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La soledad del poder

Agenor González Valencia

Después de un suave y prolongado sueño, arrullado por el trino de los pájaros del jardín del suntuoso palacio, el rey displicente, despierta, abre los ojos, lanza la mirada hacia alrededor de su confortable recámara, estira los brazos, bosteza, se inclina y se levanta. Llama al ayudante de alcoba y nadie responde. No hay quien le prepare el baño; no hay ropa preparada para su cambio; no hay ruido; silencio. El rey inútilmente hace tintinear la campanilla, nadie responde. Desesperado se precipita hacia el comedor y, ¡oh!, sorpresa: el comedor está vacío al igual que la cocina. Extrañado se pasa los dedos por los cabellos, hace con la cabeza señal negativa, se encoge de hombros y pasa a revisar, con ansias, salones y rincones del palacio: ¡todo está desierto! Angustiado sale a la calle, mira a los transeúntes, pero ellos no lo ven; todos parecen indiferentes ante la presencia del monarca. ¡Todos!...¡Todos!...¡Todos!, hasta ese momento reacciona: ¡se encuentra solo!

¡Qué terrible la soledad del poder!... ¡Qué terrible!

Dr. Agenor González Valencia
http://agenortabasco.blogspot.com/  
agenor15@hotmail.com  

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