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Ramiro Lagos en las fogatas de la de épica bolivariana
Alicia Galaz-Vivar Welden

El perfil trascendental de Bolívar es romántico y épico. Por eso, desde sus históricas fogatas, la imagen del Libertador pasa a las páginas de escritores y poetas como el personaje cumbre de la historia continental. Ha de vérsele en lo alto del Chimborazo como colosal héroe, filosofo y poeta. Y más que todo como un liberador actualizado.

En Cantos de épica bolivariana, Ramiro Lagos presenta a Hispanoamérica como una gesta no terminada y como un pueblo “haciéndose” en continua y dinámica lucha por la liberación.

La trascendencia americanista del texto está en la dialéctica libertad-opresión. La poesía se funde con la historia, o aquella emerge de ésta dando origen al tipo de obras centáuricas, concepción épica que acuna Juan Loveluck, y que se aplica a obras en las cuales se unen poesía e historia, sigue en este concepto a Américo Castro que propuso estilo épico-centáurico.

La América de Ramiro Lagos no es una América arrogante y desafiante, como la de Rubén Darío cuando habla “A Roosevelt”, en cambio, es una América madura que sabe de su potencialidad.

El acento testimonial y crítico se une a la preocupación social en parte importante de esta poesía. Hay un desvelo por ser una voz que expresa el sentimiento del pueblo anónimo, de ser su juglar o de cantar su gesta. En esta voluntad de expresión colectiva de personajes de la intrahistoria, de un “Juan Pueblo”, o de un trabajador anónimo de Latinoamérica, que experimenta una injusticia, los cantos épicos bolivarianos continúan una línea que coincide con gran parte de la producción literaria hispanoamericana.

Neruda, en el Canto general, establece que el arte tiene una función social. También vio en Bolívar la imagen significativa de un americanismo necesario. “Un canto para Bolívar” está, en lo esencial, inspirado en un sentimiento americanista. Mario Ferrero apunta que en este poema se concentran las mejores virtudes de la poesía social de Neruda.

Esta épica americanista y social nerudiana, coincide con el impulso que anima el largo poema épico de Ramiro Lagos. En sus Cantos reafirma el concepto de integración de razas y clases sociales indoamericanas. El principio bolivariano, más allá de la relación de las increíbles proezas que significó la liberación de América, cuya somera consideración podría parangonar a Bolívar con un Napoleón más noble y más exitoso, llama a un rescate de los derechos, la libertad y la dignidad de Indoamérica.

La poesía de Ramiro Lagos, desde sus principios, presentó un tono social que recoge la pulsación histórica no sólo de su país, sino de América. Es esta tónica la que veremos revitalizada en el poema épico a Bolívar, del que emerge este héroe como un guía de todos los pueblos latinoamericanos. La gesta heroica es presentada a través de una poesía que recoge la voz multitudinaria de una América que fue heroica en su lucha. Lagos nos enfrenta a un Bolívar mentor de la conciencia americanista. Diversas voces líricas y épicas reconocen en el Libertador un símbolo de una voluntad unificadora de un único pensamiento liberador.
Esta gesta bolivariana, se escucha a un hablante épico que recoge una voz múltiple que arrastra las frustraciones, los sueños devastados, la pulsación cordial del hombre negro, del mestizo, del indio americano. Se presenta un mundo dramático pero promisorio. Si en el pasado, Bolívar unió huestes de descalzos, hambrientos y paupérrimos, cuyas voces se hacen escuchar hoy, es porque el poeta de estos Cantos, con una poesía de gran potencia verbal, los recoge como un juglar que junta ecos de cantos anónimos, de vidas intrahistóricas, necesariamente sencillas.

Todo auténtico poeta necesita reflejar a su pueblo y, más allá, a su continente y, más allá aún, a todo el linaje humano. Es una preocupación legítima.

A Lagos le duele América: Indoamérica. Ve los caminos torcidos de la justicia o las tiranías del poder y reitera en nuestro siglo la gesta de Simón Bolívar con un valor y esfuerzo que nadie osaría desmentir.

Refiriéndose a los Cantos, José Andrés Rivas ha dicho que “la rebelión está en su argumento, en el sentido de una epopeya en la que todos los hombres, razas y credos participan por igual y como iguales, con sus diferencias de ideas, en una empresa que aún está lejos de concluir. Del pensamiento de estos hombres está nutrido este poemario”.

Los Cantos tienen una extensión de casi trescientas estrofas. En su primera parte nos presenta la genealogía y estirpe de Simón Bolívar y los trazos biográficos significativos de su vida. Rasgos biográficos que vaticinaban, o a través de los cuales se podía adivinar, el advenimiento de un héroe. No obstante, en esta elevada concepción de Bolívar, éste aparece humanizado. Lagos nos lo describe como un apasionado romántico, mentor y poeta, amador de lo bello, filósofo, visionario de América, profeta, pensador y hombre de acción: un héroe semejante a José Martí, un Bolívar que no es sólo un héroe del pasado, sino un héroe del futuro. Lagos hurga en la historia para encontrar los trazos que le sirven para estructurar la lucha por la liberación de Indoamérica. Si nos evoca a Tupac Amarú y Galán, sus muertes y los crímenes e injusticias, es porque ha transformado esta poesía en un arma de combate.

