Villon en la vida y obra de D. F. Sarmiento
Por Guillermo R. Gagliardi

I.- La esforzada acción de DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO (1811-1888) para fundar la Civilización Republicana y  derrocar implacablemente a la Barbarie en los países hispano-americanos, trae el eco de FRANÇOIS VILLON    (1431- ca. 1463 ?) en su emoción ante su “Epitafio”, cuando clama a Cristo por la liberación del Averno: “Garde qu’enfer n’ait de nous seigneurie”. “Evita que el infierno se adueñe de nosotros”.

 

Jean Favier en su obra sobre el poeta de la “Farsa de Patelin” (Méjico, 1990) afirma: “Evitar el infierno: allí radica toda su religión”. Así, también don Domingo, su ideal, su religión, ha sido, contra vientos y mareas, instaurar el orden cívico sobre bases democráticas, derrotar el atraso colonial, incorporar a nuestras naciones en el concierto de la Modernidad, instalar el Paraíso del Progreso, lidiando contra el mal del Caudillaje y de la Ignorancia.

 

En su escrito “Puritanism and drunkness” (incl. en el tomo 29 de sus “Obras Completas”, “Ambas Américas”) S. reflexiona sobre la embriaguez y trasluce su concepto del Poeta como un imaginativo que suple la realidad exterior por otra fabricada por sus maquinaciones: “¿Qué es la embriaguez?. Es simplemente el medio de imaginarse felices, de excitar la alegría del ánimo que los hechos exteriores y reales no excitan. El borracho es un poeta”.

 

Critica al puritanismo concorde con la idea del Dios hebreo, adusto y vengador; condena al puritanismo por su desprecio del goce y del arte que son puertas para la felicidad que Dios ofrece al hombre en la vida terrenal: “El que engalanó las flores con las más graciosas formas y colores, el que encargó a las aves agitar a toda hora el aire con las melodías de sus gorjeos, y dio la música a los humanos”.

 

Defiende con vehemencia su vitalismo sustancial, atacando al puritanismo como supresión antinatural y enfermiza, del goce de vivir y su consecuente inclinación por el vicio.

Construye una apología fáustica de la Belleza de la Creación. Y destaca la alegría y la alabanza  de la hermosura que se encuentran diamantinamente insertas en la doctrina Cristiana: “En los países católicos donde Dios es un amigo, y no reposó el séptimo día de la creación para ir a la Iglesia a fastidiarse, sino para descansar y solazarse”.

 

Elogia el domingo cristiano, renacimiento del Espíritu, aquilata su valor social y estético: “El Domingo caracteriza el tipo humano latino en Italia, España y Francia, el sol brilla con más esplendor, el aire vibra con sonidos armoniosos y las flores son más perfumadas. Los niños aguardan con delicia el Domingo; el pobre sólo ese día se siente rico, libre y afectuoso”.

 

El Espíritu divino es sanador y vivificante, es alegre y bondadoso. “Abran de par en par las puertas y ventanas a fin de que  la luz de Dios penetre a raudales...”. Nobilísimos pensamientos, bellamente expresados, raigalmente  religiosos. “Paseen músicas por las calles, ríanse, bailen”, es su receta  positiva de sociólogo.

 

II.- La imagen sarmientesca más difundida es la estatuaria, ceñuda, hierática, que genera antipatías y diversas resistencias. Pero no lo representa en la esencia proteiforme de su Genio. Hay “Otro Sarmiento”, más humano, demasiado humano. Dionisiaco, nietzscheano, rabelesiano. Es el alegre sanjuanino, el bromista, el burlón, aristofanesco. Y es el hombre público honestísimo, el sensible hasta el llanto, el escritor pasional, cuyos textos estremecen al lector. La vigorosa personalidad que goza en promover el Bien de sus semejantes, que ríe a  a sonoras carcajadas, que planifica minuciosamente festejos sociales y patrios, que santifica nuestra flora y fauna, que ama la Libertad en sus infinitas formas, que oficializa el Carnaval en su Presidencia, que promueve el teatro por su valor social y artístico. Que lee y come y contempla el paisaje con voracidad.

