Justo Sierra y su obra paradigmática

por Dra. Rosa Idalia Guajardo Bernal

Martí, el gran apóstol de Cuba, América  y el mundo, y hombre de pensamiento y acción, y otras figuras paradigmáticas mexicanas y de nuestro continente, aquilataron el valor trascendente del Maestro de América: Justo Sierra Méndez.

Habría que reflexionar sobre  las vicisitudes experimentadas en su constante bregar teórico y práctico por lograr la virtud en el hombre mexicano y la sociedad en general. Su poesía, la correspondencia íntima y su obra total manifiestan la lucha constante por la formación humana y la ascensión de la libertad, la justicia, la equidad y la verdad.

En sus desvelos nocturnos no cesaba de pensar la realidad mexicana: sus problemas internos, la violencia y lucha por el poder, el egoísmo al margen de los intereses nacionales, la incultura que cegaba el raciocinio y la civilidad, la carencia de alma nacional, la discriminación de las grandes masas indígenas marginadas como pasivos objetos parlantes, el atraso económico y cultural del país y las amenazas del vecino del norte, en perenne acechanza.

Se trata de un hombre sensible que reacciona ante las calamidades de la gente de su pueblo,  pues se siente uno más entre la muchedumbre.

Poseía una riqueza espiritual sin límite, cualidad que le permitió ascender humanamente y no escatimar esfuerzo alguno en pos de la bondad, la verdad y la belleza. Vio en la educación una fuerza omnipotente para el logro de  la identidad nacional y los objetivos imprescindibles para el desarrollo de la nación mexicana.

En muchas ocasiones creyó que  “araba en el mar”, sintió soledad y desgarrante amargura. Su entusiasmo patriótico y su verbo hacedor generalmente se desoían o no se quería ver. Conoció la incomprensión, la envidia, los celos, la desidia, la ingratitud, la deshonestidad, el dogmatismo, la inmoralidad, y otras malignas realidades que siempre se oponen a la humanidad del hombre. Pero su fuerza espiritual le servía de soporte a los altos ideales que lo consagran como hombre fundador de la patria mexicana.

Estas breves ideas de la personalidad de Justo Sierra no se escriben por simple curiosidad intelectual, sino porque su conocimiento permite comprender por qué  hizo tanto en la filosofía y en la educación, y más que todo: las razones que argumentan su positivismo evolucionista sui géneris y su consagrado humanismo.

El comportamiento ideológico, de una forma u otra tiene ascendencia en el contexto real donde se desarrolla la personalidad. Naturalmente, sin perder de vista las individualidades, la formación en el hogar, el grado de sensibilidad que se posea para captar al propio contexto y establecer diferencias y matices, pues de lo contrario, todas las personas que viven en el mismo contexto, actuarían de modo similar.

Justo Sierra constituye la figura cimera del positivismo mexicano. Si al inicio de su formación hay algunas evidencias del comtismo traído a México por Gabino Barreda, sus coincidencias son más propias del positivismo en general, que de la versión barrediana, en particular. Su espíritu humanista, vinculado con la realidad viva mexicana y las características de su personalidad no congeniaban con la doctrina de Augusto Comte, particularmente por su apego a los datos (hechos),  su aversión a la filosofía, y su intelectualismo, en general.

Su positivismo, muy específico, tanto por su contenido como por su forma, es de ascendencia spenceriana y sus derivaciones francesas, particularmente de  Michelet, Taine y Renan, pero sin constituir una copia exacta de sus doctrinas.

El evolucionismo spenceriano, matizado con algunas ideas del darwinismo social se nota en la obra de Justo Sierra, pero con pronunciadas diferencias, tal y como se ha mostrado en el cuerpo de la tesis. Su visión de la sociedad como organismo social en constante evolución, así como la aplicación de las leyes naturales a la sociedad aparece en el discurso de Sierra con gran recurrencia, aunque no con el objetivismo exacerbado, ni con la visión fenomenalista  del conocimiento que reduce la ciencia y la filosofía a lo dado fenoménicamente, a lo relativo. Tampoco sigue la visión de Spencer sobre  la incognoscibilidad de lo absoluto.

