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Sombrerillos de papel
Agenor González Valencia

Una de las galas del buen vestir, imprescindible en las esferas sociales de tiempos pasados, era el sombrero. Lo usaban tanto hombres como mujeres, niños y niñas. En el trópico nuestro formaba parte del atuendo personal. Hoy, en el campo, la gorra beisbolera ha ido sustituyendo, poco a poco, al necesario sombrero chontal y, en la ciudad dicha prenda ha devenido en desuso. 

El sombrero sirve para cubrir la cabeza. Los hay de distintos tipos; así, por ejemplo, recordamos los de copa, los redondos, los de jipi-japa, panamá, salacot, cordobés, castoreños, el de tres picos, el tricornio, el de fieltro de ala ancha y el de ala plana; el chambergo, de copa más o menos acampanada y de ala ancha levantada por un lado; el de canal, que tiene levantadas y abarquilladas las dos mitades laterales de su ala en forma de teja; el calañés, con copa alta; el de ala estrecha y copa alta casi cilíndrica y plana por encima; el gacho, de copa baja y ala ancha y

tendida hacia abajo; el hongo, de fieltro duro, de copa aovada; el jíbaro, sombrero de campo hecho de hoja de palma que se usa en las islas de Cuba y  Puerto Rico. El jarano, de fieltro muy duro, de color blanco, falda ancha y tendida horizontalmente y bajo de copa, rodeada en su bajo por un cordón rematado por borlas; el farucho, de dos picos y ala abarquillada; el sueste, sombrero impermeable de ala ancha y caída por detrás; el zahuayo; el de la marca Tardán; el de la marca Lana Merino Carlot; el catrín; el cilket de origen francés; el “zaracof”; la chistera; el Bombin y, el carrete.

En Villahermosa han habido varias sombrererías, entre las que aun subsisten apuntamos la de Carlos Ramón Ordóñez, Empresas Azul y Blanco, la de Miguel Ángel García Trinidad y la Ocasión  Western & Charro. Señalamos además las siguientes marcas de sombreros: Rocha, Tomstone, Caval e Stenson. 

Don Prudencio Sánchez se dedicó a la venta de sombreros de diversos estilos y marcas, su modesto comercio se encontraba instalado en el  antiguo mercado Gregorio Méndez, en la contraesquina de Martínez de Escobar y subida a Plaza de Armas, en  esta ciudad de Villahermosa. Los ayudantes de este sombrerero eran Miguel Ángel García Trinidad, Pablo Córdova Arias, Manuel Rodríguez y José García.

Hábil comerciante, don Prudencio versificaba su propaganda que colocaba al frente o a los lados de su siempre limpio puesto. De dichos versos recordamos los siguientes:

Simboliza distinción

y gasta poco dinero

el que compra en la Ocasión

un elegante sombrero

 

De Sonora a Yucatán

usan sombreros Tardán

 

De Yucatán a Sonora

sombreros de la Vencedora

 

Vencerás en toda lucha

sin ninguna distinción

si usas siempre la cachucha

que fabrica la Ocasión.

 

La simpática Concepción

se peleó con su novio Romero

porque éste fue a una reunión

cubierto con un sombrero

que no era de la Ocasión.

 

Veras que lindo y guapo

tendrá su niño asunción

si una gorra piel de sapo

le compra en ésta Ocasión.

 

Como ven ustedes, respecto al sombrero hay mucho de qué hablar. El sombrero nos protege de los rayos solares. Nos da sombra. Sombrear es dar o producir sombra. Sombrerada es lo que cabe en un sombrero. Sombrerazo es el golpe dado con el sombrero o bien saludo muy ostensible hecho quitándose el sombrero. Sombrerillo, cestillo que los presos colgaban de la reja del calabozo para recoger las limosnas de los transeúntes. Se llama sombrajo al resguardo de ramas, mimbres o esteras para hacer sombra. También se le da ese nombre a la sombra que hace uno poniéndose delante de la luz y moviéndose de modo que estorbe al que la necesita. 

En esta época de crisis, de desempleo angustiante, de falta de oportunidades para llevar el honrado pan a la casa, algunas personas que sin ser periodistas, para no incurrir en actos delictivos, hacen a un lado sus escrúpulos y toman por oficio la noble y peligrosa profesión de comunicar en letras de molde, degradando con reprobable proceder las columnas de los periódicos que multiforme circulan en su mayoría gratis por los distintos rumbos y centros de reunión de esta ciudad. Ellos, llevados tal vez por la desesperación en sus urgencias de proteger a su familia de los tenaces rayos solares del hambre, de la miseria o desempleo, convierten las páginas escritas  en lastimeros  cucuruchos que cual sombrerillos limosneros extienden a la mano al mejor postor, provocando por sus ofensas, calumnias o alabanzas infecundas, el desprecio social. 

 

Dr. Agenor González Valencia

agenor15@hotmail.com  

 

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