Cambiantes ideas del espacio que inquietan la serena inteligencia del sol.
 

Blancos aleros viajadores,
Portadores de sombra escurridiza

Que por lomas y cañadas se desliza

En galopes voladores.

Creadas por la tierra, arreadas por la brisa que es su voluntad,

desmigajadas por el sol que interceptan pasajeramente .

En destino

Peregrino,
Van migrando

Un viaje blando.

Mensajeras de tormenta o de bonanza que ignoran su mensaje como un rumbo.

Ya compactas se amontonan

O flojas se desparraman,
O de oscuridad se enconan
Y derraman
Largas lluvias limosneras

En sedientas sementeras.

Cuando amanece, quisieran significarnos la buena intención del día.

En la quietud mañanera

Requintadas a lo lejos,
Nos repiten por reflejo

Un vigor de luz primera.

El pampero suele fruncirlas como un ceño y la tormenta

de tierra las arranca en pedazos o las enrolla sobre si mismas en brutal empuje.

De palidez se empenachan
Y al ras del suelo se agachan,
Pareciendo

Una idea de desvelo

Que pavorosa del cielo

Viene huyendo.

La oscuridad las aleja y la luna que resume la noche en una idea fija, las desbanda.

Color de plata, prestada

Por la luz anacarada,
Van paseando luna en noche

Como un bebito en su coche.

A fuerza de ser impersonales traicionan a quien las

domina y nos hablan de otro por influencia.

Son sombra en el mediodía,
En el otoño amenaza,
En la madrugada brasa,
En el verano alegría.

¿Por qué no las he tratado en prosa?