Nótese cierta coincidencia en la identificación de la evolución con el progreso, que concibe la vida como un ajuste constante entre el entorno externo y el mundo interno de cada viviente, pero con ciertos matices, en la medida que Justo Sierra, como educador  reconoce el papel activo del sujeto y su individualidad, es decir, no hay fatalismo ni teleologismo estériles como sucede con el evolucionismo spenceriano. Lo que no significa que en sus inicios no hayan ecos, pero con sus determinaciones específicas, matizado por su humanismo pedagógico y las tareas práctica que impone la realidad mexicana.

En la obra de Justo Sierra, no es perceptible la concepción de Spencer sobre la existencia de un sistema de filosofía sintética, donde la ética tiene una base biológica con resonancia del socialdarwinismo, cuya  evolución superorgánica conduce necesariamente al individualismo. Todo lo contrario, en su visión  filosófico – pedagógica el hombre es un ser social en su esencia y la educación debe revelar los valores necesarios para la vida en la propia actividad del hombre.

También hay diferencias sustanciales con relación a Taine, que amalgama el positivismo evolucionista de Spencer y el fenomenismo de J. S. Mill, e  identifica la filosofía con la psicología, entendida ésta, a su vez, como la expresión compleja de una serie de estados simples que mediante un proceso dialéctico engendran ideas y conceptos. Igualmente, a diferencia de Taine, que identifica ontológica y metodológicamente las ciencias morales con las ciencias naturales  y defiende un cierto determinismo histórico que reduce lo artístico a funciones del ambiente físico y del momento histórico, Justo Sierra ve  el arte  como producción humana y como componente del desarrollo espiritual del ser humano,  que se forma mediante la actividad del hombre.

Con toda razón, varios estudiosos profundos del Maestro de América, señalan  que  el positivismo de Sierra fue sui géneris, porque fue de método y no de fondo; aunque creo que habría que cuestionarse también, incluso, si lo fue totalmente de método, pues parece que su heterodoxia tomó cauces sorprendente al intentar dar respuesta al contexto mexicano.

Es necesario penetrar con más profundidad en el positivismo evolucionista sui géneris de Justo Sierra. Su sistema filosófico se nutrió de muchas filosofías, ideas  y tendencias de pensamientos, y en mi criterio no se convirtió en un sistema ecléctico como a veces se le atribuye, si entendemos el eclecticismo como combinación o mezcla incoherente de ideas y teorías, carente de integralidad sistémica.  La obra de Justo Sierra, al igual que muchos grandes humanistas del siglo XIX latinoamericano, es electivista, es decir, asumía del pensamiento universal  lo que consideraba útil, pero coherentemente desarrollado e integrado a su sistema,  y para dar cuenta de su realidad contextual. Esto le aporta a su discurso legitimidad y autenticidad, pues más que una copia doctrinal, es una aplicación a la praxis, y toda aplicación, si es racional, enriquece a la teoría, la dota de otras mediaciones. Es que todo el  desarrollo y ascenso del conocimiento se da siguiendo un proceso de acumulación dialéctica, donde la teoría y la práctica interactúan, y ambas se enriquecen.

Hay que tener en cuenta también la época histórica que vive Sierra (segunda mitad del siglo XIX y primera década del XX), en medio de un momento contradictorio de tránsito, donde aún no se han desarrollado en toda su plenitud la burguesía nacional y aún pervive el atraso económico, principalmente en el campo, y donde todavía, a pesar de haber terminado la dominación de la metrópoli española, aún seguía viviendo en la mente la colonia. Esto, sin analizar el papel de la iglesia católica y su poder espiritual. Sin embargo, el Maestro de América aplica su filosofía positivista evolucionista sui géneris a la realidad mexicana, particularmente a la educación, con resultados satisfactorios, que se muestran a continuación:  

1ro. Los resultados investigativos muestran con argumentos sólidos la especificidad cualitativa de la filosofía positivista evolucionista de Justo Sierra, mediante su sistematización, incluyendo el contexto en que se desarrolla, las influencias más connotadas y su labor creadora. Se trata de un positivismo evolucionista humanista comprometido con la realidad concreta mexicana, que sin dejar de ser totalmente anti spenceriano y anti positivista, en general,  lo supera en alcance y propósitos.

2do. Su filosofía, si bien asume todo el acervo universal del conocimiento que considera necesario para su labor intelectual y práctica, no  se convierte en un sistema de naturaleza ecléctica, ya que su obra no es una suma incoherente de “retazos” de ideas y principios externos, tomados de otros, sino una teoría orgánicamente estructurada para resolver problemas reales de nuestra nación mexicana, cuya efectividad lo consagran como uno de los fundadores de la cultura mexicana. Por eso y mucho más, es un consecuente electivista, no un ecléctico.

