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Habito en el descanso de las noches,
en marea de estrellas acomodo mi espíritu.
Quiero leer en el sonido
de tanta y tan emanante luz,
quiero leer en el libro del firmamento
donde toda memoria se contiene
y la criatura en mí
reconoce el lenguaje de los átomos,
mi conexión con la línea y su fulgor.
Sé que las huellas del saltamontes
también tienen su página,
tan importante como lo es
la marca que deja la sombra de Júpiter
sobre los planos del medio-cielo.
Sé que un árbol se nutre
del calor de cada tomeguín
y del singular movimiento de las hormigas,
sé que el graznido de los patos salvajes
facilita un cambio de moléculas al agua,
así de costa a costa,
en sutil pentagrama,
el planeta y su espíritu conversan
promoviendo la evolución
dentro de cada especie,
en espera de que los seres humanos
interpreten a consciencia
su fuerza de destino,
con la misma naturalidad y sabiduría
que poseen las pomas, granadas,
puesto que ninguna de sus semillas
es capaz de negar la mística
del fruto y la raíz que llevan dentro. |
