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La calumnia
Agenor González Valencia
agenor15@hotmail.com

 

La calumnia repta. Destruye. Asalta. Es deshonor.

La calumnia mancilla. Salpica. Goza en los labios enfermos del abrumador de mentiras. Esparce rumores con la insana intención de dañar un prestigio. Es el hedor que emana de pústulas del alma. Canalla. Amoral.

Es el eco de la insidia. Emanación del rencor. Agravio de la envidia. Iniquidad del cobarde.

Planta parásita que germina en bocas maldicientes. Ponzoña deslizada en prestos oídos a la intriga.

El calumniador oficia en la oscurana. Su púlpito es la sombra, lanza la piedra y esconde la mano. Deforma verdades. Excretor de infundios, chistoso repulsivo, emboñigador de nombres, su instrumento de trabajo es la palabra oral o escrita.

La calumnia es estrabismo. Abalorio llamativo de negativas pasiones. Abajamiento del espíritu. Señal de infelicidad. 


Urdimbre de falsedades. Rencor. Malestar por el mérito ajeno. La calumnia es complejo y frustración.

Ocupación de desocupados. Festín del chisme. Narración de irrealidades, es la manera más injusta de dilapidar el tiempo.

Ofensa sin nivel. Fermento del odio. Difama. Envenena el ambiente. Los oidores del rey suelen amarla apasionadamente. Y hay quienes a la carta la seleccionan vorazmente, como su platillo favorito.

Aparente sinceridad. Intención oculta. Fauces abiertas para engullirse a la víctima, la calumnia se viste de gala rumbo al cadalso en el que ejerce de verdugo como herencia espiritual de sus ancestros.

Calumniar es vicio. Bastardía. Indigencia interior. Inferioridad manifiesta.

La calumnia no duerme. No reposa. No descansa. Es insistente. Reiterativa. Penetrante. Es engaño. Falsedad. Cizaña. Áspid.

El calumniador es terrible por su lengua. Plumero de redacción emporca cuartillas para ganar sin escrúpulos el pan para sus hijos y la miseria del desprecio.

José Ingenieros la describe magistralmente en El Hombre Mediocre al narrar la escena alegórica del famoso cuadro de Botticelli que la representa. Nos dice:

“La calumnia invita a meditar con doloroso recogimiento; en toda la Galería de los Oficios parecen resonar las palabras del artista – no lo dudamos – quiso poner en labios de la verdad, para consuelo de la víctima: en su encono está la medida de tu mérito.

“La inocencia yace en el centro del cuadro, acoquinada bajo el infame gesto de la calumnia. La envidia la precede, el engaño y la hipocresía la acompañan. Todas las pasiones viles y traidoras suman su esfuerzo implacable para el triunfo del mal. El arrepentimiento mira de través hacia el opuesto extremo, donde está como siempre sola y desnuda, la verdad; contrastando con el salvaje ademán de sus enemigos, ella levanta su índice al cielo en una tranquila apelación a la justicia divina. Y mientras la víctima junta sus manos y las tiende hacia ella, en una súplica infinita y conmovedora, el juez Midas presta sus vastas orejas a la ignorancia y la sospecha”.

La calumnia es boomerang cuyo golpe retorna a sus orígenes. El victimario es víctima que respira por la herida incurable de su alma atormentada.

La calumnia es alimento de engorda en las zahurdas, coparticipante identidad. Lavazas en las que fermentan los desperdicios humanos. Arrepentimiento vano.

 

Agenor González Valencia - Puebla de los ángeles
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agenor15@hotmail.com 

 

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