Gombrowiczidas 

Witold Gombrowicz y Albert Camus


Albert Camus

por Juan Carlos Gómez

En los diarios Gombrowicz analiza la posición moral de Camus como uno de los casos de los moralistas en la literatura de posguerra. Así como es cierto que la cantidad de los que sufren le pone límites a la comprensión del dolor, también es cierto que la cantidad de los que hacen sufrir le pone límites a la culpa, hecho que Camus escamotea.

La actitud trágica de Camus es diferente a la de Schopenhauer; la de Schopenhauer es la consecuencia del desarrollo de un pensamiento que se manifiesta como una expansión de una función vital, la de Camus es fría y oculta el hecho de que su infierno es intencionado. Camus renuncia al placer que produce la comprensión del mundo para quedarse a solas con la tragedia, porque en nuestra época el hombre trágico pasa por ser más grande, más profundo y más sabio, pero no es el mundo el que se ha vuelto más trágico, el que se ha vuelto más trágico es el hombre.

Gombrowicz analiza algunas de las protestas de los escritores de posguerra. Se estaban quejando de que la literatura de postguerra no había sido capaz de agotar el tema de la guerra, que de ese abismo infernal no se había extraído todo lo que sobre el hombre se podía extraer. Estos escritores se pusieron a hablar de los cuerpos torturados creyendo que la inmensidad del sufrimiento los proveería de alguna verdad, de un nuevo saber sobre nuestros límites, pero sólo descubrieron que la cultura de los estetas intelectuales no es más que espuma.

A veces hay dosis demasiado fuertes que el organismo ya no acepta, Gombrowicz piensa que los temas demoníacos y gigantescos hay que tratarlos con una prudencia excepcional o, al menos, con una excepcional astucia.

“Cuando te acercas con la pluma en la mano a las montañas de sufrimientos de millones de seres, te invade el miedo, el respeto, el horror, la pluma te tiembla en la mano, y tus labios no son capaces de emitir más que un gemido”

Pero ni con los gemidos ni con el vacío se hace literatura. La actitud honesta es no esforzarse en vivir algo que no se puede vivir, es preguntarse por qué esas vivencias nos resultan inaccesibles. Los polacos no habían experimentado la guerra. Habían experimentado únicamente el hecho de que la guerra no se puede experimentar, experimentar plenamente, agotarla como experiencia.

A Gombrowicz le resulta extraño no poder llegar al fondo de la especie humana, nunca conseguirá conocer a todos los hombres. 

Aparece siempre una nueva variante del hombre, y estas variantes no tienen límite, pues no hay hombre que no sea posible.

Esta infinitud y este abismo interior de la imaginación, revocan todas las normas psicológicas y morales.

“La cantidad en el hombre, si se me permite señalarlo, se comporta de una manera sorprendente, ya que multiplica y divide al mismo al mismo tiempo. ¿Quién puede dudar de que la acción de cinco hombres que tiran de una cuerda será cinco veces más eficaz que la de uno solo? Pero con la muerte ocurre lo contrario. Intentad matar a la vez a mil hombres y constataréis que la muerte de cada uno de ellos es mil veces menos importante que si muriera en soledad”

Dice Gombrowicz que la obra de Camus oculta el hecho de que la intensidad de la culpa es inversamente proporcional al número de personas que lo comete. Camus separa al hombre de su relación con los demás, necesita realizar esta operación para llevar a buen fin su maniobra con la tragedia. Los moralistas no confrontan el alma individual con la existencia, sus proposiciones teóricas andan más bien detrás del perfeccionamiento de la conciencia. 

Pero la cuestión para Gombrowicz es otra, es saber hasta qué punto su conciencia es de él. La conciencia es un producto colectivo, así que con ella no se lo puede tratar al hombre como si fuera un alma autónoma. 

Cualquier punto de partida estructurado facilita la actividad de escribir, a veces es la religión, otra las concepciones políticas, pero la moral siempre anda dando vueltas. 

Gombrowicz intentó sortear este dilema en su obra y también en su vida, sin embargo, la empresa era muy difícil.

A la literatura le resulta indispensable una moral, sin moral no existiría la literatura, la moral es el sex appeal de la literatura puesto que la inmoralidad es repulsiva y el arte debe ser atrayente. Una de las razones por la que le resulta difícil darle un tratamiento literario a la moral es porque el sentido moral posee un carácter individual y procede de la idea de un alma inmortal, y en el mundo de Gombrowicz el hombre es creado por los otros hombres. Sin embargo, la moralidad en sus obras se manifiesta con mucha intensidad, es más fuerte que Gombrowicz, él no la busca, pero ella lo busca a él y lo gobierna.

