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El boom literario latinoamericano y el post boom en Guatemala
FLACSO
Maestría en Estudios Culturales Comisión Nacional de Investigación del Arte en Guatemala, CIAG
Participantes: Mario Roberto Morales, Carlos René García Escobar, Virsa Valenzuela

 
 

Mi historia personal del post boom en Guatemala
Carlos René García Escobar
cargadorazo@gmail.com

 

-I-
El boom literario latinoamericano
 

Para el año de 1977 mi vida había pasado ya por dos grandes momentos que fueron significativos para mi fase formativa como escritor y antropólogo que soy ahora. Había pasado cinco años de mi adolescencia enclaustrado en el seminario para sacerdotes diocesanos de la Curia Eclesiástica de Guatemala en donde aprendí latín al grado de traducir textos al español y de escribir otros en ese idioma, leyendo los textos literarios que leíamos los estudiantes de bachillerato en los años sesenta.

Una vida seminarística que me sirvió para formar mi personalidad en el sentido de la paciencia franciscana que creo que me caracteriza, pero que en ese momento no me sirvió porque me fui de allí a los diecisiete años harto de la vida monástica. Cinco años después me embarqué en un viaje a lo desconocido, huyendo de la barbarie que se vivía en mi país, a una ciudad del primer mundo en donde tuve ocasión de continuar mi preparación autodidacta como lector ávido de literatura y filosofía.

Tenía yo veinticinco años cuando regresé a Guatemala convencido de que ese otro donde me encontraba tampoco era para mí. Para entonces ya había escrito autodidactamente varios cuentos que fueron publicados muchos años después en un volumen que titulé El Último Katun.

Además ya había leído Cien Años de Soledad, La Ciudad y los Perros, La Casa Verde, La Muerte de Artemio Cruz y Rayuela, porque según mis lecturas formaban parte del llamado Boom Literario Latinoamericano y porque además, me había enterado por la revista ¡Siempre! de México, que años antes se habían reunido en la ciudad de México los autores de estas novelas con Carlos Fuentes, con el objeto mercantil de lanzar sus novelas a un mercado de lectores generalizado que trascendiera las fronteras de Latinoamérica. Aparecía la foto de los cuatro sentados a una mesa donde planificaban el lanzamiento y, evidentemente, se suponía en esos años que quien no hubiera leído esas novelas no estaba actualizado de los nuevos rumbos de la literatura en América Latina. De todas esas novelas la que más me gustaba era Cien Años de Soledad, luego La Casa Verde, después La Muerte de Artemio Cruz y por último Rayuela. En mi caso yo ya andaba buscando mi estilo para escribir una novela y en verdad, de todas ellas, aunque no la entendía del todo, la que subconscientemente me marcó el camino fue Rayuela, no obstante nunca le encontré el gusto, mucho menos la afición por volver a leerla y por lo tanto en aquel entonces la deseché de mis lecturas preferidas.

Ahora, 38 años después, deduzco que aún no tenía la madurez necesaria para asimilarla como una novela matriz para mis búsquedas existenciales de realización en la creación literaria. Ahora, a sus cincuenta de publicación, me he comprometido a volverla a leer pero será en otras circunstancias.

El asunto es que no entendía yo todavía el aparataje circunstancial de esa novela en un contexto parisién a la vez que argentino y el rico anecdotario que tiene no era de mi plena comprensión. Yo ya estaba tocado por las lecturas de las selvas y los pueblos latinoamericanos desde lecturas como las de Asturias en Torotumbo, El Señor Presidente, Hombres de Maíz, Rodríguez Macal en Guayacán, La Vorágine de José Eustasio Rivera y Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, entre otros. Fue así como las novelas del boom me llevaron a hurgar en más literatura de América Latina encontrando verdaderas joyas literarias. Entonces hallé a Juan Rulfo en Pedro Páramo, a Carpentier en Los Pasos Perdidos y así fui encontrando una serie de escritores latinoamericanos de distintos tiempos, lo cual me formó mi afición por lo concerniente a América Latina y sus realidades sociales y literarias de todos los tiempos.

Es el caso entonces de desmitificar aquí que el boom literario latinoamericano sea de una docena de escritores latinoamericanos. Sostengo que en realidad el "boom" fue un hit comercial conformado y planificado mercadológicamente por los cuatro escritores mencionados y la editorial española Seix Barral que, cuando lo impulsan al mercado libresco, provocaría en distintas latitudes de la sociedad occidental, Europa, Estados Unidos e Iberoamérica, la necesidad de descubrir y leer más escritores de Latinoamericanos por una simple regla de dominó por cuanto es el momento histórico en que América Latina se descubre a sí misma a través de sus escritores.


-II-
E
l post boom guatemalteco
 

Uno de los efectos del boom se protagonizó en Guatemala cuando a mediados de los setenta, un grupo de escritores jóvenes, Marco Antonio Flores, Mario Roberto Morales, Luis de Lion, Luis Eduardo Rivera y Enrique Noriega, se reunía para comentar literatura en medio de los fragores de la guerra que se libraba en las montañas y en las calles de la ciudad de Guatemala. La literatura que se producía debía ser comprometida con los pueblos oprimidos o pasaba a color indefinido. O se seguía escribiendo con los esquemas tradicionales del costumbrismo lineal y con tonos indigenistas e indigenistoides o se hacía más urbana y en tonos urbanistoides.

