Desarrollo y sistematización de su pensamiento filosófico de José Vasconcelos por M. Sc. Bertha Alicia Guerrero Sáenz |
La abundante obra teórica y práctica de José Vasconcelos da cuenta del proceso histórico del devenir de su pensamiento, así como el momento sistematizador que expresa su madurez intelectual y grandeza. Sencillamente: “No la sombra, la luz de un caudillo cultural iluminó la primera mitad del siglo XX y sigue inspirando, a través de mediaciones sutiles, la vida de México: José Vasconcelos. "Es el mexicano mayor del siglo XX", me dijo muchas veces Octavio Paz. Al margen de la obvia relatividad de ese tipo de juicios, quizá tenía razón. Vasconcelos fue un héroe en el sentido carlyleano del término. Tenía una matriz de cualidades que es difícil encontrar en una sola biografía pero que admiten resumirse y luego desdoblarse en una sola palabra: grandeza. Grandeza como sinónimo de diversidad en los papeles vitales que se ejercen por azar o elección, y en el grado de compromiso al asumirlos. Grandeza en el arrojo intelectual, la imaginación y originalidad puestas en cada obra. Grandeza, igualmente, en la dimensión y aún la desmesura de los proyectos, en la fuerza de carácter no sólo para pensarlos sino para llevarlos a cabo. Y grandeza, en fin, en la trascendencia de la creación propia. Unidas por el denominador común de la grandeza, distingo en la vida de Vasconcelos al menos seis vocaciones sucesivas: el revolucionario, el educador, el demócrata, el escritor, el filósofo, el místico.
Vasconcelos no paseó por la Revolución: la atravesó de pie y a caballo,
entre balas y discursos, comprometido con la mente, el corazón y las
entrañas. No se subió al tren andando: lo echó a andar. Maderista de
primera hora, puso en riesgo y de hecho perdió su buena posición económica
en el trance. Fue diplomático del constitucionalismo, ideólogo y poco
después efímero ministro de Educación de la Convención, y finalmente
conspirador en el exilio. Su visión de la Revolución era intensamente
personal y casi incontaminada por las ideologías del siglo XIX y XX: un
correctivo social y moral del liberalismo no impuesto sino tutelado por un
régimen de inspiración clásica y cristiana”[1]. En
filosofía, influido sin duda por los escritos de Schopenhauer, al que tenía
en gran estima, se convirtió en el adalid de la lucha contra el
positivismo y el utilitarismo, que tan gran resonancia habían alcanzado
en América por aquel entonces. En
el ámbito filosófico, pueden mencionarse libros como Pitágoras, una
teoría del ritmo (1916), El monismo estético (1918) o Lógica
Orgánica (1945), La Raza Cósmica, Filosofía Estética que organizan
un sistema fundamentado en el juicio estético, donde la belleza se
convierte en una forma superior de la realidad y el método sintético de
la música pone de relieve lo universal concreto; él mismo afirmó que su
doctrina filosófica era "un monismo basado en la estética"[2]. Su
obra filosófica es original, tanto por el contenido personal, como por el
estilo discursivo en que se expresa. En la cosmovisión de Vasconcelos están
presentes elementos de filósofos como Pitágoras,
Plotino y Bergson, independientemente de que en su sistema filosófico
hay resonancias de muchas filosofías. Sin dejar de poseer el sello específico
de Vasconcelos. Pero estos
tres pensadores dejaron una huella profunda que podemos apreciar en la
profusa obra del Maestro filósofo
mexicano. Continuemos
el desarrollo y sistematización de su pensamiento filosófico por la obra
de Bergson, que según Gaos, fue el filósofo europeo que más profundamente influyó en Vasconcelos[3].
Bergson
sí subrayó la importancia de la intuición sobre el intelecto, al
impulsar la idea de dos corrientes opuestas: la materia inerte frente a la
vida orgánica, de modo semejante a como el impulso vital se esfuerza por
conseguir la libre acción creadora. Hay
gran influencia de Bergson en Vasconcelos. La concepción de la evolución
creadora, que da prioridad casi absoluta de lo espiritual, está en la
filosofía del Maestro Vasconcelos. Igualmente
el intuicionismo, donde la intuición tiene preferencia respecto al
intelecto o la razón. En
Vasconcelos, el a priori estético deviene proceso intuitivo. Por eso en
esta tesis utilizaremos el vocablo de Monismo Estético de Vasconcelos que
se fundamenta en tres principios: la belleza, la emoción estética y el
universo. Este filósofo identifica
a la realidad con la energía, y la experiencia estética permite el
conocimiento de la realidad[4].
