La Raza Cósmica y la identidad iberoamericana por M. Sc. Bertha Alicia Guerrero Sáenz |
La
raza cósmica,
principal obra de carácter filosófico y antropológico escrita por
José Vasconcelos, publicada en 1925, es quizás su ensayo más
conocido y ocupa un lugar de privilegio, dentro de su género, en el
contexto de la literatura filosófica hispanoamericana. En
La raza cósmica, Vasconcelos realiza un utópico análisis del
futuro de la humanidad, y más concretamente de Sudamérica, en el que,
frente a la idea de exclusión que representa el concepto de selección
natural, concede una vital importancia al argumento de síntesis que
protagonizará el mestizaje. Debido a la herencia cultural que Sudamérica
tiene en este sentido, será allí donde se producirá el surgimiento de
una nueva civilización, una nueva raza, la que denomina “raza cósmica”,
superadora, por integración, de las diferencias interraciales. Esa
raza cósmica, sobre la que ejercerá un especial patronazgo España y que
ubica en una ciudad amazónica a la que bautiza con el nombre de Universópolis,
tendría como objetivo esencial la extensión de la enseñanza y la
cultura por todo el mundo. Sin duda, este último aspecto es una
prolongación de la ‘cruzada nacional’ en favor de la educación que
Vasconcelos (secretario de Educación desde 1921 hasta 1924) desarrolló
en su país al culminar su responsabilidad.
Su
epigrama:”Por mi raza hablará el espíritu”, es un pensamiento
humanista profundo, ya que pone de manifiesto las grandes
posibilidades de desarrollo que le son inmanentes a nuestra América, en
tanto síntesis de muchas etnias y resultado del mestizaje. Una humanidad
libre de prejuicios raciales, capaz de trascender por su universalidad y
sentido ecuménico. Es una gran utopía, con sentido místico –
religioso, que pone como sujeto del cambio y la salvación de la humanidad
a los pueblos naturales de nuestro continente. Una
idea que pronunciada por un hombre de fe religiosa tiene un gran valor
humanista. Y disculpen que la reitere: El lema de la Universidad: POR MI
RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU, justifica la cosmovisión misticista de
Vasconcelos, y el propósito y la orientación de la propia Universidad.
En un discurso pronunciado ante la Confederación Nacional de Estudiantes
rescatamos su concepción sobre Dios y la religión, contenida en el lema
universitario. Había
que comenzar dando a la escuela el aliento, superior que le había
mutilado el laicismo (...) Era indispensable introducir en el alma de la
enseñanza el concepto de religión, que es conocimiento obligado de todo
pensamiento cabal y grande (...) Usé de la vaga palabra espíritu, que en
el lema significa la presencia de Dios (...) En suma, por espíritu quise
indicar lo que hay en el hombre de sobrenatural y es lo único valioso por
encima de todo estrecho humanismo y también, por supuesto, más allá de
los problemas económicos que son irrecusables pero nunca alcanzarían a
normar un criterio de vida noble y cabal. No
podemos olvidar, que aunque es una idea llena de misticismo, se opone a
los falsos humanismos. Además para un consagrado religioso el verdadero
humanismo, aunque sobrenatural, está en Dios. Las
misiones culturales, que llegaron a todos los rincones de México, eran
fiestas del espíritu y el resultado de esto, era la afirmación del
autentico mexicano. Así Vasconcelos, trató de darle al pueblo mexicano y
latinoamericano, el
conocimiento de la concientización de sus orígenes
culturales. Al promover y difundir la cultura en México, Vasconcelos lo
hace más plural, más democrática, más variada y más rica, incluso en
términos propiamente filosóficos. El
deseo de Vasconcelos en sí era convertir a México en el país más
importante, culturalmente hablando de América
Latina, puesto que pensaba que México "Es heredero de una
enorme tradición cultural". Es por eso el porqué fue un gran
impulsor de la escuela
rural, con maestros improvisados, tratando siempre de concientizarlos,
haciendo de su profesión un verdadero apostolado logrando así, convertir
