Gombrowiczidas 

Witold Gombrowicz y Jan Onufry Gombrowicz
Juan Carlos Gómez

La curiosidad que tienen las personas cultas por saber cuáles han sido las lecturas de los hombres de letras eminentes es análoga al deseo de conocer sus antecedentes familiares, es una necesidad que se manifiesta en todos los campos del conocimiento humano, la necesidad de clasificar y de darle una estructura lo más simple posible al desorden. Pero ni de sus antecedentes familiares ni de las lecturas que hacía Gombrowicz podemos deducir la verdadera naturaleza.

El padre de Gombrowicz era un hombre íntegro, que reaccionó como patriota contra la violencia zarista y que fue encarcelado por esta razón en la prisión de Radom. Sus hijos vivieron esos acontecimientos con intensidad, y Gombrowicz, que por entonces tenía cinco años, los comprendía también en parte, y estaba muy impresionado.

Excluido de la complicidad que se había establecido entre los hermanos y el padre, se vio dominado por ellos, especialmente por su hermano Jerzy, el favorito de la familia, que lo hacía víctima de bromas continuas.

Gombrowicz estaba subyugado y trataba de imitarlos, pero cuánto más crecía su admiración por ellos más humillado se sentía.

El padre le despertaba una gran admiración pero también temor, Gombrowicz carecía de su aire desenvuelto y de su aspecto viril, además tenía otros defectos que lo hacían víctima de las burlas de sus compañeros como por ejemplo su tez femenina y su tendencia a ruborizarse. En el primer cuento que escribió, "El bailarín del abogado Kraykowski", trató de ajustar las cuentas con estas humillaciones.

Jan Onufry Gombrowicz

Los psicoanalistas, esos incansables destripadores de las psiques humanas, están de acuerdo en considerar al padre de Gombrowicz como el abogado en "El bailarín del abogado Kraykowski" y como el tío de Pepe en "Ferdydurke", pues en ambas obras Gombrowicz intenta destruir el señorío y la seguridad de estos personajes.

"En nuestra familia vivíamos distanciados, éramos demasiado críticos, irónicos, sarcásticos, teníamos un exagerado sentido del ridículo, lo cual mataba en nosotros cualquier reflejo espontáneo (...) En cuanto a mi padre, tenía una naturaleza lituana cerrada, y sus relaciones con nosotros no eran estrechas (...) Un hombre guapo, alto, distinguido, muy correcto y puntual, metódico, con horizontes no demasiado amplios, poco sensible a las cosas del arte, católico practicante, pero sin exageración (...)"

"Fue el último de los Gombrowicz en gozar del respeto general e infundir confianza; nosotros, la siguiente generación, éramos unos excéntricos que no prolongamos la tradición de nuestro padre (...)"

La influencia que ejerció la familia sobre Gombrowicz fue muy importante, desgraciadamente el abuelo paterno era un lituano muy arrogante y el materno era un polaco medio loco, de esta mezcla de familias tan diferentes nació un Witold en el que se precipitaron unas sangres extravagantes y peligrosas.

Onufry Gombrowicz, el abuelo paterno, era de una familia noble que durante cuatrocientos años había tenido propiedades en Lituania hasta que el zar de todas las Rusias le confiscó sus tierras.

Con el dinero de la venta de sus bienes se estableció en Polonia, donde nació Jan Onufry, el padre de Witold. Este hijo contrajo matrimonio con la hija de Ignacy Kotkowski, Marcelina Antonina, y así se formó la familia de Gombrowicz.

"Nosotros, los Gombrowicz, nos considerábamos siempre ‘algo superiores’ a los demás terratenientes de la región de Sandomierz, como consecuencia de los diversos vínculos familiares que habíamos heredado de la época lituana y también porque la nobleza de ese país, más rica y asentada desde hacía siglos en sus tierras, podía vanagloriarse de una mejor tradición, una historia más precisa y funciones sociales y políticas más importantes. De todas formas no puedo asegurar que la nobleza de la región compartiera este punto de vista"

Cuando Onufry Gombrowicz es obligado a vender sus propiedades en Lituania y a trasladarse a Polonia se sintió injustamente despojado, se mostró hostil a su nuevo medio polaco y se quedó orgullosamente apartado en su clan cerrado.

