente el título de poeta, que aunque denigrado y revaluado, conserva aún en sociedades mercantiles como la nuestra, cierto prestigio supérstite, de orden mágico… A no ser que vaya precedido de esa aureola trágica que acompaña a tantas poetisas del pasado, tal vez las más altas entre todas: de ahí el temor a la “mala suerte” de Olga Orozco por ejemplo que la persigue en vida,  al punto de impedirle abandonar el noveno piso de su apartamento en Arenales, Buenos Aires, donde se confina los últimos años de su periplo terrestre.

En fin, ese enigma irresoluble que representa toda mujer para el hombre y hasta para sí misma -“esfinges sin secreto” las llamará Oscar Wilde, en un alarde de genio hemofílico-  justifica que se les interrogue como a las antiguas sibilas y profetisas, con el convencimiento inalterable en lo clarividente de sus palabras y pensamientos, mucho más si vienen formulados en el lenguaje edénico, paradisíaco de la poesía: quintaesencia del vivir cotidiano. 

CODA

A comienzos del siglo pasado, los poetas surrealistas, conocedores de la fuerza gravitacional y el enorme poder de las imágenes míticas sobre las sociedades humanas, creyeron encontrar en la revolución socialista ese “mito nuevo” que cambiaría el curso tortuoso de la historia revistiéndolo de un sentido plenamente humano. Los procesos de Moscú, el pacto Hitler-Stalin, el aplastamiento de la Primavera de Praga y la rebelión húngara, el suicidio de Maiakovsky, el asesinato de Trotsky  y el triunfo definitivo de la burocracia estaliniana,  decepcionaron a sus más lúcidos integrantes. Breton adicto a las “mesas parlantes” y al fenómeno espiritista, creyó por un momento volverlo a encontrar en los “Grandes Transparentes” del  tercer manifiesto surrealista, pero dicho mito no encontró una audiencia apreciable entre los demás miembros del grupo ni en el entorno social del momento. Quedaban indemnes el amor y la mujer…El arcano 17 del tarot, la estrella flamígera que reúne en el brillo de una llama doble, la poesía y la libertad.

Podríamos extendernos indefinidamente sobre el alcance y resplandor ilimitado de este mito , pero en las líneas precedentes solo intentábamos armarnos de valor (el valor que debe tener todo antólogo) para presentar a los lectores una selección mínima de nueve poetas o poetisas,  argentinas y colombianas, que ilustran a plenitud el tema perenne -más que nuevo- de lo Eterno Femenino: “lo eterno femenino nos atrae a las alturas” (J.W. Goethe).

9 Poetas argentinas y colombianas

 

L´obscurite des eaux    

 

Escucho resonar el agua que cae en mi sueño

las palabras caen como el agua yo caigo. Dibujo en

mis ojos la forma de mis ojos. Nado en mis aguas,

me digo mis silencios. Toda la noche espero que mi

lenguaje logre configurarme. Y pienso en el viento

que viene a mí, permanece en mí. Toda la noche he

caminado bajo la lluvia desconocida. A mí me han

dado un silencio pleno de formas y visiones (dices).

Y corres desolada como el único pájaro en el viento.

 

Para Janis Joplin (Fragmento)

 

A cantar dulce y a morirse luego

no:

a ladrar

 

así como duerme la gitana de Rousseau.

así cantas, más las lecciones de terror.

 

hay que llorar hasta romperse

para crear o decir una pequeña canción,

gritar tanto para cubrir los agujeros de la ausencia

eso hiciste vos, eso yo.

me pregunto si eso no aumentó el error.

 

hiciste bien en morir.

por eso te hablo,

por eso me confío a una niña monstruo.

