Ese viejo disfraz
Leda García Pérez

Mi cuarto vistió su mejor traje.
La lámpara que inclina los silencios
brilla más y mejor,
porque los tedios
tienden reclamos y preguntas
en la cama de siempre.
Cada ventana anuncia
su ritual matutino,
saludan al fantasma
que las nombra
mientras abren al aire
sus caprichos.
Nadie toca a la puerta
de la estancia vencida,
pero un milagro espera
su milagro imposible.
Releo los mensajes
escritos sobre almohadas
de pluma imaginaria
y elevo una oración por los perdidos.
El espejo no oculta su impotencia
de vidrio deshonrado
mientras luzco mi traje predilecto
y deslizo en los labios retadores
el lápiz rojo
del pecado actual.
Apuro el paso
para cerrar ventanas
y cortinas
mientras el cuarto muere
de reclamos
y la lámpara inclina
sobre el tedio
su rencor inmediato. 

La venganza cobra un precio razonable.

Leda García Pérez
Del libro inédito "Elogio de la costumbre"

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