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Federico Fernández Cavada y la Escuela del río Hudson
por Adriel Gómez
adriel@casa.co.cu

 

Uno de los pintores más importantes del siglo XIX en Cuba fue Federico Fernández Cavada. Dos pasiones destacan en su existencia: su carrera militar y la expresión artística. Ambas son suficientes para inmortalizarlo en la Historia de Cuba. Sin embargo, cuando se ha escrito sobre él, se enfatiza en su personalidad militar o artística, de acuerdo con la especialidad de quien escribe. Aquí intentaremos dar una visión totalizadora del hombre, sin dejar de mencionar las influencias que en su pintura tuvo la Escuela del río Hudson.                             

Su nombre completo era Federico Eduardo Isidro Fernández Cavada Howard. Nació en Cienfuegos, en la zona centro sur de la isla, el 8 de julio de 1831. Conocemos que fue un hombre muy versátil pues, además de pintor, fue poeta, escritor, topógrafo, ingeniero y militar. Estos vastos conocimientos y habilidades se conjugan en su obra artística para revelarnos una gran seguridad en el oficio, sobre todo en la organización de los elementos compositivos y la recreación de las atmósferas. Al enviudar su madre, lo envió a su ciudad natal, Filadelfia. Allí cursó estudios primarios y se formó como ingeniero. Pero también sabemos que Federico era una persona enfermiza. Sobre todo, padecía frecuentes ataques de asma.

La madre y los amigos le recomendaron enrolarse en la expedición organizada para establecer el ferrocarril del istmo de Panamá. Esperaban que el clima del trópico lo ayudara a recuperarse. Pero regresó a Estados Unidos más enfermo aún, al ser golpeado por la malaria. Así, intentó restablecer su salud durante meses, reposando. Fue esta la etapa en que se dedicó a dibujar, pintar, escribir y leer con más énfasis. Durante este período debió recibir las influencias de los paisajistas norteamericanos de mediados del siglo XIX.

La pintura de la Escuela del Río Hudson

La pintura de la Escuela del río Hudson refleja los temas principales en los Estados Unidos durante esa época: descubrimientos, exploraciones y colonización. Esta tendencia reflejaba el romanticismo con sus tonos de color suaves, transparencias, ambientes vaporosos, y salvajismo. Los artistas estaban influidos por intelectuales como Edgar Allan Poe, Henry David Thoreau, o Ralph Waldo Emerson , quienes exaltaban los valores de la naturaleza no alterada por el hombre. Los dos últimos escritores mencionados, proclamaron también la necesidad de una independencia cultural de Estados Unidos respecto de Europa. En general, estos artistas creían que la naturaleza americana era una manifestación palpable de Dios, aunque la profundidad de sus convicciones religiosas variaba entre ellos. Por eso, en muchas de sus pinturas la figura humana aparece notablemente empequeñecida ante la sobrecogedora grandiosidad del panorama.

Las pinturas describían principalmente las áreas alrededor del Valle del río Hudson, de ahí el nombre de la Escuela, y las zonas montañosas de New Hampshire, Catskill y Adirondack.

Un cubano del Hudson

Todas estas características se repiten, en mayor o menor medida en las pocas obras pictóricas de Federico Fernández Cavada que nos han llegado. El Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana conserva dos pinturas suyas, Vista del Río San Juan y Río San Juan, Trinidad. Ambas debieron haber sido pintadas entre 1864 y 1865. Aparte de la similitud representada por la presencia de un río como eje temático, en estos óleos puede observarse cómo las figuras humanas son un elemento secundario en la composición, perdidas en la vastedad del paisaje, aparecen disminuidas por la obra divina, de acuerdo con los presupuestos de la Escuela norteamericana. Pero también vemos cómo ha escogido zonas de la geografía cubana de accidentada orografía. Las montañas de la parte central del país, son la versión criolla de las grandes serranías del norte.

