Gombrowiczidas 

Witold Gombrowicz y Tamara Kamenszain
Juan Carlos Gómez

Yo no sabía si dejar librada mi decisión de pedirle o no pedirle al Pato Criollo un prólogo para "Gombrowicz, este hombre me causa problemas" a una elección probabilística simple de sí o no, o de cincuenta y cincuenta, en cualquiera de las modalidades tradicionales, o si en cambio utilizar una forma más cercana a la literatura. Finalmente elegí un sistema combinado: que sea lo que Dios quiera.

Cuando el libro se publicó enseguida se dividieron las opiniones sobre la calidad del prólogo del Pato Criollo en dos grupos antagónicos. El caso extremo de las opiniones favorables estaba constituido por los que leían de inmediato el prólogo y demoraban la lectura del libro, como la Hierática y la Poetisa Piquetera Impenitente, y el caso extremo de las opiniones desfavorables estaba constituido por los que lo consideraban un verdadero desatino, como el Licenciado Vidriera y la Flauta Traversa, para poner sólo unos ejemplos.

Tamara Kamenszain

En la Embajada de Polonia, el día de la presentación del libro, hablaba con la Poetisa Piquetera Impenitente, una vieja conocida del Pato Criollo: –Che, Goma, ¿vos sos loco?, ¿cómo le fuiste a pedir al Buhonero Mercachifle que te presentara el libro?, ¿no sabés que es tarado?; –Sí, pero fue de relleno, lo presentaron también el Zorro, el Socialista y el Régisseur Fanfarrón, además fue amigo de Gombrowicz; –Dejate de joder, ¿y por qué nadie habló del prólogo de Aira?; –¿Y quién iba a hablar, si ese prólogo es una verdadera mierda?; –Ah, no, no puede ser; –¿Vos lo leíste?, Aira se está cayendo, ¿viste lo del "Gauchito"?; –Sí, no pude terminar el libro; –Claro, yo tampoco, ese pelotudo se está convirtiendo, si es que no lo fue siempre, en un escritor para mujeres. Aquí la Poetisa Piquetera Impenitente se me escapó.

La Poetisa Piquetera Impenitente fue el primer gombrowiczida argentino que desarrolló un trabajo acerca de Gombrowicz sobre la base de los testimonios de un quinteto, y no de un cuarteto como diez años después lo haría Alberto Fischerman en el film "Gombrowicz o la seducción".
"Rastrear la huella que dejó Gombrowicz en la Argentina por esos años, elegir algunos nombres –algunos de ellos transformados en seudónimos literarios– entre los muchos que menciona como ‘su amigos’ en el Diario Argentino, escuchar las narraciones de esos amigos y después transcribirlas, implica de algún modo trazar las coordenadas de un mapa biográfico siempre parcial, siempre fragmentario. Pero quizás, o justamente, en ese fragmentarismo esté una de las claves de la personalidad de Witold Gombrowicz: prismático, multifacético, el genial escritor polaco intentó cubrirse –máscara sobre máscara– del peligro de la personalidad definida, unilateral (...)"

"Jorge Di Paola (‘Asno’)–novelista autor de ‘Hernán’ y de ‘La virginidad es un tigre de papel’– y Mariano Betelú (‘Flor’ o ‘Quilombo’) –dibujante–, lo conocen en la pequeña ciudad argentina de Tandil donde Gombrowicz recala para curarse de una enfermedad pulmonar. El escritor Ernesto Sabato y Juan Carlos Gómez (‘Goma’), lo conocen en Buenos Aires, uno en plena vida literaria porteña, el otro en un bar donde se jugaba al ajedrez. Para Jorge Luis Borges, Gombrowicz fue ‘un amigo de amigos’. Testigos, interlocutores, intérpretes, estos cinco argentinos conocieron cada uno de ellos a un Gombrowicz distinto. En sus recuerdos, en la transcripción de esos recuerdos, está el azar de la biografía o –con un grado más de pretensión– las coordenadas de una posible historia"

La nota que escribió la Poetisa Piquetera Impenitente, "Los que conocieron a Gombrowicz", se publicó en "Texto Crítico" de México en el año 1976 y sirvió de inspiración a otros hombres de letras a los que se le ocurrió escribir sobre Gombrowicz algún tiempo después.

A cada uno de los testimonios de los miembros de ese quinteto le puso un nombre: ‘Un lector de las pampas salvajes’; ‘Dos instantáneas de Gombrowicz’; ‘Un texto margotínico’; ‘Una especie de histrión¡; ‘Como si fueran una fotografía’

Estos títulos recorrieron el mundo mucho antes de que apareciera "Gombrowicz en Argentina" de la Vaca Sagrada, y fueron algo así como la primera inspiración, el primer amor de una novia que nunca se olvida.

En esa entrevista con la Poetisa Piquetera Impenitente el Asno relata algunos episodios de las aventuras de Gombowicz en Tandil no demasiado conocidos.