 

En carta a Mary P. Mann (cit. por E. A. Imbert, “Una aventura amorosa de S.”, 1968, p. 44-45), expone una maravillosa apología de la Mujer como Creación Divina. “La mujer es un pájaro, una flor, una gema”. Su lenguaje,   heterodoxo y desbordante,  se hace poético y eurítmico. (V. “La vida secreta de S.”, en rev. “Siete días”, a. VII, nº 354, 1974, incorporado a su “Dramas y esplendores de la historia argentina”, Platero; Celia de Diego: “S. y la Mujer” , “La Prensa”, 9-9-1973; “S. y la mujer” Silvia Drei y “S. y las mujeres” M. Belluci, en rev. “Todo es Historia”, nº 17 y 255 resp.).

 

Su estética se expresa en plenitud, con precisión de la frase y del concepto: “Dios es Fidias, es Rafael”. Diviniza al Arte, a la Mujer... Su acendrada veneración por la Belleza, su adoración religiosa de las formas, de las Bellas Artes, halla lugar en este importante escrito epistolar: “éste es el designio de Dios...Hay que devolver el hombre a Dios”.

 

Como un Dionisos criollo pide, exuberante: “A mí, que me den lo que el puritano prohíbe: ¡placer!”. Sentencia brinda, celebra en éxtasis báquico: “Pongamos vino en nuestras mesas, música en el aire, risa en la boca, fragancias en la nariz, colores, formas y curvas ante los ojos”.

 

He ahí el S. desconocido, el artista, el celebrador de la vida, el esteta, el sibarita.  Sobresale justamente por su temperamento festivo y jocoso. 

 

Otto F. Bollnow (1903-1991), filósofo y educador alemán,  en su “Filosofía de la Esperanza” (1962), estudia la antropología de la “fiesta” y sus manifestaciones. S. adhiere a las conmemoraciones en que está presente una significación histórica. “Se mira hacia atrás –explica el pensador germano- y se reconoce en el acontecimiento pasado la base que sostiene la existencia presente”, “es siempre hora de gratitud”.

 

Éste es el temple anímico sarmientino en estos casos, lo da a conocer con vehemencia, p. ej., en sus artículos, discursos, etc., incluidos  en  el último tomo de sus Obras, “Pàginas literarias”. Intenta inducir, enseñar, a los demás para que participen e internalicen ese sentimiento de elevación de la vida humana.

 

La solemnidad de la celebración (“feiern” – “feierlich”) se acentúa por el patetismo oratorio, las “palabras escogidas”, el tono ceremonial, la retórica seria, en contraposición con  la alegría (“fest” – “festlich”), la expresión ligera, libre y el goce de la vida misma, canto, danza. Se estructuran estas actividades como bases “para tiempos venideros”, como sucesos que unen en el espíritu patriótico, en la emoción y el regocijo. Y organiza y disfruta en la planificación de los detalles de festejos patrios o acontecimientos inaugurales de instituciones públicas, para fortalecer la conciencia ciudadana y movilizar el corazón y la mente de las gentes.

 

“No te abandones!” le escribe a su amigo tucumano el Dr.  José Posse (5-3-1883, “Epistolario S.-Posse”, t. II, Museo Histórico S., 1947, p. 511): “La vida es corta y es preciso vivirla y dejarle rastro de nuestro paso”.

Despliega su idea del tópico latino, de Horacio, “Odas”,   del “carpe diem”. Es constante en su vida este sentido celebratorio del mundo y sus dones. Es la “alegrìa viva del corazón”, la risa sensual y lúcida y la chispeante gana de vivir de Domingo. (V. sus anotaciones sobre “betises” en Paris, en su “Diario de Gastos” de viajes, 1845-1847).

 

Esencia de su escritura bullente es la expresión de la personalidad sin ambages, trascender el corazón mismo y las simpatías más humanas. Como escribe en su artículo sobre el pro-hombre chileno Bernardo O’Higgins (t. II de sus Obras), “escribir es sentir, es querer, es obrar”.

 

Proclama la Jovialidad humanizadora y sacraliza la risa, como trasunto de plenitud, como deleite, dicha. Lo más sagrado es la energía creadora del hombre, su arte, su trabajo, su pensamiento. Panteísta y prometeico, exalta el fluido creador y libre del hombre, rinde honores a la naturaleza. Profesa, consecuentemente,  un sentido helénico del cosmos: el aire libre, el  disfrute del cuerpo, la naturaleza. Sus discursos no específicamente políticos ni polémicos, lucen esa constante de su acentuación de los valores   del Personalismo y el Optimismo visceral.