Jan Onufry, a la muerte de su padre, abandona sus estudios, compra una propiedad en Maloszyce y contrae matrimonio con Marcelina Antonina, una hermosa mujer que le da cuatro hijos; Janusz 1884, Jerzy 1885, Irena 1899 y Witold 1904. Es la familia que aparece en la foto de este gombrowiczidas, a excepción de Witold mismo que todavía no había nacido.

Como la familia del padre estaba muy orgullosa de sus orígenes y de sus alianzas principescas, Gombrowicz fue alimentado con las tradiciones lituanas. Los archivos que su abuelo había llevado consigo al salir de Lituania eran pare él una lectura apasionante, y a los dieciséis años le inspiraron su primer texto, una historia de su familia.

Este manuscrito permaneció inédito, pero Gombrowicz conservó toda su vida una pasión muy marcada por la genealogía. La pertenencia de Gombrowicz a una clase social situada entre la alta aristocracia y los hidalgos campesinos se le manifestó como un gran problema que llegó a tener alcances de obsesión.

En Varsovia experimentaba un sentimiento de inferioridad frente a sus compañeros de clase, hijos de importantes familias aristocráticas, mientras por otro lado despreciaba a la nobleza rural que su familia frecuentaba. Pero Gombrowicz era artista por los Kotkowski y no por los Gombrowicz, y fue el peso de esta sangre enfermiza el que lo arrastró finalmente hacia el mundo de los hombres de letras.

Cuando murió su padre en el año 1933 ya había empezado a sentir la decadencia de su familia a la que le encontraba un cierto parecido con "Los Buddenbrooks", la novela de Thomas Mann.

Era una familia que se extinguía, las perturbaciones mentales de algunos parientes de la parte de su madre pesaban sobre su cabeza como una amenaza de trastornos psíquicos futuros, y el padre fue el último Gombrowicz en gozar del respeto general e infundir confianza. Él y sus hermanos, la siguiente generación, eran unos excéntricos de quienes la gente decía que era una lástima que no hubieran salido al viejo Gombrowicz.

Su pertenencia a dos mundos, tan fuertemente marcada desde su juventud, fue muy clara hasta la muerte del padre, después las cosas fueron cambiando poco a poco. En vida del padre Gombrowicz entraba a la oscuridad y volvía a la luz con alguna facilidad, cruzaba la línea de sombra en las dos direcciones lo que le permitía comportarse como un camaleón.

Esa doble personalidad se prestaba a la mistificación, su apariencia de terrateniente más que de asiduo de cafés y de escritor vanguardista le producía todo tipo de malentendidos, especialmente con el género femenino.

Después de la muerte de su padre se le fue haciendo cada vez más claro que tenía que justificar su vida con una obra de orden superior pues el tiempo pasaba y su situación en Polonia se tornaba cada vez más penosa.

A partir de los treinta años su pertenencia a una clase social superior empezó a debilitarse, cosa que aparece con mucha claridad en "Ferdydurke", y el desastre de la guerra que arruinó a su familia y también a él pusieron a esta pertenencia en el camino de la extinción.

En los último pasajes de "Ferdydurke", la fraternización con Quique que lleva adelante Polilla, el amigo de Pepe, va descomponiendo poco a poco las formas del señorío campestre, a pesar de los esfuerzos que hace el tío Eduardo por encontrarle alguna analogía a esa aparente perversión sexual con la conducta del príncipe Severino a quien también le gustaba de vez en cuando. Después de que el peón rompe la bisagra mística con un soberbio cachetazo que le da al señor en medio de la facha, la servidumbre y el pueblo asaltan la casa señorial mientras Pepe intenta raptar a su prima Isabel de un modo maduro y noble.

El deseo de Polilla de entrar en contacto con Quique, un peón de la casa de campo de los tíos de Pepe, empieza a descomponer el estilo de los terratenientes. El tono altanero y aristocrático del tío tenía sus raíces en un fondo plebeyo, y era de la plebe de donde obtenía sus jugos.

