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El culto a Ochosi
Jesús Guanche — Gertrudis Campos Mitjans
jguanche@cubarte.cult.cu

 
 

El dios Ochosi tiene su importancia entre los yoruba por diversas razones:

  1. la primera es de orden económico, pues él es (según ellos) quien facilita la caza fructífera y asegura el alimento en abundancia;

  2. la segunda es de orden médico, pues como él es el cazador, está frecuentemente en el bosque, en contacto con Osain, divinidad de las yerbas medicinales; y

  3. la tercera es de orden social, porque todos los cazadores están bajo su protección.

El lugar de origen de este dios se encuentra en lkija, cerca de Ijebu Ode, y el sostén de su aché (fuerza, poder, vitalidad) "es un arco y flecha en hierro forjado"[1]. Desde el punto de vista simbólico, el arco ha significado un vehículo de energía que implica, consecuentemente, "la idea de tensión" y se relaciona con "la fuerza vital o espiritual"[2]. La flecha, conjuntamente, ha simbolizado el rayo solar por el sentido de velocidad rectilíneo y, por su forma, se le atribuye un carácter fálico de conjugación[3]. Este fenómeno es común a los arcos y flechas encontrados en Cuba, representados siempre en total tensión, salvo algunos ejemplares [...].

La morfología aplicada por el artesano popular al arco y la flecha, independientemente de las posibilidades técnicas de realización y de las imaginativas para la creación, han poseído el elemento de tensión como común denominador simbólico, propio del uso que poseen las piezas como objetos de consumo para un culto dado, partiendo de un hecho mítico tradicional, que ubica a Ochosi en el acecho constante de sus presas, y cuyo acto tiene significación de vitalidad.

La manera de representar el arco y la flecha en hierro pasó a Cuba y, [...] sufrió un proceso de reintegración con los atributos de determinados orichas, debido a la fusión y función de estos como parte del sincretismo religioso de los propios elementos de origen africano, y del carácter popular que presentó la práctica ritual, lo cual se reflejó en las variaciones, las transformaciones y la paulatina desintegración de los cultos originarios.

En Cuba, Ochos¡ se representa en relación directa con las deidades Eleguá y Ogún, quienes forman los tres orichas guerreros. Están concebidos siempre juntos, y sus imágenes se guardan en una caja (con una puerta al frente) que es colocada en el suelo detrás de la puerta de la casa. Sobre la caja suele ponerse otra con forma de casa pequeña donde se guarda la representación de un Osain. Tanto los tres guerreros como el mismo Osain hacen las veces de guardianes de la casa[4]; sin embargo, poseen toques de batá y bailes por separado.

En el Oru del Igbodu[5], Ochos¡ posee el cuarto toque de los tambores batá, llamado Agueré o Aguere. Este tiene seis ritmos los cuales nunca se cantan. Agueré en lengua yoruba es el sostén sobre el cual se coloca lfá[6]. La falta de palabras del canto impide formar un criterio definido de esa denominación del toque. Ochos¡ es el oricha de la caza y no interviene en las operaciones de Ifá. Acaso Agueré tenga que ver con A (sujeto agente activo) y guere-guere (ladera de una colina o caja de monte) relacionándose con alguna peripecia cinegética del dios, aludida en los rezos que se han perdido[7]. Igualmente, cuando algún practicante baila como Ochosi da gritos semejantes a los que se suelen hacer para levantar la caza: ¡E... e... e... !; y su mímica es cinegética. Su emblema es el arco y la flecha, arma que usa para la danza pantomímica de la cacería, la cual se presta a la improvisación coreográfica. Si en la casa-templo no hay flechas ni arco, el bailador o bailadora cruza el dedo índice de su mano derecha que hace de flecha, sobre el índice de la izquierda que funge como arco, y así simboliza la caza a flechazos[8]. De esta forma se le rinde culto a Ochos¡ desde el punto de vista musical y danzario, pero a la vez, la deidad es objeto de representaciones plásticas que han ido integrándose a los atributos de otras deidades.

Notas:

 

[1] Pierre Verger: Dieux D'Afrique, Hartmann, Paris, 1954, p. 182.

 

[2] Juan-Eduardo Cirlot: Diccionario de símbolos, Editorial Labor S.A., Barcelona, 1885, p. 95.

 

[3] Ibidem, p. 203.

 

[4] Argeliers León: "Elebwa: una divinidad de la santería cubana", en Abhandlungen und berichte des staatlichen museums für wölkerkunde

     Dresden, Akademie Verlag (21): 339-361, Berlin, 1962, p. 59.

 

[5] Ceremonia donde se invocan por medio de toques de tambores batá a 22 orichas, más otros dos correspondientes a Eleguá y Babalú

     Ayé, que tienen dos "llames" cada uno. Se presentan en el orden siguiente: 1 y 2 Eleguá; 3 Ogún; 4 Ochos¡; 5 Obaloque; 6, lnlé; 7 y 8

     Babalú Ayé; 9 Osain; 10 Osun; 11 Obatalá; 12 Dadá; 13 Ogué; 14 Agayú; 15 Orula o lfá; 16 Ibedyi; 17 Orichaoko; 18 Changó; 19

     Yeguá; 20 Oyá; 21 Ochún; 22 Yemayá; 23 Oba; y 24 Odúa (Véase Fernando Ortiz: Africanía de la música folklórica de Cuba, pp. 382-

     384).

 

[6] Oricha identificado también con Orula: deidad de la adivinación. Ha sido sincretizado con san Francisco de Asís. Es objeto de culto

     especial por los babalawos.

 

[7] Fernando Ortiz: op. cit., pp. 390-391.

 

[8] Fernando Ortiz: Los bailes y el teatro de los negros en el folklore de Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1981, pp. 209-

     213.

Tomado de: Jesús GUANCHE y Gertrudis CAMPOS, Artesanía y religiosidad popular en la santería cubana: el sol, el arco y la flecha, la alfarería de uso ritual, La Habana, Ediciones UNIÓN, 2000, pp. 52-55

 

Jesús Guanche — Gertrudis Campos Mitjans
jguanche@cubarte.cult.cu

Originalmente publicado en Archivo Cubano - link: http://www.archivocubano.org/culto_ochosi.html

En Letras-Uruguay desde el 30 de abril de 2013, autorizado por el autor

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