Gombrowiczidas

Witold Gombrowicz y Jerzy Lisowski
Juan Carlos Gómez

Jerzy Lisowski, un oso bueno y barbudo, junto a su escudero, el Pequeño K, me abrieron las puertas de la patria de Gombrowicz publicando todos mis escritos en “Twórczosc”, una de las editoriales más prestigiosas de Polonia.

El Oso había sucedido al legendario Jaroslaw Iwaszkiewicz en la dirección de la revista hasta que murió, justamente el año en que se celebraba el centenario del nacimiento de Gombrowicz.

Mi relación epistolar con el Pequeño K tiene una docena de años de existencia, empezó en 1997 y padeció, como todas mis relaciones con las personas que desempeñan funciones en la actividad de escribir, algunos contratiempos. Es mi traductor y editor polaco, también de vez en cuando se le mete en la cabeza que tiene que escribir y por esta razón ya tiene publicados algunos libros.

Jerzy Lisowski

Gombrowicz no podía admitir que en los tiempos de “Ferdydurke” la prosa literaria polaca estuviera invadida por las mujeres. Después de terminado “Ferdydurke”, su ópera magna, le pareció que había llegado el momento de rebelarse y sacó la conclusión de que debía exterminarse la femineidad en la literatura. Cuando lo invitaron a integrar la redacción de una revista de jóvenes y lo consultaron sobre lo que iba a publicar en su página respondió: –Voy a luchar por mí mismo, ¡voy a ajustar las cuentas con mis enemigos!; –¿con qué enemigos?; –con las mujeres. 

“Y yo no me enterado nunca si las mujeres en la literatura y la femineidad literaria eran verdaderamente enemigos míos, y si mis reproches eran justos. Puesto que de la justicia de nuestras pretensiones no nos convencemos hasta que comenzamos a luchar por ellas"

A mediados del año 2004 el Director de la Biblioteca Pública de Varsovia me propuso el patrocinio honorífico de la exposición “Gombrowicz en el teatro secular del mundo” que estaban organizando para celebrar el año del centenario, ofrecimiento que acepté inmediatamente porque me sentí verdaderamente honrado. La curadora del evento resultó ser la Cortesana, una víbora metafísica tramoyera que se hizo la amiga mía durante un tiempo para darse aires con mi nombre. 

Al poco tiempo de haberle completado el envío de materiales estallé como una Santa Bárbara y todo se fue al demonio, con mucho dolor de mi parte pues tuve que renunciar al patrocinio. Maldecía a la Cortesana a diestra y siniestra, y me decidí a ajustar cuentas con esa mujer, debía llevar a cabo el proyecto trunco de Gombrowicz. 

A pesar de haber recibido un golpe tan duro, no estaba triste, sabía por el Zorro que el Presidente de la República de Polonia me había otorgado la Cruz al Mérito. Es una de las condecoraciones más importantes que le otorgan los polacos a sus ciudadanos y a los extranjeros para distinguir el desempeño en las actividades civiles y militares y, en este caso, en aquellas que tienen que ver con la cultura. 

Soñaba despierto con esa cruz que iba a guardar toda la vida junto a mis recuerdos más queridos. Sin embargo, algo me daba vueltas en la cabeza y no me dejaba dormir tranquilo, era una carta que me había escrito el Pequeño K. 

“Las costumbres se han venido a menos. Hace unos días mi jefe, Jerzy Lisowski, acompañó al Presidente de la Nación en su viaje oficial a Francia (...)”

“Después de una recepción regia (casi), desde el aeropuerto los llevaron a un hotel lujoso en el centro de París. Me cuenta Lisowski: –Tenía dos horas libres así que opté por acostarme. Un apartamento enorme, una cama inmensa como para tres parejas. Me desvestí, ¡a apolillar se ha dicho!, pero justo en ese momento llaman a la puerta. Voy, abro, y veo a un portero con su uniforme regular: –¿Monsieur Lisowski?; –oui, le contesté en paños menores; –ce pour vous... y me entregó un paquetito. Vuelvo a la habitación, abro el paquete y veo.... veo una orden para mí: la Legión de Honor. La Francia de hoy ya no es como la de antes, a otro miembro de la delegación polaca le entregaron la orden en el ascensor, y a otro más, en el pasillo”

A mí no me va a pasar esto, decía para el interior de mi conciencia, yo voy a ser el único condecorado. En el mediodía del 15 de diciembre del año 2004 el Zorro entregó en la hermosa mansión que la Embajada de Polonia tiene en Palermo Chico una docena de Cruces al Mérito. Mientras yo le reprochaba amargamente esa colectivización de la ceremonia el amagaba una defensa falsa alegando que no todas las medallas habían sido de oro como la mía, entonces le rogué que me recondecorara en el Centro Cultural Borges a mí solo, esa misma noche, en el cierre de las jornadas gombrowiczianas. El Zorro se apiadó de mí y me recondecoró tal cual se lo había solicitado. 

Mis aventuras polacas comenzaron cuando le mandé al Pequeño K las cartas que Gombrowicz me había escrito desde Europa. 

