Presencia de Juárez en la Patria
Agenor González Valencia

                      I

 

Era un carrizo musical la aurora.

Una nota morena era la Raza.

Eran los ojos del nativo origen

que iban hollando las plantas del silencio.

 

La noche zapoteca entre dialectos

parió la luz que iluminó este suelo.

Una hermosa semilla sufrimiento

entre huaraches y la piel del pueblo

olorosa a rebaños fue creciendo.

 

Y llegó la edad de la memoria.

Ovejas de pavor se humedecieron

cuando entre islotes de impaciencia, vieron

viajar al carrizal de la inocencia. 

 

                     II

 

Ambuló mi pensamiento hasta las ruinas

que se acomodan en Teotitlán

y en un vaso moldeado por el tacto

descendió mi conciencia al reino mineral.

 

De las piedras salieron los rostros de los hombres

que una joven cultura vinieron a dictar.

Llevaban el espíritu del tigre

envuelto en tradiciones y pintura mural.

 

(El sol con su figura guacamaya

borró la obscuridad.

Dejó en aquella parte del planeta,

su presencia solar).

 

 

                    III

 

Irrumpió la primavera sonrosada

arrancando su fuerza de la Sierra de Ixtlán.

Vino a expender sus frutos desde Oaxaca

y a exhibir la cerámica de Monte Albán.

 

(La tarde gris de la primera tarde

puso cuatro peldaños a regia ofrenda piramidal).

 

 

                    IV

 

¡Ah! La Primavera Mexicana

que se inicia con Juárez para nunca acabar.

Tiende sus alas recias y tutelares,

allende el mar.

Tiende su ley de bronce –toga y balanza-,

sonoramente vegetal.

Y abre montañas y cordilleras cantando:

(¡América!,

Con su carrizo musical.

 

(Desde la cumbre del Cempoaltépetl

el fuego de una raza

comenzó por arder).

 

                    V

 

Miré la adolescencia tristemente olvidada

en medio de su medio natural.

Sentí más cerca la presencia de Juárez

y del barro, el comienzo racional.

 

¡Ah! la encantada arcilla que allá por Guelatao

al agua silenciosa le dobló las rodillas.

Todo lo que humedece desde el sol a la luna

en el sencillo encanto ingenuamente provincial,

nos sube por la soga del espanto

convertido en laguna primaveral.

 

                   VI

 

Huérfano de alfabeto crece el árbol silvestre

que a todos maravilla.

Y en su mirar concreto,

se va impregnando el pueblo del idioma Castilla.

 

Transpira vida su noble arquitectura

en la selva del tiempo que le tocó vivir.

A golpes de inquietudes florece la cultura

y al corazón conmueve la Gran Luz por venir.

 

                 VII

 

De Norte a Sur, del Este y al Oeste,

el pueblo soportaba

sus torres de marfil.

Catedrales de diezmos levantaba

y templos de maíz.

 

Como ceibo viril, descortezado,

hambriento de igualdad y de justicia,

desnudo como el pie del campesino

esperaba su luz el Pueblo Mexicano.

 

De encomiendas, a criollos,

iba acumulando:

Sus trojes de dolor

esclavizado,

su epidermis al látigo prendida,

los cereales que al alma germinaba,

la cuenta de doliente agricultura,

la sal, el catequismo y el rosario,

la sotana del cura, y del amo,

el santo escapulario. 

 

                 VIII

 

Allí estaba la Patria:

Una joven mestiza con harapos,

exhibiendo su ropa desgarrada,

la espiga y el sudor,

la flor del callo,

los surcos de la espalda,

el pulque y su tabaco,

la herencia de Cortés:

idioma-abecedario,

la gota sifilítica

y el piojo castellano.

 

                IX

 

Benito Pablo Juárez

se presenta:

hermano es de Morelos y de Lincoln,

de Sucre y San Martín,

de Bolívar e Hidalgo,

de Artigas y Martí.

 

Llegó con su levita

republicana

y su bastón de mando.

 

(Es fea pero buena su figura

y la mirada enérgica en sus actos).

 

Quetzalcóatl zapoteca,

toda su vida la ofrendó a la Patria.

Desamortizó la conciencia del pueblo

y separó la Iglesia del Estado.

Jamás el privilegio pudo estrechar su mano,

y a las intervenciones extranjeras

enjuició en Maximiliano.

 

                 X

 

La sangre azul se arrodilló

a sus plantas,

abrazando el orgullo sus rodillas.

Y era entonces la Patria Mexicana,

impasible, serena como el alma

del indio sin mancilla.

 

(Inútil ruego por inútil causa).

 

La rubia barba recibió el castigo

que el pueblo ejecutaba.

La neblina del sueño imperial

quedó desvanecida con el alba.

 

La sangre de traidores vende-patrias,

por el oro y el tiempo coagulada,

como ejemplo de recta ejecutoria

fue también fusilada.

 

                  XI

 

Así el destino de la patria queda

grabado en la corteza de la Historia.

La memoria del Indio se levanta,

renace en cada Marzo Primavera

y es la palabra ¡JUÁREZ!, a flor de pensamiento,

el cáliz de la aurora que derritió la cera,

y el justo nombre que a la margen del tiempo

¡derrumba las obscuras estatuas del silencio!

Dr. Agenor González Valencia
http://agenortabasco.blogspot.com/

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