 

Alejandra Pizarnik:

(Buenos Aires, Argentina 1936-1972)  Estudió letras y filosofía y luego se dedicó a la pintura bajo la dirección de Juan Batlle Planas, Residió cuatro años en París donde integró el comité de redacción de la revista francesa Les Lettres Nouvelles. Libros publicados: La última inocencia (1956), Las aventuras perdidas (1958), Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de la locura (1968), El infierno musical (1971) La condesa sangrienta (1971).  Obras póstumas:  El deseo de la palabra (1975), Textos de sombra (1982)

 

La mala suerte

 

Alguien marcó en mis manos,

tal vez hasta en la sombra de mis manos

el signo avieso de los elegidos por los sicarios de la desventura

Su tienda es mi morada

Envuelta estoy en la sombría lona de unas alas que caen y que

                                                                                   caen

Llevando la distancia donde quiera que vaya

sin acertar jamás con ningún paraíso a la medida de mis tentaciones

con ningún episodio que se asemeje a mi aventura.

Nada. Antros donde no cabe ni siquiera el perfume de la perduración,

encierros atestados de mariposas negras, de cuervos y de anguilas,

agujeros por los que se evapora la luz del universo.

Faltan siempre peldaños para llegar y siempre sobran emboscadas y

                                                                                      ausencias

No, no es un guante de seda este destino.

No se adapta al relieve de mis huesos ni a la temperatura de mi piel,

y nada valen trampas ni exorcismos,

ni las maquinaciones del azar ni las jugadas del empeño.

No hay apuesta posible para mí.

Mi lugar esta enfrente del sol que se desvía o de la isla que se aleja

¿No huye acaso el piso con mis precarios bienes?

¿No se transforma en lobo cualquier puerta?

¿No vuelan en bandadas azules mis amigos y no se trueca en carbón

                                                                           el oro que yo toco?

¿Qué más puedo esperar de estos prodigios?

Cuando arrojo mis redes no recojo más que vasijas rotas,

perros muertos, asombrosos desechos

igual que el pobrecito pescador al comenzar la noche fantástica

                                                                         del cuento.

Pero no hay desenlaces con aplausos y palmas para mí

¿No era heroico perder? ¿No era intenso el peligro? ¿No era bella

                                                                          la arena?

Entre mi amado y yo siempre hubo una espada;

justo en medio de la pasión el filo helado, el fulgor venenoso

que anunciaba traiciones y alumbraba la herida en el final de la

                                                                            novela

Arena, sólo arena en el fondo de todos los ojos que me vieron.

¿Y ahora con que lágrimas sazonaré mi sal,

con que fuego de fiebres consteladas encenderé mi vino?

Si el bien perdido es lo ganado, mis posesiones son incalculables.

Pero cada posible desdicha es como un vértigo,

una provocación que la insaciable realidad acepta, más tarde

                                                                           o más temprano

Más tarde o más temprano,

estoy aquí para que mi temor se cumpla.

 

Olga Orozco:  

(Santa rosa de Toay.  Argentina, 1922.  Buenos Aires,1.999).  Una de las grandes poetas latinoamericanas del siglo XX.  Algunos de sus libros publicados: Desde Lejos (1946).

Las muertes (1952).  Los juegos peligrosos (1962)  La oscuridad es otro sol (Relatos.1967) Museo Salvaje (1975)  Cantos a Berenice (1977)  Mutaciones de la realidad (1979) Tan sólo por estar (1983).  

Réquiem

 

¿Quién puede llamarse mi amigo?

¿A quien puedo llamar amigo?

En esta ciudad tan querida

nadie llora por mí;

el miedo me acosa desde el momento en que despierto;

un miedo que comenzó con mi nacimiento,

con las primeras violencias con las primeras prohibiciones.

Odie a las maestras que me enseñaron a leer y escribir

con el mismo gesto displicente con que a los niños pobres

se les da un juguete viejo en la noche de reyes;

como si ello fuera parte de una condena,

con la furia reprimida;

odie a mi maestra de sexto grado hasta el punto de desearle la muerte.

 

Odie las instituciones que aprisionaron mi cuerpo

y me negaban los derechos del sexo

odié a los poderosos ante los cuales se humillaban mis padres

odié a mis padres por humillarse ante ellos

pero disimulé mis odios como pude

porque esas buenas gentes me hubieran conducido sin piedad a la horca

 

Me tragué la desesperación y las ofensas

soporté que a los quince años me vistieran con una mortaja-

Después salí al mundo por mis propios medios

desollada, dispuesta a mentir, a engañar, a destruir y a destruirme.