En forma inmediata le pidió permiso a la Vaca Sagrada para publicarlas en la revista, pero la viuda se hizo la sorda y recién a los dos años se dio por enterada. Mientras tanto fui descubriendo que el Pequeño K, igual que yo, no le tenía ninguna simpatía; me empezó a decir que la viuda no escribía bien, que no hablaba polaco ni español, que Gombrowicz era lo único que tenía, que lo trataba como un depósito bancario, que le tenía envidia porque “Tango Gombrowicz” era mejor que “Gombrowicz en Argentina”.

Como la Vaca Sagrada no les daba la autorización para publicar las cartas enteras hice una selección de fragmentos de las que Gombrowicz nos había escrito a Flor de Quilombo y a mí, selección que “Twórczosc” editó en julio de 1999. Cuando la Vaca Sagrada se enteró le mandó una carta al Oso.

“Querido señor: Acabo de tomar conocimiento de la publicación del mes de julio de “Twórczosc” que encontré a mi regreso de Canadá. Quedé estupefacta al leer textos y cartas de Gombrowicz que yo había prohibido publicar. Esto usted no lo sabe pues no consultó mi opinión. Una gran parte de las cartas de Gombrowicz enviadas a sus discípulos argentinos ya fue publicada en mis libros y en la revista L’Infini dirigida por Phillippe Sollers de la Editorial Gallimard (...)”

“Estas mismas cartas (traducidas por Zofia Chadzinska) fueron reproducidas en los diarios polacos. En cuanto a las cartas que Gómez le escribió a Gombrowicz, usted puede publicarlas íntegras en su revista si así lo desea. Encuentro lamentable y grotesco presentar la correspondencia de Gombrowicz en pequeños extractos (...)”

“Me sorprende que usted haya aceptado publicarlo de una manera tan indigna. Yo lucho desde hace años para que se publique su obra lo mejor posible. Gombrowicz, actualmente, está traducido a 22 idiomas. Estamos organizando las ediciones de las Obras Completas en varios países y por eso tenemos un programa editorial. En consecuencia, antes que nada, tenemos la necesidad de una Edición Crítica polaca de las Obras que servirá de base a las ediciones extranjeras. Las cartas a sus discípulos argentinos serán, evidentemente, publicadas pero yo quisiera que se dé prioridad absoluta a la edición de las obras. Yo le pedí a Gómez que tuviera solamente un poco de paciencia. Encuentro humillante e injusto que usted me trate de esta forma. Si usted quiere en el futuro publicar textos de Gombrowicz puede dirigiese directamente a mí ya que yo soy la responsable. Bien a vous”

El Oso recibe el golpe de la Vaca Sagrada y no se lo devuelve, no califica su conducta descuidada, en cambio le responde con mucha dignidad.

Querida señora: Siento pena que el número de julio de nuestra revista la haya enojado hasta tal punto. No hubo ninguna mala intención de nuestra parte, buscamos simplemente acercar a Gombrowicz a nuevos lectores (...)” 

“Si hemos citado textualmente la frase de Gómez sobre nuestra prohibición de publicar fue porque teníamos razones para creer en su veracidad. En efecto, en mayo de 1997 hemos recibido de él, para ser publicadas, 40 cartas de W.G.. Le hemos escrito a usted para solicitarle su autorización. Nuestra carta quedó sin respuesta razón por la que renunciamos a la publicación de esta correspondencia (...)”

“Esta primavera el mismo Gómez nos envió algunos textos compuestos de extractos de cartas de W..G. concentrados en problemas concretos: gente, lugares, etc. Esto nos pareció interesante, muy vivo y para nada indigno de Gombrowicz. La fórmula ‘alguien leyendo a alguien’ es una fórmula abierta, yo diría creativa, por ejemplo, la concerniente al texto ‘Gombrowicz leyendo a Sabato’. Yo sigo creyendo, después de los ecos que tuvimos en Polonia, que nuestra publicación no ha ensombrecido la gran sombra de W.G. sino al contrario, ha acercado la personalidad del escritor a su nuevo público. W.G. es muy necesario en este momento pues, convertido en un clásico, uno de los autores que se estudia en la escuela, no puede estar en la situación de Slowacki de quien él se burla bastante en “Ferdydurke” (...)” 

“Nosotros no podemos hacer gran cosa para apurar la aparición de la edición crítica de las obras de W.G. en polaco, pero estamos continuamente interesados en todo lo que le concierna, textos inéditos, correspondencia, etc. No dude entonces de nosotros, acepte nuestras disculpas si se siente humillada por nuestra causa y esté segura que todos en esta redacción somos profundamente devotos de la memoria de Gombrowicz y creemos en la perennidad de su obra. Muy sinceramente suyo”

Todo estas contrariedades habían empezado dos años atrás con una carta de la Vaca Sagrada. 

“Sólo un libro, preparado también contigo, podrá aportar una solución y no envíos de fotocopias por todos lados a todos los hijos ilegítimos de Witold”. 

La carta en la que la viuda me escribió esta advertencia tiene la misma antigüedad que la de mi relación con el Oso, las aventuras que corrí después con la canadiense y con el polaco tienen evidentemente signos contrarios.

ver La identificación de los apodos y de la actividad

Juan Carlos Gómez

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