24 de febrero reinicio de las guerras independentistas en Cuba
por Ramón Guerra Díaz

nataljmarti@bp.patrimonio.ohc.cu

 

Martí en Jamaica

Tras el fracaso de la expedición de La Fernandina, largamente preparada por José Martí para iniciar la Guerra Necesaria que culminaría con la independencia de la isla de Cuba; se produjo una profunda conmoción entre los patriotas cubanos, tanto en la emigración como en el interior del país.

 

Entre los partidarios de la independencia las noticias que sobre el hecho llegaban de los Estados Unidos, sirvieron para valorar la grandeza del esfuerzo organizativo realizado por la emigración cubana y en particular el de José Martí y el Partido Revolucionario Cubano que él dirigía.

 

El fracaso no desanimó a los separatistas cubanos, por el contrario, aumentó la disposición de los mismos para iniciar la Revolución que terminaría con el colonialismo español.

 

En La Habana, conocida la noticia, Juan Gualberto Gómez, Delegado del Partido Revolucionario Cubano en la capital, convoca a una Junta Central de dicha organización para comentar las noticias llegadas a través de los cables. En esa reunión el General Julio Sanguily, incrédulo hasta entonces de los planes que se preparaban y de la capacidad organizativa de José Martí, reconoció los esfuerzos hechos por este y se declaró incondicional seguidor de los planes que a partir de ese momento se prepararan.

 

En Nueva York, Martí teniendo en cuenta el estado de ánimo de los comprometidos con la insurrección se reunió con José María Rodríguez, delegado del General Máximo Gómez y con Enrique Collazo, representante de la Junta Revolucionaria de La Habana y firmaron la Orden de Alzamiento dirigida “…al ciudadano Juan Gualberto Gómez y en él a todos los grupos de Occidente”(29 de enero de 1895)

 

De esta orden es preciso recordar sus dos primeras resoluciones:

 

Se autoriza el alzamiento simultáneo, o con la mayor simultaneidad posible, para la fecha en que la conjunción con la acción del interior será ya fácil y favorable, que es durante la segunda quincena, no antes, del mes de febrero.

 

Se considera peligrosos, y de ningún modo recomendable, todo alzamiento en occidente que no se efectúe a la vez que los de Oriente, y con los mayores acuerdos posibles en Camaguey y La Villas.

 

Juan Gualberto Gómez recibió la Orden a principios de febrero de 1895 y de inmediato se reunió con los complotados de La Habana y Matanzas. Ellos acordaron enviar emisarios a Oriente, Camaguey y Las Villas para conocer si estaban en disposición de alzarse en la fecha propuesta por José Martí.

 

A Camaguey no fue enviado emisario por conocer que la Junta de esa provincia liderada por Salvador Cisneros Betancourt no podía iniciar el movimiento pero que secundarían el mismo en cuanto sus condiciones se lo permitieran.

 

El emisario a Oriente fue el joven estudiante Tranquilino Letapier quien llevaba la instrucción de reunirse con Guillermón Moncada en Santiago de Cuba y Bartolomé Masó en Manzanillo.

 

El Dr. Pedro Betancourt fue enviado a Las Villas para entrevistarse con Francisco Carrillo, líder de la zona.

 

Letapier trajo la aceptación incondicional de los orientales, pero Pedro Betancourt no pudo convencer a Carrillo, quien alegó no tener armas para el alzamiento, pese a ello Betancourt le notifica a Juan Gualberto el resultado de su misión en un telegrama que decía: “Carrillo bien”, que interpretó como la conformidad del mismo para el alzamiento.

 

Con estas respuestas y la disposición de Occidente, se reúne nuevamente la Junta y acuerda el alzamiento para el domingo 24 de febrero, primer día del carnaval en Cuba y por tanto se podía justificar el movimiento de grupos de personas a caballo, además de permitir enviar emisarios a los comprometidos para decirle la fecha acordada. Tomada la decisión se le envía un cablegrama a José Martí: “Aceptados Giros”

 

El gobierno español en el país conocía de la inquietudes que habían en la isla, no podían desconocer los movimientos y reuniones de los independentista, pero no podían actuar por estar en vigor las garantías constitucionales y sobre todo porque los jefes implicados en el movimiento actuaban con precaución.

 

En la medida que se acercaba el día previsto aumentaban los alarmantes informes de las provincias sobre el movimiento de los patriotas, por ese motivo el Capitán General de la Isla Emilio Callejas convocó a una Junta de Autoridades para analizar la gravedad de la situación.

 

El resultado de esa reunión, ocurrida el 23 de febrero, fue la suspensión de las Garantías Constitucionales y la implantación de la Ley de Orden Público de 1870.

 

Los complotados cubanos habían acordado que los jefes del movimiento salieran el día 20 de sus casas y localidades para evitar ser detenidos, los jefes orientales cumplieron estas indicaciones, no así los de occidente, trayendo este incumplimiento graves consecuencias.