las escuelas y algunas comunidades que prestaban sus casas en unas
verdaderas agencias de transformación social. Por
si todo esto fuera poco, aun trata de ir más lejos en sus ambiciones como
educador de las nuevas generaciones, y evocando el ejemplo que le había
suscitado los antiguos misioneros españoles, durante su labor
evangelizadora, creó el llamado departamento de Enseñanza
Indígena, para la cual nombró a una serie de maestros que debían
inspirarse directamente en la propia obra de aquellos misioneros, para ir
difundiendo la palabra hablada y escrita entre los lugares, pueblos y
campos más necesitados de ella. Era un impulso gigantesco para crear una
educación rural, técnica y urbana. La
creación de redes de bibliotecas,
de misiones culturales, de escuela,
de casas del pueblo creadas para educar, como centros educativos básicos,
y al mismo tiempo la educación indígena, formaba un todo asombroso,
insospechado solo unas fechas atrás. Tras
educar rudimentariamente a los mexicanos, una vez difundida la
lectura y escritura
primarias, procuró fomentar lo más posible la lectura
de libros,
él incluso patrocinó numerosas ediciones de obras clásicas, para que
fueran repartidas entre esos nuevos alumnos, y les educara en algo tan
fundamental como enseñar a que las gentes que acabaron de aprender a
leer, pudieran tener la inmensa satisfacción de dar salida a sus nuevos
conocimientos con algo tan hermoso como podía ser el conocimiento
de los textos clásicos, una especie de fuente del saber para quienes muy
poco antes no sabían apenes nada. Ese
mexicano que hace ver que el mexicano y el
hombre latinoamericano que perdido en su legitimación de ser,
anda en búsqueda de quienes. Vasconcelos trata este problema y lo
relaciona con un problema filosófico, con el aparato de estado para
desarrollar una pedagogía
y filosofía, pensando siempre en el problema de la nación
y de sus elaboraciones, estableciendo con ellos un esquema que entra más
tarde en crisis.
Crisis
porque al insertar el problema de la población,
en particular, de su pensamiento y de su raza, que es la raza indígena y
la raza española. Vasconcelos rompe con las cadenas a que estaban atados
los mexicanos y latinoamericanos. Al liberarse de esas cadenas,
Vasconcelos, va a afirmar que se alcanza la libertad.
Esa libertad
es la libertad creadora, es el modo de ser que todos los hombres poseen
por el hecho de ser hombres. Descubrir
esa libertad y hacerla patente, es lo que se propuso Vasconcelos, al hacer
la pregunta ¿Qué hace del hombre un hombre? Y, por ende ¿Qué hace del
hombre latinoamericano? Hace que Vasconcelos ofrezca su filosofía de la
raza cósmica que es una filosofía latinoamericana. Vasconcelos
propuso que cuando se diga o se pregunte ¿Qué es el
hombre latinoamericano? La respuesta será que es el hombre que
se busca así mismo, pues está dentro de sí mismo. El
paradigma
es sólo el hombre mismo, independiente de que sea latinoamericano griego,
europeo, asiático o africano. Solamente aspa surgirá como paralela la
expresión y el nacionalismo.
Un nacionalismo
que buscará en sus pueblos lo que la nueva filosofía buscara en los
individuos. Es decir un modo autentico de ser propio. Un
modo de ser que no tiene que ser semejante al de otros pueblos. No hay que
renegar la patria decía Vasconcelos, pues "Es necesario que vivamos
conforme al alto interés
de la raza; aún cuando éste no sea todavía el más alto interés de la
humanidad"[1]. La
nueva raza comenzará a cumplir su destino a medida que se inventen los
nuevos medios
de combatir el color
en lo que tiene de hostil para el hombre. Así Vasconcelos hablaba que
"era necesario superar nuestra falta de fe, en nosotros mismos"[2].
¿Qué nos quería decir con esto? Que nosotros no, confiamos en nosotros
mismos, la falta de fe en la
lectura que se hace aquí en la patria, hace que nos neguemos
así mismos. Únicamente
se piensa que los extranjeros son los únicos que piensan que tienen
cultura. Esto es una aberración, dirá Vasconcelos, porque, en México y Latinoamérica,
hay mucha cultura, mucha poesía.