 

Según interpreta el crítico y lingüista Nicolás Rosa, marca el “ethos oriental” de su genio: fiesta, gula, carnalidad, dilatado e intenso erotismo, sensibilidad cósmica prodigiosa, en oposición  a su “ethos romano”, respeto y orden republicano. “N.Rosa: “El arte del olvido”, 1991, 2004).

 

En este “Don Yo” convivían dos Yo: el niño salvaje que es esencia de su carácter, base de su psicología (“Fue mi cuerda desde niño el entusiasmo exuberante y todavía se derrama de mi alma, no obstante los años, esta generosa espuma de la vieja cerveza”), y el Magistrado, el funcionario, honesto y autoritario,  impetuoso en sus acciones, místico en sus proyectos, acerado en sus juicios, “con una alma de volcán y una fuerza de Pampero” (Lastarria): “El que suscribe, Gral. Sarmiento, ex Presidente, y ante todo hombre de principios, de verdad y de intachable moralidad” (“Mis Memorias”).

 

“La risa contiene más enseñanza que la nieve. El buen reír, educa y forma el gusto. Jove reía. Los grandes maestros son inmortales, risueños. Riamos nosotros, que el buen reír es humano y humaniza la contienda” (en su “Los desfallecimientos y los desvíos”, art. “La conciencia castellana”; también A. Belin: “S. anecdótico”, 2ª ed., 1929, p. 324-326). “Ud. sabe qué poco necesito para estar contento” le escribe a Ambrosio Montt (Obras, tomo 51).

 

Reaparece en su escritura esa apología de la “risa homérica”, “alegre, cordial, eterna”, como  valora a la de Saturnino Laspiur, en carta a éste, de 1846, y la memoria de las escenas hilarantes de “El desdén con el desdén” de Agustín  Moreto, español, 1618-1669 (“Páginas confidenciales” de S., ed. Elevación, 1944, p. 42). En esa correspondencia don Domingo elogia la “vida privada”: “¡Dichoso Ud. D. Saturnino, que se acogió a mejor puerto, la familia y la vida privada!”. Siempre añorará la privacidad del ciudadano común y se esforzará por constituir  su familia personal cuando Presidente, reuniendo a sus hermanas, sobrinas y nietos. Es constante este paternalismo y sensibilidad, y su don de protección ante sus numerosos parientes,  su “patria del corazón”.

 

P ercy  B. Shelley: “Ésta es tu Gloria, Titán: ser bueno, grande y jubiloso; ésta es la única vida, la alegría, el imperio y la victoria!” (“Prometeo Liberado”).

 

 

III.- Consejo del abuelo inmortal a su nieto Augusto: vivir sin pedir permiso a la policía.  Apoyando sus pies en la banca del Congreso de Educacionistas en Lima (Perú), durante la Presidencia de Mitre: S. muéstrase, muchas veces, desprejuiciado, procáz y violento en su lenguaje.

 

S.: “siempre una guinda en el pico para las damas”; anécdotas picantes son frecuentes en su vida. Seductor, enamoradizo, priva en sus actos la vitalidad expansiva.

 

Toda la obra del demiurgo sanjuanino, magna gesta de la civilización argentina, puede resumirse, nos parece, en el título de dos composiciones de Villon: las baladas de “Los Buenos Propósitos” y de “La Buena Doctrina”.

 

Religioso del Bien Absoluto, conoce el Bien- según manifiesta-, sabe en qué consiste y cómo realizarlo. Toda su escritura fascinante y su acción generosa como un río bienhechor, ennoblecedora del habitante de esta tierra, soberbiamente incoativa por escuelas y bibliotecas populares, promoción de industrias para las mayorías, leyes e instituciones organizadoras de una sólida  “Cosa Pública”, trascienden finalmente ese convencimiento, esa necesidad apostólica de “mejorar una vara” las condiciones de vida del pueblo. 

