A mi jilguero

poema de Gertrudis Gómez de Avellaneda

 

    No así las lindas alas

Abatas, Jilguerillo,

Desdeñando las galas

De su matiz sencillo.


    No así guardes cerrado

Ese tu ebúrneo pico,
De dulzuras colmado,
De consonancias rico.


    En tu jaula preciosa

¿Qué falta a tu recreo?
Mi mano cariñosa

Previene tu deseo:


    Festón de verdes hojas

Tu reja adorna y viste...
¡Mira que ya me enojas

Con tu silencio triste!


    No de ingrato presumas,

Recobra tu contento,
Riza las leves plumas,
Da tus ecos al viento.


        Mas no me escucha,
    Que tristemente
    Gira doliente
    Por su prisión.

   Troncha las hojas,

Pica la reja,
Luego se aleja

Con aflicción.


   Ni un solo trino

Su voz exhala,
Mas bate el ala

Con languidez;
Y tal parecen

Sus lindos ojos

Llorar enojos

De la viudez.


   Ya conozco, infelice,
Lo que tu voz suspende.....

¡Tu silencio lo dice!
¡Mi corazón lo entiende!


   No aspiras los olores

Del campo en que has nacido..

No encuentras tus amores...

No ves tu dulce nido.


   Yo tu suerte deploro,,...
¡ Por triste simpatía,
Cuando tu pena lloro,
También lloro la mía!


     Que triste, cual tú , vivo

Por siempre separada
De mi suelo nativo.....
¡De mi Cuba adorada!


     No ya, Jilguero mío,
Veré la fértil vega

Que el Tínima sombrío

Con sus cristales riega;


     Ni en las tardes serenas

—Tras enriscados montes —

Disipará mis penas

La voz de sus sinsontes.


     Ni harán en mis oídos

Arrullo al blando sueño

Sus arroyos queridos,
Con murmullo halagüeño.


        No verá el prado

Que vio otro dia

La lozanía

De mi niñez,

     Los tardos pasos

Que marque incierta,

Mi planta yerta

Por la vejez.


    Ni la campana

Dulce, sonora,
Que dio la hora

De mi natal,
    Sonará lenta
Y entristecida,
De aquesta vida

Mi hora final.


    El sol de fuego,

La hermosa luna,

Mi dulce cuna,
Mi dulce hogar.....
    ¡Todo lo pierdo,

¡Desventurada!

Ya destinada

Sólo a llorar!

    ¡Oh pájaro! pues que iguales

Nos hacen hados impíos,

Mientras que lloro tus males,

Canta tú los llantos míos.


    De tu cárcel la dureza

Se ablandará con tal lloro,
Y endulzarás mi tristeza

Con ese pico de oro.


    Pero ¡qué! ¿cantar rehúsas,

Cual condenando mi anhelo,
Y aun parece que me acusas

De ser causa de tu duelo ?

 

    ¿No es igual mi cruda pena

A la que te agobia impía?
¿No nos une la cadena

De una tierna simpatía?


   — «No, porque en extraña tierra

»Tus cariños te han seguido,
»Y allí la patria se encierra

»Do está el objeto querido.


     »De una madre el dulce seno

» Recibe tu acerbo llanto,
»Y yo, de consuelo ajeno,
» Solo lloro y solo canto.


      »Eres libre, eres amada,
»¡Yo, solitario, cautivo.....
»Preso en mi jaula dorada,
» Para divertirte vivo!

      »¡Ah! no, pues, mujer ingrata
»No te, compares conmigo.....
»Tu compasión me maltrata,
>¡Y tu cariño maldigo!»—
 

     Esto me dicen tus ojos,
Esto tu silencio triste.....
¡Ya comprendo tus enojos !
¡Ya, Jilguero me venciste!


     Libertad y amor te falta;

¡Libertad y amor te doy!

¡Salta, pajarillo, salta,
Que no tu tirana soy!


       Salida franca

Ya tienes, mira,

Goza, respira...
Libre eres ya,
       Torna a tu campo,

Torna a tu nido,
Tu bien perdido

Te espera allá.


       Mas no me olvides ,
Y a mi ventana

Llega mañana,

Saliendo el sol:
       ¡Qué yo te escuche,

Solo un momento,

Libre y contento

Cantar tu amor!

 

poema de Gertrudis Gómez de Avellaneda
Originalmente en Obras completas de la Señora Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda Tomo I

Madrid Imprenta y estereotipia de M. Rivadeneyra 1869 

Biblioteca Nacional de España (versión en pdf)

 

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