El desafío, por Diego Bigongiari, Ana María Tussié, Graciela Clivaggio, Esteban Valentino, Rodolfo Romanutti y Elena Guimil. Ilustraciones: Saúlor. Buenos Aires, Sudamericana. (Pan flauta) -  

por María González Rouco

Destinado a jóvenes lectores, este volumen reúne los seis cuentos distinguidos con el Premio La Nación 1999 de Literatura infantil. El jurado, compuesto por Ema Wolf, Oche Califa y Canela (Gigliola Zecchin de Duhalde), debió discernir entre mil doscientos sesenta y siete cuentos enviados por autores de habla española, argentinos y de otros países. “El éxito de la convocatoria puso en evidencia la gran cantidad y variedad de voces talentosas que se asoman hoy a la literatura para chicos”.

Aunque parejos en su cuidada redacción, los textos galardonados son muy diferentes entre sí. Su yuxtaposición en un volumen da como resultado un libro de sorprendente calidad, fundamentalmente por su novedosa concepción del público lector.

Diego Bigongiari nos habla de la vida de un marino en un lugar mítico; su experiencia, narrada poéticamente, deja una valiosa enseñanza. Ana María Tussié ha profundizado en “la naturaleza, las leyendas y el lenguaje de la Puna” para crear un texto de inusitada belleza. Graciela Clivaggio nos habla de la ternura que puede demostrarse aún en las situaciones más inverosímiles. Esa misma ternura es, quizás, la que lleva al protagonista de Valentino a una situación no del todo merecida. Romanutti nos ofrece un cuento de aparente humor, en el que subyace la idea del aislamiento en el que se encuentra todo ser atípico. Elena Guimil, por último, evoca con visión mágica un suceso entrañable de su infancia.

Los temas abordados serán de indudable interés para la lectura en los momentos libres, pero puede utilizarse esta colección también en los últimos años de la EGB, ya que permite estudiar la lengua y su empleo literario, al mismo tiempo que suscita el debate y llama a la reflexión.

Servirá asimismo, a nuestro criterio, como disparador de vocaciones dormidas, pues demuestra que la literatura está en la vida cotidiana y todos, con mayor o menor fortuna, podemos cultivarla.

Merece destacarse la labor de Saúlor, quien ha logrado reflejar en sus libros el espíritu, tan distinto, que subyace en cada una de las narraciones.

María González Rouco

Lic. en Letras UNBA, Periodista

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