"Desconcertaba mucho a los adultos, era un tipo que vestía un arrugado traje de poplin y una gorra que llevaba en el bolsillo, casi podría decirse que se parecía a Jacques Tati. Era cómico, pero al mismo tiempo tenía como una especie de dignidad aristocrática, un orgullo. Creo que había asimilado en sus gestos mucho del cine mudo. Un día le pidió prestada la bicicleta a uno de los muchachos y se puso a andar, logró andar cada vez a menor velocidad hasta dejarla casi detenida y como el piso era de arena iba dibujando cuadrados en vez de círculos con una lentitud cercana a la inmovilidad. Era un perfecto corto de cine mudo y nosotros llorábamos de la risa... (...)"

"Su partida de Tandil fue también payasesca. Recuerdo que mientras lo saludábamos en el andén él estaba parado majestuosamente en el estribo del tren con su traje, su paraguas y su pipa. Parecía un conde. Tan rara era su imagen, que provocó una situación también rara: se le acercó un hombre que estaba caminando por el andén y sorpresivamente le preguntó: –¿Y usted, qué es?–, y se fue"

Y Flor de Quilombo pone al descubierto el carácter un tanto dudoso de sus relacionas amistosas con Gombrowicz cuando le pide unos pesos para cubrir unos gastos inesperados.

"Viejo, es que vos sos para mí como un padre espiritual y yo no se lo podría pedir a nadie más. Sos como un padre potencial...; –Mira Flor, esto es el colmo del descaro... (se ríe) (...)"

"Es curioso que yo, diríamos un impotente, me transforme en un padre potencial, además de no haber tenido, y esto sea dicho con el mayor respeto, el placer con tu mamá. (De pronto interrumpe la conversación y en tono severo dice): –Viejo, ¿te das cuenta de las estupideces que hablamos?. . . Por supuesto que existe un culpable...; –Witold, son las 17 horas. ¿No sería conveniente partir al Querandí?; –Ah, esa mezquindad tampoco se te escapó. No piensas sino en llenar el buche. ¡Corre vos y espérame mientras hago unos llamados por teléfono!...(...)"

"Salgo de inmediato. Llego al Querandí. Esquina Perú y Moreno. A la media hora llega Gombrowicz caminando pausadamente, contoneándose como una matrona militar. Las manos en los bolsillos. El sombrero puesto. Compra el diario La Razón. Sin decirme nada me alcanza la sección de deportes"

Gombrowicz tenía con las poetisas una relación jocosa y más bien despectiva, siguiendo la línea general de sus relaciones con toda la poesía, no sé cómo se hubiera llevado con la Poetisa Piquetera Impenitente.

En el año 1960 Gombrowicz se embarca en el buque General Artigas y se va con el Asno a Uruguay a pasar una vacaciones.

Desembarcan en Montevideo, se alojan en un hotel y a la noche asisten a una conferencia que dicta Dickman en la Asociación de Escritores. En el aire de la sala flota la cortesía, la banalidad y el aburrimiento. La poetisa Paulina Medero preside la sesión: –Tenemos el honor de presentar al señor Gombrowicz a quien le damos la bienvenida; quizás Gombrowicz quiera decirnos unas palabras; –Bien, Paulina, pero de hecho, ¿qué es lo que he escrito? ¿Cuáles son los títulos?

Dickman observa los titubeos de Paulina y acude en su auxilio: –Yo sé, Gombrowicz publicó una novela en Buenos Aires traducida del rumano, no, del polaco, "Fitmurca"... no, "Fidefurca". Se produce un malestar generalizado en la sala. Termina el acto y Gombrowicz estampa en el libro de la Asociación su firma, tras lo cual se lo pasa al Asno para que lo firme también. Esto vuelve a provocar inquietud entre el público porque el Asno está en la edad del servicio militar y todavía no tiene pinta de literato.

De la Asociación de Escritores se fueron con Paulina y Dickman a un restaurancito que se daba aires, en el que los poetas habían preparado un banquete para homenajear a un profesor muy venerado. Se levantan los poetas y las poetisas y sueltan poemas en honor del profesor. Cada uno de los cincuenta poetas presentes tenía que pronunciar su poema de homenaje.

Para pasar el mal trago Gombrowicz llama al mozo, pide dos botellas de vino y empieza a tomar. Le llega el turno a una poetisa grasienta y barrigona, se levanta de un salto, mientras balancea el busto de un lado para otro y agita los brazos, emite manojos de rimas nobles. Gombrowicz no aguantó más y lanzó una carcajada tras la espalda del Asno, que también soltó una carcajada pero sin ninguna espalda que lo protegiera. En medio de miradas indignadas se levantó el laureado para soltar su discurso, Gombrowicz y el Asno aprovecharon la oportunidad y ahuecaron el ala.

"¡Chismes al canto! Al día siguiente, mientras cenábamos, Dipi oyó que en la mesa vecina se hablaba del escándalo en la Asociación de Escritores y de la provocación en el banquete de poetas... ¡Alguien aconsejaba escribir a Ernesto Sabato para preguntarle si su carta dirigida a Julio Bayce en la que me recomendaba calurosamente era auténtica!"

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Juan Carlos Gómez

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