La posguerra trajo una ola moralizadora en la literatura a caballo de los comunistas, los existencialistas y los católicos, pero en esta literatura resulta casi imposible separar la moral de las comodidades. Desgraciadamente, el lujo parece acompañar a esta moralidad también en un sentido concreto. Gracias a este tipo de moralidad Sartre, Camus, Mauriac, Aragon, Neruda… tuvieron una gran influencia en las jóvenes generaciones, fueron premiados con el Nobel y con la Academia, y consiguieron de un sistema capitalista inmoral riquezas, honores y amor.

Con la moral el artista seduce a los demás y embellece a sus obras, es su sex appel, en consecuencia debería tratarla con la mayor delicadeza. El arte explícitamente moralizador era para Gombrowicz un fenómeno irritante. 

Que el escritor sea moral, pero que hable de otra cosa, que la moral nazca de sí misma al margen de la obra. Se propuso debilitar en sus escritos todas las construcciones de la moral premeditada con el propósito de que nuestro reflejo moral espontáneo pudiera manifestarse.

Aunque Gombrowicz no era indiferente a la vida difícil de los pobres, mientras vivió en Polonia, tuvo una vida fácil sin necesidades materiales. La familia, las institutrices y el servicio doméstico lo mantuvieron alejado de la parte dura de la existencia. Las cosas cambiaron brutalmente cuando llegó a la Argentina, el mundo doble y acolchado de ese noble burgués se derrumbó y Gombrowicz tuvo que enfrentar el hambre, la humillación y toda la variedad de las penurias materiales.

Este cambio fatal de las circunstancias acentuaron el rechazo que siempre había tenido por los artificios, el idealismo y las ilusiones al punto que se obligó a definir de una manera más drástica su axiología.

“¿El vacío? ¿Lo absurdo de la existencia? ¿La nada? ¡No exageremos! No se necesita de un Dios o unos ideales para descubrir el valor supremo. Basta permanecer tres días sin comer para que un mendrugo adquiera ese valor; nuestras necesidades son la base de nuestros valores, del sentido y del orden de nuestra vida”

Si las formas artísticas no expresan, aunque de una manera transpuesta, esas necesidades entonces se convierten en un vicio insustancial que se aprovecha de un estado de cosas artificial con un origen histórico.

La moral era pues una dificultad que permanentemente le entraba por la ventana. Sus concepciones se pusieron en crisis con el mayo francés y con los muchachos de Tandil.

Los acontecimientos que ocurrieron entre mayo del 1968 y el día de hoy le dieron sin embargo la razón a Gombrowicz: la revolución de los jóvenes no prosperó y los adultos volvieron a las andadas. 

“No resulta sorprendente, pues, que la acción de los jóvenes en cuanto programa político, social o ideológico, sea de tan mala calidad. Un muchacho que lanza piedras es algo que está bien, que no resulta chocante en el plano artístico. Un muchacho que pronuncia discursos y se propone cambiar el mundo, no, eso es ingenuo y pretencioso. No está bien”

Pero en Tandil alcanza su obejetivo, desmoraliza a los jóvenes tandilenses: –¿Dónde vivirías, Asno, en Moscú o en Nueva York? La gente necesita su casita y su jardín. Y además lo que aliena, che, es el trabajo, no el capitalismo. Che, viejo, pero esto es Atenas. Todos son artistas, nadie quiere trabajar. Huyen cuando alguien exclama: ¡Estudio, trabajo! La patria está perdida.

ver La identificación de los apodos y de la actividad

Juan Carlos Gómez

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

Email: echinope@gmail.com

Twitter: https://twitter.com/echinope

Facebook: https://www.facebook.com/letrasuruguay/  o   https://www.facebook.com/carlos.echinopearce

Linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-echinope-arce-1a628a35/ 

Círculos Google: https://plus.google.com/u/0/+CarlosEchinopeLetrasUruguay

 

Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay

 

 

"#Literatura #latinoamericana seleccionada en http://acervoyatasto.com los mejores #libros nuevos y usados"

 

Ir a índice de ensayo

Ir a índice de Gómez, Juan Carlos

Ir a página inicio

Ir a índice de autores