En el canto “Hombre-sol comunero”, escribe: La historia de los incas, / cual la vivió Tupac con su inclemencia, / sólo ha de ser Bolívar quien la viva (vs. 25, 27-28); y, más adelante: Precursora la antorcha en mano ruda / la levanta Galán, el comunero, / héroe decapitado: su madero / fue garrote y fue cruz (vs. 33-36).
El lenguaje del texto tiende a enfatizar la función connotativa del discurso. Llama a la convicción optimista de un pueblo capaz de ser liberado. En el canto titulado “Sus épicas ideas”, dice: Donde quiera haya un pueblo con su yugo, resucito con ceño y me lo arrugo hasta el gesto mental, y de era en era mis ideas reorganizo en varios frentes (vs. 41, 45-47).

Su lección, es la lección bolivariana: han de unirse las razas, las clases, los pueblos y demoler los mitos, privilegios y cadenas. El poeta asume la responsabilidad de un devenir colectivo: Mi batalla de ideas no termina, / porque son las ideas capitanas / de mi epopeya en marcha que camina / con la unión de la América Latina.

El estilo de los Cantos presenta una economía de medios expresivos, sencillez de imágenes, gracia expresiva y un tono juglaresco épico. Las imágenes y los símbolos, por otra parte, tienen un desarrollo privilegiado. La majestad, bravura y ferocidad del cóndor, por ejemplo, son asociadas a las virtudes heroicas de la lucha. En el canto “En los páramos andinos”, se lee: garfios de su bota los va clavando firmes, / y no cesa hasta triunfar en lo alto; / hace pareja con Bolívar el cóndor” (vs. 11-14) . Y, más adelante, en el canto “Entre el águila y el cóndor”: Bolívar se hace cóndor de Aconcagua (v. 90).

Como elemento maléfico, la serpiente tricéfala, es símbolo de los poderes feudales de un imperio colonialista. Ambos, la serpiente y el cóndor, se enfrentan en el canto “Hacia Junín y Ayacucho”: En la mitad del viento se divisan / con un áspid que el cóndor descuartiza (vs. 42-43); cóndor de gesta, / y se abate a la sierpe testa a testa (vs. 47-48).

Bolívar es hombre-cóndor, hombre-rayo de los Andes, hombre-jaguar, hombre-león, hombre-roca, hijo del sol. Así, en la estrofa octava del canto “Era los páramos andinos”, está escrito:

El Hombre-Rayo de los Andes surge,
revienta como rayo y se fulmina,
y el Hombre-Cóndor de la sierra andina,
con el Hombre-Jaguar su reto urge
frente al Hombre-León que de ira insurge,
cuando el héroe destella en la colina
como el hijo del sol. Si se le invoca
sobre los Andes, se alza el Hombre-Roca.
Así, de igual modo, el sol es un símbolo recurrente. Su poder genético-creativo despierta un estremecimiento de fuerza, de valentía y orgullo. Se lee en la estrofa primera del canto “Bolívar, hijo del Sol”:
El sol, sin ser Apolo, era un andino,
sol del imperio chibcha, dios incano;
tostó la tez del héroe, el araucano,
y dio luz a sus héroes en camino
de alumbrar con sus rayos el destino
de la América andina; el sol ufano
a Bolívar dio a luz, que con su gesto
predijo su destino manifiesto.

El procedimiento hiperbólico en la descripción de personajes, las imágenes descriptivas para la caracterización física o espiritual, las imágenes visuales y acústicas, son recursos que el poeta utiliza con sabiduría. El contraste de luz y sombra, la aliteración que corrobora el sonido de las armas en la batalla, son recursos frecuentes en su discurso épico. La sucesión de términos asociados simbólicamente a guerra y destrucción, como relámpago, acero, rayo, tormenta, volcán, trueno, fuego, flamígero, es un recurso intensificador semántico.

Ya en Testimonio de las horas grises y en Ritmos de vida cotidiana, está el germen que Lagos va a desarrollar en Cantos de gesta comunera y, luego, en el Romancero de Juan Pueblo, que es una colección de romances insurgentes que tienen como protagonistas al trabajador anónimo, al campesino, al hombre de la calle, perseguidos por los esbirros y por el terror de los estados policiales. Ahora, este germen madura en Cantos de épica bolivariana pues, básicamente, es la confirmación de lo intrahistórico, del mártir anónimo y de los que emergen de un pueblo sediento de justicia y gestan la independencia latinoamericana. La actitud valorativa del hablante empírico descubre una sacralización del pueblo sencillo y de la Patria, como la tierra simple y elemental, de tradición patriarcal bíblica, pero que suele tornarse insurgente y subversiva en sus mártires.

Los Cantos bolivarianos asumen dimensión, como lo sugiere el subtítulo: son una epopeya en marcha. Es una creación que presenta caminos. Es optimista en su espíritu. Si muchos escritores, entre ellos García Márquez, nos muestran una Latinoamérica en un laberinto, sin que haya una Ariadna liberadora, o al menos sin que se vislumbre un camino que nos devuelva la dignidad perdida con tantas ofensas a la libertad humana, esta obra abre una brecha. Cantos de épica bolivariana es un impulso para saltar las alambradas y, sobre todo, es un credo en la bondad del hombre.

Hay optimismo en los cantos del juglar, y esto es lo que revelan los Cantos bolivarianos, porque el Bolívar del poeta Lagos, a diferencia del de García Márquez, no es un héroe decaído en las sombras de los desencantos. Mientras en El general en su laberinto, Márquez nos perfila a un héroe agonizante con las manos contra el pecho, que muere oyendo “las voces radiantes de los esclavos cantando la salve de las seis en los trapiches”, el Bolívar del poeta no muere, para continuar luchando contra la esclavitud de América.

Alicia Galaz-Vivar Welden 
"Ramiro Lagos, poeta épico de América
Sagas biográficas de su poesía. Editorial Sic, Bucaramanga, COLOMBIA, 2007

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