 

En ello reside, iluminador,  su “Buena Doctrina” y sus “Buenos Propósitos”. Su actitud “eudaimónica”: la de una fuerte y constante predisposición por la felicidad de los más, el “estar animado por un Buen Demonio” (del hondo sentido social y nomocrático).

 

Nuestro Faustino aun exige la valuación imparcial y positiva de su legado cuantioso de Humanización y Republicanismo, potentemente germinativo. Y, grito argentino Fundador, también reclama amor y comprensión de las generaciones argentinas. “Que me quieran, que me lean” nos está  diciendo.

 

Guerrero, “gaucho malo de la prensa”, fiscal, entrañable y pasional, exuberante voluntad de poder, Hacedor Supremo de la Historia Americana, polémico, siempre bien intencionado, con su perenne lucidez profética,  encarna magníficamente “notre ancienne et moderne frère”.

 

Aparejamos  asimismo a Villón y al sanjuanino en su ánimo “mariano”, su “devotio” religiosa sincera. Uno en su “Balada para orar a Nuestra Señora”; el otro, el nuestro, “Historia de mi madre” (en “Recuerdos de Provincia”): apologiza la virtud, sencillez y santidad humilde de la Madre, desde el culto a la santa Madre de Jesús. “No soy sino una pobre mujer vieja / que nada sabe, ni letras ha leído”: se define la “humilde cristiana” de Villon.  

La “matrona romana” de San Juan, doña Paula Zoila Albarracín, adquiere la entidad, en la prosa vibrante de su hijo, de agustiniana “personificación de la Providencia, la tierra viviente a que adhiere el corazón”.

 

Frecuente ha sido en el poeta francés la maestría, la sobriedad y la agudeza en el retrato de los personajes de su época.

En su “Juicio Universal” (1940-1956, cap.: “Poetas”), Giovanni Papini (1881-1957) se ocupa del poeta galo a través de las palabras que pone en boca de su madre María de Montcorbin, noble y devota como Doña Paula. Aquélla confió la  instrucción de su hijo a un sacerdote, el canónigo que le dio el apellido célebre, como ésta, de Domingo, el nombre del santo fundador de los Predicadores y del sólido cristianismo que sostuvo su alma.

François la inmortalizó en su oración a Nuestra Señora, legado poético de su fervor cultual. El otro, entonó su himno a la madre en su “Recuerdos..”.

 

Aquél “fue también un poeta y cantó a la Virgen bendita, cantó a su pobre madre abandonada y torturada, cantó a sus compañeros de pecado y desventura”.

 

S. personifica la “ética del dolor”, del sacrificio predominante, no obstante su “ethos oriental” al que hemos aludido ut supra. Esteta romántico, rinde culto a la cultura del riesgo y la aventura vital, pero practica el renunciamiento y la resignación ante el destino (v. consejos a su hija, 1867).

 

V. representa una ética antinómica, “indolora”, según denominación  de Gilles Lipovetzky, el pensador contemporáneo de “La era del vacío” y “El crepúsculo del Deber”. del sólo placer y la libertad individual. No obstante este perfil esquemático, a pesar del bronce y del himno y los homenajes, el autor de “Camino del Lacio” y “Argirópolis”, también participa en su compleja personalidad, de algunos rasgos de la moral “goliardesca” (“goliardo”, clérigo de vida irregular, de “Golias” demonio, por extensión se llamó a los estudiantes pobres, pícaros y  ‘pecadores’) en la que se exalta la ebriedad de la vida, y, en el caso del sanjuanino, vertebradora,  la ambición del poder, del mando y de la ejecutividad pública.

 

Rechazamos una visión adocenada, del “pobrecito estudiante que se llamó François”, pues acusa interesantes rasgos de un artista cristiano, que apetece Trascendencia, y que iluminan aún más su lugar destacado en la historia literaria de Occidente.

 

“Epitafio”: “Reposo eterno conceded / Señor, y eterna claridad, / a quien no tuvo escudilla / ni una brizna de perejil. / A Dios rezad por él este Rondeau” (V.).