Vivían en un sistema según el cual la mano del amo quedaba al nivel del rostro del criado, y el pie del señor llegaba hasta el medio del cuerpo del campesino. Se trataba de un ley eterna, un canon, un orden. A partir del momento en que Pepe le da un sopapo en la cara a Quique y de que Quique le da otro a Polilla a su pedido, se empiezan a producir acontecimientos irregulares que provocan la confusión de los roles. Pepe descubre que el misterio del caserón campestre de la nobleza rural es la servidumbre. El comportamiento de los tíos quería distinguirse de la servidumbre, estaba concebido contra la servidumbre para conservar el hábito señorial. El orgulloso señorío racial del tío crecía directamente del subsuelo plebeyo. Sólo a través de la servidumbre se puede comprender la médula misma de la nobleza rural.

El hecho perverso de que el sirvientito pegara con su mano en la cara de Polilla, un huesped de señores y un señor, tenía que provocar consecuencias también perversas.

¡Mocoso! ¡En el culeíto te daré, mocoso!, el tío Eduardo y el primo Alfredo se arrojaron sobre Quique. Polilla empezó a chillar lleno de furia y saltó detrás del peón. Quique, como si hubiera recuperado el atrevimiento frente a los señores por efecto de la fra... ternización con Polilla, le dio en la facha a Eduardo: –¡Qué quieres! Se había roto la bisagra mística, la mano del servidor cayó sobre el semblante del señor. Eduardo estaba desprevenido y se desplomó. La inmadurez se derramó por todas partes. Cedieron las ventanas, el pueblo se impuso y empezó a penetrar lentamente, la oscuridad se pobló con partes de cuerpo campesinales. El pueblo, animado por la excepcional inmadurez de la escena, perdió el respeto y también deseó la fra... ternización.

"Oí todavía el chillar de Alfredo y el chillar del tío Eduardo, parecía que los tomaban de algún modo entre sí y empezaban con ellos lerda e indolentemente, pero ya no veía por la oscuridad...(...)"

El señorío y la majestad del padre quedan muy maltrechos en "Ferdydurke", una tarea de desmoronamiento que Gombrowicz había empezado en "El bailarín del abogado Kraykowski" y que remata en "El casamiento".

"Cuando estaba escribiendo: Jeannot. –Nada. Henri. –Nada. El padre. –Transformado. La madre. –Dislocado. Jeannot. –Derribado. Henri. –Alterado... rompí a llorar de pronto como un niño. Jamás me ha vuelto a ocurrir algo semejante. Los nervios, sin duda... Sollozaba amargamente, y las lágrimas caían sobre el papel"

Gombrowicz llora cuando se rebela contra Dios y contra al padre porque se queda solo frente a la nada, un sentimiento que le aparece con una elocuencia clarísima, con la misma elocuencia que tienen los hechos. "El casamiento" es la primera obra que Gombrowicz escribe en la Argentina, y la escribe mientras está enfrentado el hecho de la guerra. La autoridad del padre y el poder de la nación aparecen traspuestos en la obra narrativa de Gombrowicz, una autoridad y un poder perpetuamente caídos que alimentan el sueño del espíritu anarquista.

En los últimos años de su vida los franceses, que son propensos a clasificar con una meticulosidad cartesiana, ubicaron a Gombrowicz en el casillero de los escritores anarcoexistencialistas.

"Y quien alce su mano sacrílega contra su padre cometerá un crimen espantoso, inaudito, infernal, diabólico y abominable, que irá de generación en generación, lanzando gritos y gemidos terribles, en la vergüenza y los tormentos, maldito de Dios y de la Naturaleza, marchito, estigmatizado, abandonado"

"El casamiento" es una historia que relata la degradación que sufrió la generación de la alforja vacía, educada después de la segunda guerra mundial, cuando todos los valores tradicionales se derrumbaron en Europa. La autoridad del padre y la pureza de la prometida son ideas centrales en esta pieza de teatro.

Henri, el protagonista de "El casamiento", utiliza un procedimiento drástico para hacerse de la autoridad que le arrebata al padre.

"Es la paz. Todos los elementos rebeldes han sido detenidos. El Parlamento también ha sido detenido. Aparte de eso, los medios militares y civiles, y grandes sectores de la población, así como la Corte Suprema, el Estado Mayor, las Direcciones Generales, los Departamentos, los Poderes públicos y privados, la prensa, los hospitales y parvularios, todos están es prisión. Hemos encarcelado también a los ministros y, en general, a todo. También la policía está en la cárcel. Es la paz. La calma"

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Juan Carlos Gómez

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