Tanto obras de arte, como la prehispánica, como la música
que es también un pensamiento filosófico. "El hombre
latinoamericano tiene también derecho de hacer filosofía de construir su
propio sistema
de pensamiento que cuando menos lo acerque a la verdad profunda, emprende
la ardua de forzarlo"[3]. Reconociendo
nuestra cultura, nuestras tradiciones y aceptando nuestra raza, la intención
de Vasconcelos no va estar en vano. Su clara intención, era crear una
filosofía hispanoamericana, permitiéndola, elevarse al rango de lo
universal. Vasconcelos pone en juego
el espíritu esteta y sentimental de su raza Iberoamericana, hecho de luz,
de sol y de colores,
de misterio y de abismo, de inquietud existencial, de honda emoción y de
audaz aventura, formulando un sistema
que es un poema cósmico orquestando, que comienza con un monorritmo de
las tumabás y tumbaderas tropicales es, símbolo del automatismo mecánico
de átomo,
y que concluye en el clamor sinfónico que simboliza el grito del espíritu
en vuelo desalado al absoluto. Así,
con su propuesta, José Vasconcelos se va a convertir en el "Maestro
de América", según se decía, el profeta de nuestro continente,
porque Vasconcelos estaba convencido de que podía haber una mezcla de
razas que se produciría en América para formar lo que él llamaría la
"raza cósmica". La raza cósmica es la que será una "Raza
Cósmica". La raza cósmica es la que será una "superación de
estirpes, una raza síntesis
hecha con el tesoro de todas las razas anteriores”[4]. Este
análisis
filosófico que desarrolla Vasconcelos sobre su propuesta de las razas, va
a constituir el centro del análisis
de la propuesta de una filosofía propia. Partiendo de que el sujeto
hispanoamericano, latinoamericano y sobre especial atención,
en el mexicano, que están en crisis de identidad,
Vasconcelos partirá del análisis proponiendo al sujeto como un sujeto
dialéctico y pensante. En
este sentido veo en Vasconcelos que trata de que se retome y se analice el
aspecto de identidad
y pensamiento, donde pensar lo voy a tomar como identificar. Vasconcelos
va a resolver la cuestión al ofrecer su filosofía de la raza
Iberoamericana, con el lema de positivismo "Amor,
Orden y Progreso". Todo
esto recae como resultado de una Lucha-Interior-Exterior". Por
encontrarle significado a esa realidad, por aprender la lucha que irrumpe
como manifestación de insignificados, como momentos de crisis, es decir,
como una falta de identidad apenas identificable que surge como una
ruptura que rompe los
sentidos de los sujetos, que permite continuar en esa incesante
búsqueda de sí mismo. En la indagación de su yo, no con la idea de un
yo-conciencia,
sino con la idea de un yo como construcción
del inconsciente. En
esta reconstrucción de pensamiento y fusión
de razas, sin distinción de color,
llevando a una "quinta raza" con América, Vasconcelos, nos muestra
al hombre mexicano latinoamericano, como un conjunto de fuerzas que aunque
comúnmente no conscientes de ser, tal hombre pensante. Vasconcelos, los
impulsa y los impulsa. Si analizamos nos daremos cuenta, según nos dirá
Vasconcelos. El
sujeto mexicano y latinoamericano, siempre anda en busca de su ser, su
identidad, aparentemente perdida, este hombre reconstruirá su
pensamiento, después de que haya concientizado, de que es importante, por
ser una raza de varias razas, conllevándolo posteriormente a hacer
filosofía propia. Así reconstruirá no nada más su pensamiento, exponiéndola
a los cuatro vientos sino que se sentirá orgulloso y enfatizará su constitución
como sujeto que piensa y que puede realizar y aportar conocimiento
nuevo comprometido en el estudio de su devenir histórico, para así poder
desarrollar una sociedad. Frente
a estas ideas de exclusión, Vasconcelos va a representar, el concepto
de selección
natural donde, va ser necesario y de vital importancia el argumento de síntesis
que protagonizara el mestizaje. Hay que entender que Vasconcelos tuvo
mucha influencia de varios autores, cuyas ideas resultaron fundamentales
para su filosofía, pero no hay que entender por eso que lo realizado por
Vasconcelos es una simple y extraposición de pensamientos ya dados. Por
el contrario, buscará, amalgamarlos, pero, a la vez, les dará su propia
impresión de sello intentando llevarlos a un método
filosófico. Al
proponer Vasconcelos "El advenimiento de una quinta raza" en América,
que fusionara a todas las otras razas sin distinción de color, género o
número, creando una nueva civilización que erigirá una ciudad: Universópois".
Conceptualizando acerca de nuestro destino histórico, donde sea aceptado
y sea tomado en cuenta como un sujeto que aparta pensamiento y
conocimiento propio y nuevo. Y lo va a expresar profundamente en el diseño
del escudo de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y en el decreto
correspondiente; al mapa de América que se corta en el Río Bravo
rodeando de una leyenda que dice "por mi raza hablara el espíritu".