 

Quirón criollo, por el vuelo alto del espíritu, por la fina inteligencia y sensibilidad, con su cimero amor por todos los seres vivos, S. anticipa a William Henry Hudson (1841-1922), el alto escritor y naturalista británico-argentino, con su privilegiado don de observación, (“Aves del Plata”, “Una cierva en el Parque de Richmond”, “Allá lejos y hace tiempo...) (estudiado admirativamente por Luis Franco y por Ezequiel Martínez Estrada; v. “Hudson y S.” del primero, en “La Prensa”, 10-6-1956), íd., “H. a caballo”, 1956 y eds. posts.; “El mundo maravilloso de G. E. H.” E. M. Estrada, 1951, y ed. posts.). Y anuncia  al filósofo de las aves, el ornitólogo francés Jacques Delamain (1874-1953), otro canonizador de los pájaros, en su “Los días y las noches de los pájaros”. Evoca a éste bellamente, Alfonso Reyes (1889-1959), el mejicano universal, en sus “Marginalia. II serie, 1909-1954” (en sus Obras completas, Fdo. Cult. Económica, t. 22, 1989, p. 297-299,  “El filósofo de las aves”, 1953).

 

Y también el Proteo de San Juan, nos sugiere las ideas y escritos del místico de la vida, el ‘salvaje’ de “Walden”, Henry David Thoreau (1817-1862) y la poesía del soñador de lo rústico, en su “Isla lacustre de Innisfree”, el Nobel, metafísico y mago William Butler Yeats (1865-1939).

 

IV.- El poeta, periodista y autor teatral  argentino Nicolás Olivari (Diego Arzeno, 1900-1966) en “El gato escalado” (1929) dedica un soneto a V.: “Saludo a F. V.” y por otra parte toda su obra respira el aire libre, atrevido y “atorrante” del poeta francés.

 

Como el sanjuanino, Villon en los versos olivarianos “tiene un alma cuantiosa”, grande y moderna. Y expresa un estado de rebeldía contra las rutinas y verdades adocenadas: “asusta a los burgueses su lira escandalosa”, por la carnalidad sin cáscaras de su mundo poético, así como S. por la abundancia de sus ideas “útiles y realizables” y la novedad de su empuje modernizador.

 

Escandalizan a los quietistas y a los mediocres con el liberal  sentido de sus obras y la originalidad de su persona y su estilo.

 

Coinciden también en la adversa suerte de los avatares de sus vidas, los sufrimientos y miserias de su apostolado público en uno,  el hambre, la destitución y la pobreza en el joven poeta.

 

Excéntricos (“Soy yo un ente raro”, 1868, S.), y desenfadados en sus respectivos tiempos. Desde “Mis pajaritos” o “Poema del Agua Dulce”, hasta “La escuela ultrapampeana”, nos refleja su autor las luces y oscuridades más variadas, contradictorias, memorables y a veces desconcertantes.

 

A veces será el deslenguado, el autoritario intemperante, pero también el padre tierno, el maestro “socrático”, el sentidor del arte y la naturaleza patria, el dulce apologista del ñandú o el oso hormiguero, el “redescubridor” del Delta, el místico “teresiano”, el fundador de toda obra útil, el amante doliente, melancólico y estoico en sus cartas a la hija, el rebelde y personalista en los consejos a su nieto: muchos estilos corren por su genio polifacético.

 

Ambos, “almas ricas de hombres y de poetas”: no pueden retratarse con un solo rasgo. Exigen una amplitud de miras, una especial intensidad y extensión en su estudio. Léase  “El Testamento de V.”, V. Lugli, en “Dicc. Literario”, Bompiani, t. 10, p. 149-151; y Centro Editor de América Latina, trad. de “Testamentos, 1984).

 

Recién en 1844, Théophile Gautier (1811-1872) lo reivindica y anuncia su revalorización en su evocación afectuosa de “Los Grotescos” (v. Gustave Cohen: “Un poeta vagabundo”, en su “La vida literaria en la Edad Media”, 1977, p. 253-278; léase también “Baladas de V.”, en “Dicc....”, cit., t. II, p. 542-543; Antonio Tabucchi: “Sueño de F. V., poeta y malhechor”; Aurora Venturini: “F.V., raíz de iracundia”, 1963; Marcel Schwob, “F.V.”, 1912).

 

El “poeta maldito” del Medioevo, el artista pre-renacentista,  alternan en la rica figura literaria de François. “El primer poeta franca y completamente moderno” (Gustave Lanson, “Historia de la literatura francesa”, Labor, 1956, p. 62-67)).