Yo ya había sido juzgada y condenada por las fuerzas del orden

Pero no conocía la sentencia.

Viví muchos años en esa ignorancia.

A veces me sumergía en un pozo sin luz

y caminaba tanteando las paredes.

 

Buscaba la locura como una liberación,

buscaba el sueño como algunos suicidas buscan la muerte.

Fui feliz y desdichada alternativamente

feliz cuando en las sombras una mano cálida apretaba la mía

desdichada cuando perdida toda esperanza supe que jamás podría matarme,

y que debería aprender a soportar mis fracasos

de cualquier manera, para siempre.  

 

 

Carmen Bruna

 

Poeta argentina nacida en Quilmes, Provincia de Buenos Aires, en 1928. Colaboró con el grupo Poesía Buenos Aires, la revista Clepsidra y formó parte de las actividades del grupo surrealista argentino Signo Ascendente,  junto a Silvia Guiard y Alberto Arias entre otros. Ha publicado: Bodas (1980), Morgana o el Espejismo (1983),  La Diosa de las Trece Serpientes (1986),  Lilith (1987),  La Luna Negra de Lilith (1992),  Melusina o la Búsqueda del Amor Extraviado (1993) y  Antología de la Poesía Cósmica, Tanática y Alucinógena de Carmen Bruna (2004).

 

La devoración

 

   Insensato no te detengas en mi fragilidad, cuyo vaho de cenizas

ha remontado tardes de colmenas

 

   No pruebes ese caldo de sueños, que registran lunas fundadoras

de un azufre sediento  De violetas desmenuzadas por el choque

del río sobre las piedras de la muerte

 

   No levantes un castillo en mi sangre, que es apenas palabras

de seducción como brasas ardientes y encendidas coronas

en el mar

 

   No desafíes al espejo en su postrera imagen  Gestos para el delito

Hoteles de lujuria en paneles crecientes  Criaturas que se esfuman,

que diluyen su corazón con los juglares del edén,  para tocar

las manos de la nada

 

   Principio y fin en tentaciones de la soledad  Con sus cadáveres

rodeados de mariposas  De aventureros enemistados con la

barbarie de la sombra

 

   Entregaré a la maga sus collares vibrantes  Cuerpos enguantados

de licor, a los placeres de palacio  Bocas a las bocas sin salvación

por los confines escurridizos más desiertos.

 

   Fiel a la demencia

Y a las insobornables ruedas del destino.

 

Maria Meleck Vivanco:

(Córdoba ,Argentina, 1931) Becada, representó a la poesía de su país en el  “3er. Congreso Latinoamericano de Mujeres Escritoras” en la Universidad de Ottawa (Canadá). Fue invitada al

Congreso Internacional del Surrealismo en el 3er. Milenio” Roma, Italia,1999.

Algunos de sus Libros publicados: Hemisferio de la Rosa. Buenos Aires, 1973. Los Infiernos Solares. Buenos Aires. 1988. Balanza de Ceremonias. Buenos Aires, 1992. Canciones para Ruanda. Buenos Aires, 1998.  Su poesía ha sido traducida parcialmente al italiano y al portugués.   

 

Rotaciones (V) 

 

Aún más abajo, más abajo –dice la voz urgente de la sombra

Aún más abajo, más abajo, arráncate los ojos si es preciso

Y noquea tu sombra, desactiva tu espejo, raspa tus huesos

Con tu risa sorda.

¿Qué escarabajo extraño nos incita al crimen? ¿Qué zumbido

morboso nos zambulle en la noche? Las obsesiones son las

bellas sirenas de ojos como faros, de rutilantes labios que re-

piten incesantemente una misma señal. Y la inutilidad del

canto es lo más bello, lo más provocador, lo que nos llama.