En cuanto a la forma, el pintor cubano toma elementos que identifican a las dos generaciones del movimiento artístico estadounidense. Así, Thomas Cole, fundador de la Escuela del Río Hudson en los años veinte del siglo XIX, lo influyó en la manera de componer, con líneas verticales que describen cascadas combinadas con las horizontales de los distintos accidentes geográficos, a las que Federico, de manera sutil, añade las curvas de un arco iris. De la segunda generación, formada por pintores como Sanford Robinson Gifford, Frederick Edwin Church o John F. Kensett, recibe la peculiar aplicación del color que les valió el justo titulo de pintores luministas. Allí el ambiente aparece reflejado con la suavidad de las gamas rosáceas, azulosas y ambarinas.

Cavada en la Guerra Civil Norteamericana

El 20 de julio de  1861, Federico Fernández Cavada se enroló en el 23 Regimiento de voluntarios de Pennsylvania, del Ejército de la Unión, para participar en la Guerra de Secesión de aquel país. Comenzó la contienda con el grado de capitán  Después de participar en la segunda batalla de Bull Run, y otros encuentros menores, ascendió a comandante, y en diciembre de 1862 a Teniente Coronel. Con esta graduación, al frente del 114 Regimiento de Pennsylvania, fue hecho prisionero en la batalla de Gettysbourg, el 1ro de julio de 1863. Encerrado en la cárcel de Libby, Virginia, fue puesto en libertad gracias a un canje de prisioneros.

En la prisión escribió un libro que él mismo ilustró, Vida en Libby, experiencias de un prisionero de guerra. Los dibujos que allí aparecen son documentos testimoniales de gran valor y están trazados con la maestría de un consumado dibujante.

Acusado por sus superiores de irresponsabilidad y cobardía, su honor se resintió y llegó a retar a duelo a uno de sus superiores, lo que le valió nuevas reprimendas. Pudo reincorporarse a las tropas para demostrar su valor hasta el final del conflicto, en abril de 1865.

Cavada luchador por la independencia de Cuba

Poco después regresó a Cuba, estableciéndose en la zona de Trinidad. Al estallar la Guerra de los Diez Años, iniciada en La Demajagua, por Carlos Manuel de Céspedes,  preparó militarmente a los patriotas comprometidos con el alzamiento. Sus conocimientos militares, adquiridos en los años de lucha en los Estados Unidos, fueron de gran valor para los rebeldes cubanos. Incluso, Federico Fernández Cavada  desarrolló la teoría de la Guerra de guerrillas, escribiendo en nuestro país los primeros textos  de este tipo como Breve instrucción de guerrilla y la Guía para jefes y oficiales en campaña. Fue, además, el primero en poner en práctica la idea de la invasión del occidente de la isla.

El 6 de febrero de 1869 se pronunció en armas en la región de Trinidad y estableció su campamento en La Macagua. Con el grado de Mayor General, recibió la jefatura de la División de Las Villas. Junto con su hermano Adolfo libró numerosos combates, y llegó a apoderarse de la ciudad de Trinidad.

El día 27 de julio de 1869 proclamó un manifiesto  dirigido a los hacendados cubanos mediante el cual se mostró partidario de destruir las propiedades de los criollos que apoyaran económicamente a España. La aplicación de este procedimiento, sin vacilaciones de ningún tipo, le valió el sobrenombre de General Candela.

Sin embargo, a medida que avanzaba la guerra, sin que ninguno de los bandos tomara ventaja apreciable, la situación de lo cubanos comenzó a enfrentar dificultades, particularmente la falta de armas y municiones. Federico decidió dirigirse a los Estados Unidos. Iba a recabar ayuda para las maltrechas fuerzas insurrectas entre las relaciones que allí tenía.

El 30 de junio de 1871, mientras aguardaba en Cayo Cruz, zona norte de Camagüey, el transporte que lo sacaría de Cuba, fue delatado y hecho prisionero. Parece que su estado de salud no era bueno. Sufría un fuerte ataque de asma y tenía fiebre alta, lo que facilitó la labor de sus captores. Numerosas gestiones se hicieron en Estados Unidos, donde era conocido y respetado, para tratar de salvar su vida. Pero todo fue en vano. Al día siguiente fue fusilado en Nuevitas.

 
por Adriel Gómez
adriel@casa.co.cu

Ingresado en Letras Uruguay el 6 de junio de 2013

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