Un hombre desgarbado
Benjamín Gavarre Silva
Premio Especial de Monoteatro sin Palabras
Concurso Internacional de Microficción “Garzón Céspedes” 2008 

HOMBRE DESGARBADO:

No es viejo, pero tiene el peso de muchos años marcado en su rostro. De pie, junto al asiento metálico que desprecia, mira con extrañeza sus usados zapatos de fina piel alguna vez blancos. Se vislumbra una interrogación en su mirada de mil años. LA Interrogación. Sonríe irónico. Voltea a diestra y siniestra para saber si alguien lo observa, pero no hay nadie. Se sienta mirando sin sobresalto si el autobús se asoma. Nada. Mira al cielo. Se estremece cuando se da cuenta de que está empezando a llover. Se arropa en su gastada gabardina, se abraza por unos segundos para sentirse protegido. Cierra los ojos y dormita. Vuelve a sonreír irónico y se acaricia la rala barba. Se acaricia los labios. Mete los dedos en sus dientes. Mete sus dedos hasta llegar a sus molares más profundos. Siente el placer y el dolor de su minuciosa exploración. Mete su índice derecho en cada una de sus fosas nasales. Escarba voluptuoso y consigue sacar algunos mocos secos que saborea sin pudor. Abre los ojos sobresaltado. Voltea a derecha, a izquierda. Comprueba que no hay nadie. Tranquilo saca del bolsillo de su gabardina un monedero de piel negra. Cuenta algunos centavos y los conserva en su mano. Vigila si el autobús viene. Nada. Deja impasible las monedas en la banca de la estación del autobús y saca del bolsillo de su gabardina un pan. Lo come con dolor, pero con decisión. Cuando ha terminado con el bocado sonríe. LA Pregunta se asoma una vez más en su mirada. Sonríe una vez más. Prueba otro bocado. Tose. El gesto del dolor final llega. Suave, su cabeza cae sobre su pecho.

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