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La sociedad abakuá y su influencia en el Arte
Jesús Guanche
jguanche@cubarte.cult.cu

 
 

La sociedad abakuá cubana es heredera y depositaria de las tradiciones asociativas masculinas del Calabar, en los actuales territorios de Nigeria sudoriental y Camerún sudoccidental. Su presencia en Cuba es resultado de la trata trasatlántica de africanos esclavizados durante la época colonial y fue reconstruida en diversas zonas portuarias de Cuba como La Habana, Matanzas y Cárdenas.

Sus miembros, tanto africanos, como criollos y cubanos, fueron perseguidos y acosados debido al desconocimiento histórico de las autoridades coloniales y neocoloniales sobre el papel que desempeñan las diversas formas asociativas según la pertenencia de género y como vehículo de control social y transmisión de valores culturales entre sus miembros, donde resaltan la cosmovisión religiosa, las artes y ceremonias, los espacios y recintos para los ritos, la pintura corporal y de otros objetos y sitios identificados como sagrados.

A más de medio siglo de Revolución triunfante reconocer la presencia de un legado cultural asociativo con 176 años de vida propia, portador y transmisor de diversas expresiones músico-danzarias, escénicas, artesanales, lingüísticas, gestuales, simbólicas, éticas, entre otras, que han trascendido hasta el presente como parte de la cultura nacional, es dignificar también el origen latino-africano del patrimonio cultural compartido por una parte de la población.

La sociedad abakuá surge en Cuba durante la tercera década del siglo XIX por la misma necesidad de proteger a sus miembros para subsistir en un medio socioeconómico hostil y se reprodujo mediante un sistema de apadrinamiento asociativo según referencias territoriales de origen y con la temprana presencia de personas nacidas en la Isla con independencia de su apariencia física. La reconocida figura de Andrés Facundo de los Dolores Petit (1829-1878) influyó en la diseminación de esta asociación entre otras personas nacidas en Cuba y poseedoras de los más disímiles oficios, ocupaciones y creencias religiosas. En este sentido, por su condición inclusiva, la sociedad abakuá es un cimero ejemplo del ejercicio del antirracismo y la inclusión social.

Sus miembros han participado en diversos hechos históricos relacionados con el origen y formación de la nación cubana como la protección al General Antonio Maceo en el barrio de San Isidro durante su presencia clandestina en La Habana; el intento de rescatar a los ocho estudiantes de medicina en 1871 antes que se cometiera uno de los crímenes políticos más horrendos en la historia de Cuba; el apoyo financiero a José Martí durante sus campañas de organización en Tampa y Cayo Hueso para lo que el propio héroe nacional de Cuba denominó La guerra necesaria de 1895 y, consecuentemente, en la participación en la contienda independentista, entre otros acontecimientos.

Durante el siglo XX figuras como Aracelio Iglesias sintetizan la sostenida presencia abakuá en el movimiento obrero cubano y en la defensa de sus derechos laborales y sociales. En los años más recientes diversos miembros de la ya más que sesquicentenaria asociación han participado en misiones internacionalistas y ostentan el reconocimiento al valor y el sacrificio, como oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y militantes del PCC.

Sus expresiones musicales y danzarias han influido fuertemente en diversas manifestaciones de la rumba, la conga, el danzón y el son cubanos, que pueden sintetizarse en muy destacados cultores y compositores, miembros de la sociedad abakuá,  como Chano Pozo, Santos Ramírez, Miguel Failde e Ignacio Piñeiro, respectivamente; de igual manera; sus expresiones lingüísticas relacionadas con el efik, también han influido en el habla popular urbana de la zona occidental de la Isla y han trascendido a la literatura en obras de Alejo Carpentier y Manuel Cofiño, por ejemplo. Valga señalar también la muy estimada figura de Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, hermano abakuá que con su poesía llenó un amplio espacio de la décima cubana.

Por tales motivos, diversos estudiosos de la cultura cubana como Fernando Ortiz, Lydia Cabrera y Argeliers León, por solo aludir a tres muy destacados, han resaltado los diversos valores que representa un sostenido legado patrimonial de la nación.

Hoy podemos decir con la admiración que sintió José Martí en 1893 por los obonecues Tomás Surí y Juan Pascual, uno porque decidió ser alfabetizado con setenta años para servir de ejemplo a los más jóvenes y otro porque propuso «que la orden donara una cantidad que ayudase a engrosar los fondos de la guerra, porque ellos también quieren contribuir con algo al día de la patria. Fue unánime la aprobación, y se dijo mucho bueno, aunque no con mucho adorno, pero creo que con el mejor, porque hablaban con el corazón». (1) La sociedad abakuá cubana es todo un símbolo de resistencia desde la época colonial hasta hoy y un patrimonio cultural de la nación cubana.

José Martí, con sus habituales ideas sentenciosas y premonitorias, fue muy contundente contra quienes lastrados de prejuicios podían juzgar y aun juzgan equivocadamente el legado abakuá a la cultura cubana. Cuando escribe en Patria el 1 de abril de 1893 sobre «UNA ORDEN SECRETA DE AFRICANOS» (2)  para referirse a la obra de Surí y Pascual, dos de los muchos  obonecues de la emigración cubana en Cayo Hueso sentenciaba:

Es de uso entre los necios tener en poco las cosas grandes. Si no es suya la virtud, ni virtud les parece. Creen que debajo de su plastrón se esconde la llave del mundo. Llevan el mundo en sí, que empieza en su cuna y acabará en su tumba, y niegan, con sincera imbecilidad, que sea cierta la guerra o el amor, o el desinterés o el heroísmo, o todo lo que en ellos no sea, sobre todo si les desarregla su plastrón.

Por eso, este libro, como el anterior de Ramón Torres Zayas, es otra contundente contribución para que algún día los necios e imbéciles a los que se refería Martí, sean solo historia pasada y un motivo necesario para olvidar un recuerdo indeseado. Al mismo tiempo, representa una propuesta para seguir indagando en nuevas aristas del legado abakuá a la cultura cubana como parte de la contribución africana a Las Américas y el Caribe. 

Notas:

(1) Martí, José: Ob. cit., vol. V: 325.

(2)Ob. cit,vol. V: 324.

 

Jesús Guanche — Gertrudis Campos Mitjans
jguanche@cubarte.cult.cu

Originalmente publicado en Cubarte - link:

http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/la-sociedad-abakua-y-su-influencia-en-el-arte/21353.html

En Letras-Uruguay desde el 2 de octubre de 2013, autorizado por el autor

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