Un dedo se extasía en contemplarse. Ese dedo está enfermo

Y su morbidez es soberana. La inutilidad, precioso anillo que

Da vuelta mundos. Alza su copa de ocios Salomé sobre la fiesta

Lenta y pesada de los cuerpos bañados en aceite. Alza su voz

de pájaros en celo, su licor de perfumes que entierran la memo-

ria en los espesos bosques de la danza. Lanza su risa arisca

sobre un mundo de huesos penitentes que eran cansadamente

una tierra despellejada y seca. Lanza su canto agudo como un

clítoris rojo, órgano de la inutilidad exasperada, que degüella en

su espasmo final toda la maloliente pesadumbre del mundo.

Dame tu lengua roja, la ociosidad salvaje de tu barba para que

entierre en ella  la memoria de los mundos vividos. Dame el pelaje

suavemente oscuro de tu pecho para que desentierre  la memoria

de una vida de enormes animales dormidos en la playa , para que

desentierre la pereza de las vegetaciones gigantescas entre plega-

miento y plegamiento. Dame el prehistórico reptil de un solo ojo

para que recupere, hipnotizada, el terror y la fascinación de la

primera virgen violada por el dios.  

 

Silvia Guiar:

(Argentina, 1957)  Poeta, docente, bibliotecaria escolar,  traductora.  La más importante poeta argentina viva de impronta surrrealista .

Obras publicadas con el seudónimo Silvia Grénier: Salomé o la búsqueda del cuerpo (1982)  Los banquetes errantes: diario de viajes (1985), en ediciones Signo Ascendente.

Sin seudónimo: Quebrada  (ediciones Tsé-Tsé, Buenos Aires, 1998) En el reino blanco (Tsé-Tsé, 2006) “Tierra Adentro” (ensayo), publicado en Madrid en la revista Salamandra 15/16, 2005-2006.

 

Venganza

 

Quieres borrar con el sopor del vino

la hiel de olvido que dejé en tu boca,

y eres la polvareda en mi camino

y yo soy en tus vértigos la roca.

 

Es inútil que sigas mi destino

con el sarcasmo que tu pie provoca.

Yo fui para tu orgullo el torbellino

Y tú la inundación que se desboca.

 

Por eso para ahogar tus ambiciones,

te azotaré con risa en mis canciones,

y como esclavo te unciré a mis huellas.

 

Mientras que cien pupilas de mujeres

te ofrecerán en lúbricos  placeres

mi propia imagen deformada en ellas.  

 

Laura Victoria:

(Colombia, Boyacá 1904). Vivió gran parte de su vida en México donde murió en el 2004 faltándole unos pocos meses para cumplir los cien años. Hasta 1938 fue una destacada poetisa de temática  erótico-amorosa, pero a partir de ese año, sumida en una crisis mística, se silencia y no vuelve a escribir sino 22 años después. Entre sus libros publicados figuran:   Llamas azules (1933) Cráter sellado (1938) Cuando florece el llanto (1960) Viaje a Jerusalén (1985) Crepúsculo (1989) Itinerario del recuerdo (1998).  

 

El vampiro esperado

 

            A  Ghérasim Luca

 

Hay otras dimensiones

en el insomnio

Una palabra se esconde

para ser buscada

y ahuyentar el sueño,

un suceso coincide

con la perturbada luna.

Sobre los escombros del jardín

sueño una cita con mi amor

         o con la muerte.

Césped, mirtos, punzones extraños.

Me visto con el traje desnudo de mi piel

          -ojos vidriosos-

          -brazos abiertos-

no me atrevo a mirar,  pero mi piel mira.

Bajo el estanque amarillo de la luna

antaño hubo un encuentro

-una doncella en su castillo

rodeada de alas que habitan en los bosques

pensaba en Byron

y se dejaba amar por un caballero

cubierto de siglos-

Sombras obstinadas acechan la inquebrantable noche.

Resulta difícil…

luego es tan fácil

precipitarse entre los brazos

fijos y abiertos de la nada

y hechizarse y reencarnar

en el tiempo contenido de su terca sangre,

mientras chirriantes sonidos de carros

avanzan hacia la ciudad dorada.