El primer producto que surge ya en 1976 rompiendo esquemas de todo tipo es Los Compañeros de Marco Antonio Flores. Uno y dos años después ganan premio en Quetzaltenango El tiempo Principia en Xibalbá de Luis de Lión y en Guatemala Los Demonios Salvajes de Mario Roberto Morales. En ese entonces también se publicaba Después de las Bombas de Arturo Arias, Hogar Dulce Hogar de Mario Alberto Carrera y publicaban cuentos inauguratorios de un post boom cuentístico Franz Galich y Dante Liano, quienes años después publicarían novelas post boomianas.

En esos años me había comprometido en el movimiento revolucionario urbano y nuestras lecturas debían llevar el componente revolucionario que emanaba de las luchas guerrilleras que se libraban en América Latina. De ahí que se desechaban escritores que parecían reaccionarios por no tener en sus escritos ese componente, aunque la profundización en las lecturas nos llevaba a algunos de ellos precisamente como a Borges y al mismo Cortázar, de quien ya leía sus cuentos con deleite: Bestiario y los tomos de El último round, por ejemplo.

En 1978 entré a la universidad de San Carlos de Guatemala, para estudiar Antropología y para mi fortuna mi catedrático de Filosofía todo ese año fue Mario Roberto Morales con quien armamos esta amistad que hemos cultivado y cosechado todos estos años. Entonces me leyó mis primeros cuentos y sus comentarios me sirvieron para aprehender mi senda personal.

Platicamos con mucha frecuencia de creación literaria y fue cuando leí la novela que me inspiró realmente a crear mi primer escrito novelesco: Entre Marx y una Mujer Desnuda de José Enrique Adoum. Para esa fecha otro mentor que me leyó mis primeros trabajos fue Roberto Díaz Castillo quien me aconsejó leer a Monterroso y a Cortázar obsequiándome un libro de cada quien y también me dio a leer las publicaciones premiadas ese año en Casa de Las Américas de Cuba en donde él había sido Jurado Calificador. En consecuencia me sentí ya capacitado y empecé a escribir lo que sería mi primera novela.

Cinco años después en 1984, ya desvinculado del movimiento revolucionario por obra y gracia de Ríos Mont, el Grupo Rin 78 me publicaba mi primera novela La Llama del Retorno que considero hija directa de las novelas del post boom literario guatemalteco y en 1988 aparecería Velador de Noche Soñador de Día de Luis Eduardo Rivera, empiezan a aparecer las novelas de Franz Galich y de Dante Liano, todas con el mismo estigma. Estos tres últimos residiendo en el extranjero.

-III-
¿A qué podemos llamar post boom literario guatemalteco?

Primeramente debe reconocerse que este post boom obedece a una época inmediata posterior a los años setenta que son los del Boom originario. Diríamos los años setenta finales que fue cuando aparecieron las novelas de Flores, Morales y De Lion. (Aunque a De Lion le hayamos publicado sus amigos hasta en 1985, un año después de su desaparición). Luego pienso que las novelas mencionadas corresponden a un esquema desarticulador de las estructuras literarias antecedentes, en el sentido de multiplicar el tiempo en tiempos distintos, a la base de anécdotas escritas en espacios cortos pero que al final constituyen un todo cuyo hilo conductor se descubre, o en el ejercicio de la lectura o al final o nunca, como en Rayuela.

Se abandonan las largas descripciones espaciales, los retratos y las historias se cuentan en una acción en la que le queda al lector completar las imágenes inyectadas en la escritura.

Es decir que el o los mensajes están dispersos en espera de la captación concreta que los lectores hagan, quienes finalmente hacen de la novela su personal impresión y comprensión. Todo en un lenguaje múltiple entre lo coloquial y lo erudito, con aliteraciones y frases inventadas o en otros idiomas. Se ofrece así al lector un constructo novelístico enriquecido en imágenes y contenidos que debe producir placer en su primera lectura así como cierta reflexión sobre lo que se lee y se cuenta. Y ahí van el o los mensajes. Por otro lado cada escritor del post boom debía adquirir su personal estilo y temática y ninguno debía parecerse a nadie más. Asunto este que se logró con preces.

Considero que las novelas guatemaltecas que no cumplieron estos requisitos no forman parte del post boom aunque sean de reconocida calidad escritural y literaria y publicadas en los mismos años, los años ochenta, que por supuesto las hay, porque desde Marco Antonio Flores en adelante, cada quien asumió su estilo propio y ninguno de todos nos parecemos, al menos, estilísticamente hablando.

MUCHAS GRACIAS.


El boom literario latinoamericano y el post boom en Guatemala.

Participantes Mario Roberto Morales, Carlos René García Escobar, Virsa Valenzuela

 

 

2005. Con Francisco Morales Santos, Marco Antonio Flores y Mario Roberto Morales

 en el Colegio Santo Tomás (Antigua Guatemala)

 

2005. CILCA. Tegucigalpa, Honduras. Representantes de la literatura PostBoom guatemalteca: Mario Roberto Morales, Arturo Arias, Carlos René García Escobar, Ana María Rodas, Max Araujo, Dante Liano y Franz Galich. Atrás el crítico Heberto Estrada.

Carlos René García Escobar
cargadorazo@gmail.com

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