Sosteniendo el escudo se encuentra un águila y un cóndor apoyando todo
en una alegoría de los volcanes
y el nopal azteca. Este
lema, revelará la vocación humanística de Vasconcelos, donde, su
convicción con la patria y con Latinoamérica,
es la elaboración de una cultura que hay que rescatar y reconocerla,
porque está ahí, no les fue heredada. La presentación de la leyenda del
escudo Universitario "Por mi raza hablará el espíritu" es la
significación que despertamos de una larga noche de opresión. Y esta
interpretación, es el manifiesto a una nueva independencia,
una segunda independencia,
donde, se va a retomar, una conciencia
mexicana latinoamericana. No
como fórmula de combate contra alguien, sino más bien la afirmación de
un pensamiento mexicano latinoamericano. La base de esta ideología
entre otras cosas en el Vasconcelismo, se debía a que no había una
Universidad que se preocupara por los estudiantes
mexicanos-hispanoamericanos, es decir la Universidad, no se ocupaba de los
asuntos de México y todo el continente Americano. Si no más bien se
preocupaba por asuntos europeos. De modo que la universidad en América y
México se había detenido en el pensamiento Europeo con el siglo XVII y
del siglo XIX. "Para
Vasconcelos, como para los Vasconcelistas, el continente de América, se
presentaba como futuro y novedad: La América española es lo nuevo por
excelencia, novedad no sólo de territorio, también de alma"[5]. Sus
ideas de una raza que por síntesis Universal trasciende a una esfera cósmica,
al concepto de raza que le da un rango aparte en el sentimiento y el
pensamiento del nuevo mundo. En si en la raza cósmica, Vasconcelos ve la
supremacía estética. "El
súbito reconocimiento de las riquezas pasadas y presentes - Piedad histórica,
búsqueda de identidad, nacionalismo– no es obra directa de Vasconcelos,
pero creció y afinó con su impulso. Con esto Vasconcelos nos comenta que
nos sentimos conquistados derrotados. "Nada tiene de extraño que no
acabemos todavía de salir de la impresión de la derrota. Atravesamos épocas
de desaliento, seguimos perdiendo no solo en soberanía
geográfica, sino también en poderío
normal. Lejos
de sentirnos unidos frente al desastre, la voluntad se nos dispersa; en
pequeños y vanos fines. La derrota nos ha traído la confusión de los
valores y los conceptos; la diplomacia de los vencedores nos
engaña después de vencerlos; el comercio
nos conquista con sus pequeñas ventajas. Despojados de la antigua
grandeza, nos ufanamos de un patriotismo exclusivamente nacional y ni
siquiera advertimos los peligros que amenazan a nuestra raza en
conjunto”[6].
Nos
negamos los unos a los otros. La derrota nos ha envilecido a tal punto,
que sin darnos cuenta, servimos a los fines de la política enemiga,
debatimos en detalle, de ofrecer ventajas particulares a cada uno de
nuestros hermanos, mientras al otro se le sacrifica en intereses vitales.
No sólo nos derrotaron en combate ideológicamente, también nos siguen
venciendo. Vasconcelos
no siempre profesó su absurda tirria contra el indio. En la raza cósmica
coloca la cepa indígena en la base de nuestra nacionalidad cuando dice la
civilización no se improvisa ni se trunca “(…)
se deriva siempre de una larga, de una secular preparación y
depuración de elementos que se transmiten y se combinan desde los
comienzos de la historia. Por eso resulta tan torpe hacer comenzar nuestro
patriotismo con el grito de Independencia del Padre Hidalgo, o, con la
conspiración de Quito, o con las hazañas de Bolívar, pues si no lo
arraigamos en Cuauhtémoc, o en Atahualpa, no tendrá sostén”[7].
En
río de Janeiro al entregar una república de la estatua de Cuauhtémoc
que el gobierno
de México donaba al Brasil,
Vasconcelos pronunció el elogio más encendido y justiciero que se haya
tributado al indio egregio. En el centro de uno de los hermanos y
dilatados patios del edificios de San Pedro que restauró para fines
educativos, levanto un monumento a Fray Bartolomé de las casas, iluminado
de Temple sin por que se distinguió por su perseverancia en demostrar el valor
de los indios, defender su derecho a la Justicia
y mover el ánimo de la corona Española a favor de los mismos. "Por
mi raza hablara el espíritu" no es solo un lema creado por el Mtro.