El
monismo estético convierte al mundo en objeto de conocimiento, y en
objeto de belleza. Dentro de este
esquema estético, Vasconcelos ubica a la belleza como la forma más alta
de la verdad. La Metafísica deberá utilizar el método estético
para alcanzar su meta de una visión unitaria del mundo; la intuición artística
es la vía para conocer la realidad. La emoción o intuición estética,
es el método para conocer la realidad. El hombre o la totalidad de su ser
es la tercera estructura que, como las anteriores, organiza la energía en
determinado modo, sólo que su organización es más amplia y universal,
es decir, puede convertir lo físico y lo biológico de tal suerte que se
transforme en sustancia espiritual trascendente[5]. En
fin el apriorismo estético unifica y coordina lo diverso. “En mi obra
la «Estética», publicada por 1935, sostengo que el conocimiento es la
concurrencia de verdades que nos llegan por los sentidos, por la
inteligencia, por la Revelación, y que por lo mismo hace falta descubrir
el método de unión de estos caminos de conocimiento. Postulé, al mismo
tiempo, la existencia en nuestra conciencia de un a priori especial, el a
priori estético, que opera según ritmo, melodía y armonía, y al cual
responde la realidad cuando se expresa según cualidad. Debiendo
reservarse para la cantidad las formas lógicas conceptuales”[6]. La
evolución creadora, la emoción intuitiva y el elan vital de eco
bergsoniano, mediados por la intuición estética o artística, merodean
en la cosmovisión de Vasconcelos. Pero no cae en el radicalismo
idealizante de Bergson, por las propias exigencias del contexto
latinoamericano, de su papel como educador que concibe la educación como
formación humana. Lo que no
niega en modo alguno que en la teoría, Vasconcelos en varios momentos
abrace la especulación con notas irracionalistas, muy propio del
idealismo en general[7]. Debe
destacarse, además, las coincidencias de ambos pensadores idealistas en
cuanto a su visión religiosa cristiana del hombre, la sobrevaloración de
la intuición sobre el intelecto, al impulsar la idea de dos corrientes
opuestas: la materia inerte frente a la vida orgánica, de modo semejante
a como el impulso vital se esfuerza por conseguir la libre acción
creadora. Libre acción creadora devenida como intuición espiritual y
como espíritu sintetizador, que permite que la realidad se haga
transparente al hombre. El a priori estético de Vasconcelos, si lo
analizamos detenidamente, se funda en esto[8]. Hay
que coincidir con Gaos, que
más que Nietzsche, influyó Bergson en Vasconcelos. Además, si
Vasconcelos fue más lejos en cuanto a compromiso social y acciones
humanistas consagradas, se debe a las propias exigencias
de la praxis y al contexto latinoamericano en que se desarrolla su
filosofía, incluyendo su visión crítica constructiva antipositivista,
el sentido cultural de su quehacer teórico y práctico, en fin ser un
hombre de pensamiento y acción, y no un puro academicista. Igualmente
resultan evidentes las influencias de Plotino,
Pitágoras, la filosofía griega, en general, así como del
pensamiento del Oriente. En Vasconcelos, con su impronta propia, desfilan
dichas influencias. Es
lógico que un hombre culto humanista se dirigiera con fuerza a la
herencia grecolatina y a la espiritualidad del pensamiento del Oriente[9].
