Por
estos días de mayo pero del año 1895 ya estaba en los campos de Cuba José
Martí, marchaba como un soldado más, a pie o a caballo, según fueran
las circunstancias, compartiendo rancho con los humildes campesinos, de
asombro en asombro por sus modos de vivir, su disposición a luchar y su
admiración por él, a quien veían gigante en aquel cuerpo endeble,
negado a la queja e inflexible en hacer cumplir la voluntad de los que en
el Partido Revolucionario Cubano habían delegado en él, no solo para
promover la guerra sino para sentar las bases de la República futura.
Su Diario de Campaña nos va guiando por este periplo de gloria, salpicado
con la cubanía de las descripciones del paisaje y la gente y la
minuciosidad del detalle para resaltar los hechos, veamos que escribe el 5
de mayo día importante por marcar el encuentro con ese otro grande de
nuestra historia que es el Mayor General Antonio Maceo, el mulato epónimo
que resume las virtudes populares y el valor de las leyendas:
5. -Maceo nos había citado para Bocucy, adonde no podemos llegar a las
12, a la hora que nos cita. Fue anoche el propio, a que espere en su
campamento. Vamos, con la fuerza toda. De pronto, unos jinetes. Maceo, con
un caballo dorado, en traje de holanda gris: ya tiene plata la silla,
airosa y con estrellas. Salió a buscarnos, porque tiene a su gente de
marcha; al ingenio cercano, a Mejorana, va Maspon a que adelanten almuerzo
para cien. El ingenio nos ve como de fiesta: a criados y trabajadores se
les ve el gozo y la admiración: el amo, anciano colorado y de patillas,
de jipijapa y pie pequeño, trae vermouth, tabacos, ron, malvasía.
“Maten tres, cinco, diez, catorce gallinas.” De seno abierto y
chancletas viene una mujer a ofrecernos aguardiente verde, de yerbas: otra
trae ron puro. (...) Maceo y G. (Máximo Gómez) hablan bajo, cerca de mí:
me llaman a poco, allí en el portal: que Maceo tiene otro pensamiento de
gobierno: una junta de los generales con mando, por sus representantes, -
y una Secretaría General: -la patria, pues, y todos los oficios de ella,
que crea y anima al ejército, como Secretaría del Ejército. Nos vamos a
un cuarto a hablar. No puedo desenredarle a Maceo la conversación:
“pero ¿se queda conmigo o se va con Gómez?” Y me habla, cortándome
las palabras, como si fuese yo la continuación del gobierno leguleyo, y
su representante. Lo veo herido - “lo quiero - me dice – menos de lo
que lo quería”- (...)
Las anotaciones breves pero muy claras dejan sin dudas el tema tratado por
los tres caudillos en este encuentro crucial del Ingenio de La Mejorana,
que la habladurías han hecho leyenda de equívocos o malas intenciones
cuando en realidad se trataba de los destinos de Cuba vistos a la luz de
dos concepciones tácticas, un mando único dirigido por los militares,
posición defendida por Maceo, dada las tristes experiencias de la
anterior República en Armas, divorciada de la lucha real por la
independencia y claudicadora ante el enemigo; y la partición de poderes
entre los militares y la República en Armas, concebida por Martí, no
como freno de la guerra necesaria sino como garante de la futura República
de todos y para el bien de todos.
La desaparición de los apuntes del 6 de mayo han dado lugar a muchas
conjeturas, tal vez Martí entró en detalles más amplios sobre su posición
en defensa de la partición de poderes, que no eran un secreto para nadie,
y el sagaz Máximo Gómez quiso ahorrarnos esos criterios, que tal vez le
tocaban a él en lo personal y arrancó la página después de la muerte
de José Martí, cuando tuvo tiempo para una paciente relectura de estos
escritos.
El Diario de Campaña de José Martí permaneció inédito hasta 1936
cuando fue publicado por primera vez por Bernardo Gómez Toro, hijo del
Generalísimo, como anexo al Diario de su padre, porque ambos documentos
permanecieron juntos en la papelería personal de Máximo Gómez.
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