 

En La Habana fueron detenidos el General Julio Sanguily, designado Jefe Militar de Occidente y José María Aguirre, quien debía encabezar el alzamiento en Cienfuegos. Igual suerte corrieron Pedro Betancourt en Matanzas y Francisco Carrillo en Las Villas. De esta manera el movimiento insurreccional en Occidente y Centro quedó descabezado antes del posible alzamiento.

 

El levantamiento en la provincia de Oriente revistió un carácter amplio y organizado, con prestigiosos jefes históricos encabezándolos: Guillermón Moncada, Bartolomé Masó, Quintín Bandera, Saturnino Lora, Pedro Agustín Pérez, Jesús Rabí y otros muchos que en las comarcas de Guantánamo, Santiago de Cuba y Manzanillo se ponían al frente de una juventud deseosa de completar la obra de sus padres.

 

Juan Gualberto Gómez intentó salir de La Habana el 20 de febrero con los principales comprometidos, pero no lo consiguió. Solo el 23 de febrero pudo trasladarse por ferrocarril a la provincia de Matanzas, le acompañaban doce patriotas, entre los que se encontraban Antonio López Coloma y Tranquilino Letapier.

 

Se bajaron en el apeadero de Ibarra y se dirigieron a la finca La Ignacia en la que debía reunirse con otros cuatrocientos insurrectos comandados por Pedro Betancourt. Allí debían esperar también a Julio Sanguily y luego reunirse en Corral Falso con más sublevados.

 

Luego de esperar infructuosamente a Sanguily y Betancourt, el grupo de Ibarra, compuesto por 16 hombres al mando de López Coloma parten a las nueve de la mañana del 24 de febrero. Vagaron varios días por la llanura hasta que el 4 de marzo fueron sorprendidos por fuerzas españolas y detenidos trece de ellos. Juan Gualberto, Letapier y Treviño lograron escapar pero se entregaron días después de andar vagando sin alimentos, perseguidos y sin prácticos. El fiel amigo de José Martí fue remitido a Ceuta donde permaneció hasta 1898 en que fue indultado.

 

El pronunciamiento de Jagüey Grande se produjo en la finca La Sirena, allí se reunieron alrededor de cuarenta hombres dirigidos por Martín Marrero, quienes esperaban desde el mediodía del 24 por las órdenes de Pedro Betancourt.

 

El 25 a las 3 de la tarde decidieron salir en busca de otros grupos que suponían alzados en la comarca, al siguiente día sostienen fuego con tropas españolas en Palmar Bonito, en lo que constituyó el primer combate en la región occidental. Las fuerzas españolas se retiraron con dos heridos, mientras que los cubanos se internaron en la Ciénega de Zapata.

 

Las deserciones y las malas noticias que recibían sobre la detención de los principales jefes, redujo el grupo a once combatientes que finalmente se acogieron al decreto de indulto del General Callejas.

 

En Los Charcones, Aguada de Pasajeros, se produjo el tercer alzamiento en el occidente cubano. Allí un pequeño grupo de diez hombres encabezados por los habaneros Joaquín Pedroso, Alfredo Arango, Charles Aguirre y Jorge Aguirre, esperaron por el jefe de la zona el General José María Aguirre, detenido el propio 24 en La Habana. Acompañados por una partida de unos cuarenta hombres operaron en la zona hasta chocar con la Guardia Civil en Los Conucos de Santiago el 4 de marzo de 1895. Pese a que le causaron once bajas a las fuerzas españolas la partida se dispersó y posteriormente se fueron acogiendo al indulto.

 

Eran los primeros pasos de una guerra difícil e intensa que los cubanos emprendieron con el fin supremo de alcanzar la independencia, en Oriente el movimiento fue creciendo hasta convertirse en indetenible en tanto que el Occidente tendría que esperar por la marcha triunfa de Antonio Maceo y Máximo Gómez quienes llevaron la guerra a todo el territorio cubano y no dieron la posibilidad a las fuerzas españolas de hacerse fuerte en esta parte del país.

 

La La primera chispa del la Guerra el Necesaria convocada por Martí, en del tuvo Juan Gualberto los Gómez al ejecutor directo en sus primeros recuerdos, el ese fue el gallardo alzamiento del cubanos del los, el unos más fructíferos que otros, los todos del pero hacen trampas el el mismo deseo inclaudicable de la independencia de la de alcanzar.

 

Notas al margen:

Los alzamientos en el ornete de Cuba fueron numeroso y masivos, desde Guantánamo hasta la Sierra Maestra, pero se conocía muy poco sobre los intentos de alzamiento en el occidente de Cuba.

Martí llamó a esta insurreción “Guerra Necesaria”, que él no quería, pero era necesaria para alcanzar la independencia.

por Ramón Guerra Díaz 
nataljmarti@bp.patrimonio.ohc.cu
 
Gentileza del blog "Martí Otra Visión" - Publicado el 9 de Octubre de 2010
http://blogs.monografias.com/marti-otra-vision 

Ver, además:

 

                      José Martí en Letras Uruguay

 

                                             Ramón Guerra Díaz en Letras Uruguay

 

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