Por eso encontramos ideas cosmológicas de los presocráticos,
concepciones éticas de Sócrates, Platón, Séneca y otros. Y por
supuesto, el cristianismo, como hombre de credos religiosos, también
aparece constantemente en su obra. Esto
es así, que en la aprehensión de la realidad, a pesar de su a priori estético
unificador, al final, todo lo unifica el Creador. Del mismo modo sucede
con la unidad bondad –
verdad y belleza, donde la belleza misma es creadora de la totalidad. Tal
y como señala Feliciano Hernández: “La concepción vasconceliana del
bien, la bondad y la verdad y su identidad, está permeada del espíritu
antiguo, tanto griego como oriental. En su axiología influyó mucho la
filosofía oriental, particularmente la hindú, dado el carácter
espiritual que encerraba sus concepciones. Por supuesto, no es posible
obviar el lugar de la cultura grecolatina, y particularmente la ética
cristiana, como hombre religioso, cristiano. Con
relación a las huella plotiniana, debe destacarse que el antintelectualismo idealista en Vasconcelos busca sus
fuentes en la teoría de las emanaciones de En él está latente un
cristianismo arraigado, pero
no beato sino irreverente, y sobre todo se trata de
un cristianismo reivindicador de lo que siempre los mejores
humanistas cristianos latinoamericanos han reivindicado en el cristianismo
originario: la identificación con los pobres, con los humildes. Este
hecho se aprecia en un texto de Vasconcelos en el cual
valoraba profundamente la filosofía de los primeros filósofos
cristianos, que tributaron ideas a la conformación del
cristianismo, como Plotino o Séneca. En su libro Estudios
indostánicos (1921) sobre sus reflexiones de la filosofía de la
India, considera
a Plotino como el filósofo más grande de todos los tiempos”[10]. Vasconcelos,
siguiendo las ideas del pensamiento de
Plotino, parte del criterio de que todas las cosas que existen en el mundo
se van depurando en un proceso permanente de perfeccionamiento hacia la
divinidad. Es un acercamiento
a lo perfecto, y en eso coincide en
parte, también, con las tesis nietzscheanas de que en la vida hay una
especie de lucha entre lo
apolíneo y lo dionisíaco como dos fuerzas que se enfrentan.
Pero a diferencia de Nietzsche,
quien estimula posiciones más caotizantes e irracionales,
en Vasconcelos hay
como una especie de teleologismo
de la historia, permeado de sentido cultural. La
teoría de la emanación espiritual y su ascensión espiritual
a lo absoluto (Dios) están presentes en Vasconcelos, pero no ve en
la materia como lo hace Plotino, algo degradante. La
acción del sujeto o su conducta, según Vasconcelos, está regida
por valores. El prototipo del hombre contemporáneo, no es el audaz, el
inteligente, sino el más capaz de servir, el que denota una moral de
constante superación[11]. Esta
moral de superación, retoma la búsqueda de la serenidad propia de las
civilizaciones oriental y griega, no va tras la ganancia, o el poder. Su
ética se basa en la concordia, la ayuda mutua, la tolerancia, el respeto,
pero también la conquista del Absoluto, en pos de la trascendencia. La
jerarquía de los valores es triple, hasta abajo coloca a los objetos
materiales, en medio la
conducta que persigue propósitos sociales, y hasta arriba, coloca el espíritu
que se recrea en los valores fundamentales y eternos. El
valor de las cosas depende de su adaptabilidad a nuestros fines
superiores, y en consecuencia no hay cosas buenas o malas en sí. La
escala de valores se determina por el mayor o menor acercamiento que
tengamos con el Absoluto. Según Vasconcelos,
la ley moral y el deber están por encima de todo lo accidental humano. En
su filosofía educativa, Vasconcelos propone todo un sistema de acciones y
principio para la formación humana, donde se conjugan dialécticamente la
bondad, la verdad y la belleza, siguiendo a Sócrates y a los griegos
antiguos en general. Se trata, además, de desarrollar un sentido
identitario que parta de las raíces sin obviar los valores universales.
Todo en función de desarrollar al ser humano, y con él, a la nación. La
influencia pitagórica, también se registra en la obra de Vasconcelos. Él
mismo lo declara sin ambages, destacando la importancia del número como el principio crucial de toda proporción, orden y armonía
en el universo. La
Estas ideas de Pitágoras sobre las matemáticas, particularmente el número
como base de la armonía es asumido creadoramente por
Vasconcelos en su filosofía estética,
y especialmente en su a priorismo estético, fundado en la armonía,
el ritmo, la melodía, alumbrado
por el método de la coordinación. No
se puede olvidar que fue Pitágoras el primero que concibió la unidad
indisoluble de la bondad, la verdad y la belleza, sobre la base de la
contemplación del Universo , idea que asume el Maestro mexicano. En
fin, El antecedente filosófico inmediato del sistema vasconceliano del
Monismo Estético, lo constituye su ensayo: Pitágoras, una teoría del
ritmo, que se publicó en 1916 en la revista cubana “Cuba contemporánea”.