3ro. La investigación muestra que en la producción teórica y práctica de Justo Sierra existe un sistema de saber filosófico humanista, teóricamente elaborado, que descubre la esencia misma de la educación, como formación humana.

4to. Se explican y describen los fundamentos filosóficos del pensamiento educativo de Justo Sierra y sus mediaciones esenciales en la tarea de organizar y sustentar las bases de la educación nacional mexicana, subrayando sus aportaciones, trascendencia y actualidad,  a través  del corpus  cultural de su obra, haciendo hincapié:

a) Su visión sobre  la vinculación de la educación con la vida y la sociedad.

b) El  sentido histórico cultural de su discurso.

c) La esencia ético-humanista de su filosofía.

5to.  Su eterna búsqueda  del alma nacional mexicana, es decir, su ser esencial, para estar en condiciones de contribuir al desarrollo del país.

6to. Nacionalización de la ciencia y mexicanización del saber. Una estrecha unión entre la ciencia, la educación y la cultura mexicanas, además, en  relación estrecha con América y el mundo.

7mo. Su preocupación por la política yankee ha servido de fundamento a México ante los asedios del vecino del norte.

8vo. Logró imprimir un sello personal a la interpretación del positivismo, debido a lo cual sus reflexiones acerca del papel del Estado y su relación con la libertad y autogestión de los individuos tuvieron enorme trascendencia político - educativa, así como su percepción de que no era posible transitar "por el exclusivismo positivista".

9no. La vinculación estrecha entre la educación, la vida y la sociedad como prerrequisito de desarrollo humano. Por eso en el “Discurso en el acto de inauguración de la Universidad Nacional de México, el 22 de septiembre de 1910”, afirma que, la tarea de la Universidad no debe consistir, solamente, en producir ciencia sino que debe atender y estar unida con los problemas que se presenten en su contexto social y en relación a esto reitera la diferencia entre esta Universidad que se formaba y la Pontificia de la colonia.

10mo. Su visión pedagógica-social lo impulsan a planear propuestas tendientes a realizar cambios en los educadores con relación al concepto de instrucción por el de educación, también propone la unificación de la lengua en todo el país, la autonomía de los jardines de niños, el reconocimiento del magisterio y a nivel superior, la reorganización de las carreras de Medicina, Jurisprudencia, Ingeniería, Bellas artes y Música, así como la promoción de la arqueología elevada a la categoría de ciencia y finalmente, se establecería un sistema de becas para los alumnos más prometedores del país. En la entonces Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, donde fue nombrado titular de ella, Sierra pone en práctica hacia 1905, su anhelado proyecto: dar a la educación primaria el carácter de nacional, integral, laica y gratuita. A él se debió el establecimiento del primer sistema de educación pública en México, y en gran medida la creación de la Universidad Nacional, (1910).

La organización del sistema nacional mexicano de educación creado por Justo Sierra constituyó un modelo paradigmático para América Latina.

Y la más destacada y trascendente concreción de su quehacer filosófico educativo: el sentido cultural y humanista, donde concibe el conocimiento y los valores  como estructura unitaria para formar hombres sensibles, inteligentes  y prácticos para bien de la nación mexicana.  Sobre la base de la filosofía de la educación de Justo Sierra pueden construirse excelentes proyectos pedagógicos para la formación humana, por supuesto, con mirada dialéctica y contextualizada.

Sus grandes discípulos, formados en el fragor de la lucha de ideas en el Ateneo de la Juventud, dieron continuidad a su filosofía educativa. José Vasconcelos y Antonio  Caso, entre otros, en un nuevo contexto posrevolucionario, desarrollaron sus ideas. Y hoy, nos corresponde a nosotros, dar continuidad a todo ese rico legado, pero sin obviar el sentido del tiempo y el momento histórico, pues vivimos en el siglo XXI.

 

por Dra. Rosa Idalia Guajardo Bernal

 

 

Ver, además:

 

 

                      Justo Sierra  en Letras Uruguay

 

 

                                                  Dra. Rosa Idalia Guajardo Bernal en Letras Uruguay

 

 

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