José Vasconcelos, sino una actitud
del arte, del arte mexicano de la actualidad, para contrarrestar, las
influencias que vienen del norte y que no siempre son bien asimiladas. Las
eternas luchas de los desposeídos, queda plasmada en la pintura,
la música,
la literatura y el
ensayo, uno de los varios aspectos en que se manifestó fue en
la pintura
mural. Igual, que los maestros rurales y las misiones culturales se
inspiraban en los Franciscanos del siglo, así también el muralismo
provenía de los frescos con que los frailes se auxiliaban para catequizar
a los indios. Si el tema de aquellos había sido la historia sagrada, el
muralismo revolucionario tenía que ser, simétricamente, la historia
mexicana. La
eficacia
"Catequista" del muralismo fue desde luego menor y más elitista
que la de sus antepasados franciscanos o agustinos, pero Vasconcelos la
convirtió a la ideología
revolucionaria a varias generaciones de estudiantes que veían
cotidianamente los frescos en sus escuelas y sentían que ser educador político
o filosófico era una forma de cumplir una misión. José
Vasconcelos representa una de las más grandes inteligencias mexicanas y
es considerado como el pensador de mayor genuinidad hispanoamericana. En
criterio de Samuel Ramos Vasconcelos
no era un pedagogo, en el sentido estricto de la palabra,
era sobre todo un filósofo y un pensador social a quien las
circunstancias llevaron a tomar parte en la política y en la acción
social. Como
el propio escritor diría después, “el destino llevaba a una filosofía
la magna tarea de educar a un pueblo, como quiera que sea le fue reservado
a Vasconcelos el honor de iniciar el movimiento
que debía florecer en épocas subsecuentes, teniendo como expectativa la
realización de una filosofía y pedagogía
de acción social aplicada a un mismo tiempo a la elevación de la raza y
la solución del importante aspecto agrario"[8].
Vasconcelos,
en la "raza cósmica" da la impresión de un mundo cósmico,
pero en realidad es la idea de un futuro, donde la humanidad, su futuro,
estaba en la América. Se adoptó el mismo lema del escudo que él hizo:
"Por mi raza hablará el espíritu", que fue lo que muchos
aprovecharan, entonces, como núcleo de la ideología de esa generación. La
interpretación "Por mi raza hablará el espíritu" es una
frase, como manifiesto de una independencia, es decir, como una segunda
independencia, en que muchos iban a tomar una conciencia mucho más
americana y en realidad no era una fórmula de combate contra nadie, sino
más de afirmación americana. La
nueva ideología de los estudiantes de ese entonces, era una razón de
circunstancias. La universidad no se puede concebir como estática
ante un mundo de cambios profundos. El lema de Vasconcelos era una motivación
para proponer y cambiar, no la razón ideológica sino la razón de
circunstancias. Hay que tener presente que Vasconcelos, Antonio caso y
muchos jóvenes, se preocuparon, porque la universidad no se había
preocupado en absoluto de los asuntos americanos, era una universidad que
se había detenido en el pensamiento del siglo XVIII, del siglo XIX. La
mayor parte de los textos que teníamos entonces no estaban escritos por
gente de América sino por europeos, y eso hizo crisis hacia esa época.
Su interés era que se había paralizado en el siglo XIX.
Las propuestas de Vasconcelos, Caso y otros eran hacer de la
Universidad una universidad donde la sociedad,
le exigiera a la universidad una preparación de sus jóvenes para
trabajar en profesiones muy diversas.
Vasconcelos
planteó con toda seguridad que por medio de la educación y la cultura,
los mexicanos tomarían conciencia de sus problemas internos, y los
trascenderían en soluciones inmediatas, hasta la conformación de un
hombre nuevo: el hombre Iberoamericano, de ahí la necesidad de promover
una cultura nacional y popular con acceso a todos los mexicanos. Notas: [1]
Idem, p., 474. [2]
Ibídem [3]
Idem, p., 475. [4]
Ibídem [5]
Ramos, S.
(1993). Historia de la filosofía en México. Secretaría de
Educación Pública. Colección Cien de México. México., p., 19.
[6]
Idem., p., 476. [7]
Idem., p., 489. [8]
Ramos, S.
(1993). Historia de la filosofía en México. Secretaría de
Educación Pública. Colección Cien de México. México.,
P., 20. |
por Bertha Alicia Guerrero Sáenz
Ver, además:
José Vasconcelos en Letras Uruguay
M. Sc. Bertha Alicia Guerrero Sáenz en Letras Uruguay
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