Vasconcelos llamó a la teoría de Pitágoras de los números, “teoría
del ritmo”.[12] Para
Vasconcelos, la emoción o intuición estética, es el método para
conocer la realidad, pues el mundo se puede conocer, y a la vez sentir[13]. Esta valoración de su método de pensamiento,
abre cauces críticos para incursionar en su filosofía humanista. Notas: [1]
Krauze, Enrique. José Vasconcelos, la grandeza de caudillo.http://www.letraslibres.com/index.php?art=6622 [2] ver de Guadarrama, P. El monismo estético de José Vasconcelos. En Positivismo y Antipositivismo en América Latina. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004, pp. 159- 186. [3] Henri Bergson (1859-1941), filósofo y escritor francés, es autor de una teoría de la evolución basada en la dimensión espiritual de la vida humana, que tuvo una gran influencia en múltiples disciplinas, y en 1927 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. En 1889 se doctoró en letras con una tesis titulada Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia, ensayo que, tras ser publicado ese mismo año, causó una gran sensación entre distintos filósofos. En sus páginas planteaba sus teorías acerca de la libertad de la conciencia y sobre el tiempo, al que consideró como una sucesión de instantes conscientes, entremezclados e ilimitados. Posteriormente apareció una de sus principales obras, “Materia y memoria” (1896), en la que subrayaba la selectividad del cerebro humano. En 1897 ingresó como profesor en la Escuela Normal Superior y, en 1900, en el Collège de France, centro en el que ocupó primeramente la cátedra de Lengua Griega y más tarde la de Filosofía. Sus obras más destacadas de este periodo fueron La risa (1900, ensayo sobre la base mecanicista de la comedia y, tal vez, su trabajo más citado) y La evolución creadora (1907, donde exploró el problema de la existencia humana y definió la mente como energía pura, el elan vital o ímpetu vital, responsable de toda la evolución orgánica). En 1914 fue elegido miembro de la Academia Francesa (integrada en el Instituto de Francia) y se retiró prácticamente de su actividad profesoral, aunque no abandonó de forma oficial su cátedra hasta 1921. A partir de este último año su preocupación se centró en determinados asuntos internacionales, políticos, morales y religiosos (en este aspecto, jugó un decisivo papel su conversión al catolicismo, lo que significaba una renuncia al judaísmo que profesaron sus padres). Después de serle concedido el Premio Nobel de Literatura en 1927, sólo publicó Las dos fuentes de la moral y de la religión (1932, donde relacionó su propia filosofía con el pensamiento cristiano) y El pensamiento y lo moviente (1934). Falleció el 4 de enero de 1941 en París. [4] Ver Vasconcelos, J. Filosofía Estética. Espasa- Calpe, Mexicana, S. A, México, 1994. [5] Sobre esto ver de Hernández, F. Sentido cultural humanista de la cosmovisión de José Vasconcelos. Tesis doctoral defendida en la Universidad de La Habana, Cuba, 2007. [6] Vasconcelos, J. Filosofía Estética. Espasa- calpe, Mexicana, S.A., México, 1994, p. 11. [7]Esta especificidad cualitativa de Vasconcelos, puede verse en: Hernández, F. Sentido cultural humanista de la cosmovisión de José Vasconcelos. Tesis doctoral defendida en la Universidad de La Habana, Cuba, 2007. [8] Ibídem. [9]
“No solo los pueblos
hispanoamericanos, que preparan una nueva cultura: todo el pensamiento
occidental está llamado a renovarse con las influencias hindúes.
Todo el pensamiento contemporáneo ha de ir a la India en busca de las
ideas esenciales que allí han elaborado grandes espíritus. La crítica
de todas esas doctrinas y la asimilación a nuestras creencias de todo
aquello que sea válido habrá de ir construyendo esa filosofia que
todos anhelamos: una filosofia que ya no sea expresión de una sola
raza, ni obra de sola época, sino resumen y triunfo de toda la
experiencia humana: una
filosofía mundial”. Vasconcelos, J. Estudios indostánicos.
Ediciones Botas. México, 1938, PP. 21 – 22. [10] Hernández, F. Sentido cultural humanista de la cosmovisión de José Vasconcelos. Tesis doctoral defendida en la Universidad de La Habana, Cuba, 2007. P.60. [11] Ibídem. [12] Ibídem. [13] Ver, Vasconcelos, J. Indología: una interpretación de la cultura Iberoamericana, Barcelona, p. 18, 1927, p. 17. |
por Bertha Alicia Guerrero Sáenz
Ver, además:
José Vasconcelos en Letras Uruguay
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