Dejarse succionar, avasallar,  

 

dejarse arrastrar

hacia la eternidad

palpar la silueta silenciosa

el mortífero sudor de su frente

y el ansia desesperada de amar y ser amado

obstinado hombrecito

jadeante y esplendoroso monstruo

nebulosa criatura ávida de rojo estupor

y negra paz

archipiélago, mar ciego, murciélago

lago denso donde se delira

con los más tenebrosos espejismos

¡Yo te espero!

la felicidad se aspira como un olor

de habitación enmohecida cuidadosamente

por el gesto anómalo de tu boca

por la inconfesable intención de tu deseo

por la avalancha de pensamientos que sacuden

 tu cerebro poseído.

Turbado y cerrado el espacio contiene

la noche rígida

la polilla que premedita la destrucción.

Vestida con mi desnudez

tatuada de espera

diviso la mesa

donde una llama fluye compasiva

y en un libro se corroe una leyenda

Continúa tu eternidad maquínica

En la geometría de mi abismo

 

Déjame buscar lo absoluto en tu centro

             Intemporal         circular

                            y oscuro.

 

Orietta Lozano:  

(Cali, Colombia.1956 ) Quizás la más lograda de las  poetas colombianas posteriores al nadaísmo.

Entre sus libros figuran: Fuego secreto (1980)  Memoria de los espejos (1983)

 El vampiro esperado (1986)  

 

Alondra en el silencio 

 

                    -Alondra

 

Tuve que sacarte halarte botarte a la orilla

 

El amor es un cuento de hadas que inventamos las sirenas

aunque paguemos el pecado con alas de fuego

 

Si Ícaro se quemó por mirar al sol de frente

Yo me sumerjo

Para encarar la verdadera muerte.

 

                          Respira

usa el aire que conozco

Huye de mi humedad

Antes de que te atrape esta necesidad

De tener agallas.  

 

                     -El Silencio  

 

Después de lo que ha pasado

(como en la canción de Tite Curet )

        el amor se convierte

       en una muerte contínua

muy parecida a un guaguancó

        donde el adiós acecha

            en cada esquina.

 

Mónica Gontovnik::

(Barranquilla, Colombia 1951). Poeta y bailarina. Ha publicado los siguientes libros:

Ojos de ternera (1979). La cicatriz en el ojo (1980). Y tirada temblando miraré el relámpago (1982) Objeto de Deseo (1992)  Flor de agua (1993)  Pandora parrandera (2.000)

 

Primero un  pie

después el otro

después ninguno

 

¿A qué allegarse?

Todo lugar

Puede ser el no lugar,

Toda certeza

Ninguna certeza.

 

Caminar, caminar, caminar,

como si nunca nadie

hubiese caminado.

 

Primero un pie

después el otro

después ninguno…

Falto a mis pies

Y me aferro a la noche,

Bastón ciego, silla giratoria, blanco.

 

Caminar, caminar, caminar.

 

El viaje reinventa las piedras

El viaje nos reinventa para las piedras.

 

Primero un pie

Después el otro…

 

Fascinación de lo siempre inconcluso.  

 

                                                          Bajo los cuervos las sombras

                                                          recorren el camino sin tocarlo

                                                                          Alberto Blanco.

Busco el lugar de la herida

el dardo que se incrusta

como tiempo

en las paredes.

 

Busco entre los rostros

aquel que resuma nombres,

gestos,

la mueca exacta

de la realidad.

 

El cuerpo se abre paso

entre el cuchillo;

la sangre guarda el secreto

de su noche vastísima

 

¿Quién reconstruye la pérdida,

quién el mundo atravesado

Por su propia lanza?

 

¿Quién permanece aún

como puerto firme

a pesar del naufragio?

 

¿Quién con los ojos abiertos?

 

Lucia Estrada:

(Medellín, Colombia, 1980). Joven y talentosa poeta de las últimas promociones literarias de su país.

Ha publicado los siguientes libros:  Fuegos  Nocturnos (1997),  La noche líquida (2.000),

Maiastra (2002)  El ojo de Circe ( Universidad Externado de Colombia, 2008) 

Raúl Henao

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