 

Desde “Balada de los caballeros de los tiempos antiguos”, “Balada para rezar a N. Sra.”, hasta “Balada de las Mujeres de París”. Dogmático y doctrinario, expresionista y terrible en la prensa, el sanjuanino; enérgicamente realista, trasgresor cínico o sentencioso el autor de “Balada de las contraverdades”, el patriota de “Balada contra los enemigos de Francia”.

 

Sobresale ese doble temperamento en ambos. El turbulento goliardesco, “Roman de Pet- au- Diable”, y el lírico, cortesano en el poeta de las “Baladas”, “El primer lírico verdadero aparecido en Francia” (según V. Lugli, lug. cit.).

El polemista educador y el poeta lírico y elegíaco de “Recuerdos de Provincia”. Uno es el carnal y rabelesiano, el otro aspecto, es el delicado, el idílico y romántico.

 

Esa doble y  fértil humanidad fascina a sus biógrafos. (v. “F.V.” G. Natoli, en “Dicc. de Autores”, Bompiani, t. 3, p. 924). Villon luce un paralelo temperamental, brío y vigor, con el Arcipreste de Hita, Juan Ruiz, el clérigo  y brioso poeta del siglo 14 español, audaz, popular y doctrinario, conjuntamente, con su rico “Libro de Buen Amor”.

 

Ama la Gloria y la Fama, la extensión  en el tiempo y el espacio, de su peculiar existencia. Nostalgia y atracción por el vivir presente, ubicado entre el Medioevo y el Renacimiento.

 

Una constante clave en los hechos de sus vidas y escritos ha sido la “irreverencia”, la pelea y la lucha libertaria, a través e una literatura, la sarmientesca, aluvial, discursiva, digresiva y pasional. (Luis de Paola, “Prólogo” a “Memorias” de S., ECA, 1961).

 

S. acércase a la caracterización de Villon en la historia de la literatura, a su tipificación cuando en “Facundo” (1845),  habla del “gaucho cantor”, como ”el mismo bardo, el vate, el trovador de la Edad Media”. Personaje tradicional que se ubica en la transición entre el mundo feudal, que se eclipsa y el renacimiento auroral, “entre la vida que se va y la vida que se acerca”, como el vagabundo galo de las baladas  del Ahorcado, habitual inquilino de tabernas y prisiones.

 

Su obra de creador popular y muchas veces  codeándose con la marginalidad y la delincuencia, es testimonio de su tiempo: el mismo trabajo de crónica, costumbres, historia, biografía, que el bardo de la Edad Media.

Capta entonces Domingo la esencia de este arte, prosaico a veces, procaz cuando no, devoto, frecuente en altura poética, inspiración y sentimiento.

 

Narrador picaresco de sus hazañas, recreador de tradiciones (ob. cit., cap. II: “Originalidad y caracteres argentinos”). Por otra parte, con el “Facundo”, publicado en folletín en “El Progreso”, inaugura S. una literatura genuinamente nacional y la internacionaliza: el cantor, el baqueano, el rastreador, el gaucho malo. También en su retrato del Cantor, recurre a su símil medieval, el “troveur” o “juglar” del siglo XII.

 

5.- Villon utiliza la antìfrasis en su escritura, la visión del mundo al revès.  Como recurso crítico y diversivo, satírico, innovador, subversivo del orden y los valores convencionales.  “Planter me fault autres cimpans...” (“Legajo IV”). El “trobadour”, el “coquillard”, es la voz del Otoño del Medioevo. Refleja la decadencia del orden feudal, la corrupción de la axiología de la nobleza de la época.

 

Es el cantor de la “Balada de las falsedades”: “sólo son cuerdos los enamorados” , “y ponerse furioso es ser sensato”. Astucias, argucias, picardías, desengaños, integran notas de su poesía. (“Diario de Poesía”, nº 16, 1990, p.7-9: “El Poeta Tradicional” por Osvaldo Aguirre).

 

El poeta irreverente y tierno, whitmaniano y  grotesco, romántico anticipado, “ne du tout fol, ne du tout sage”, ni del todo loco, ni del todo sensato.

 

Enaltecedor de los sentidos y las emociones y los placeres materiales de la vida. (O. Svanascini, “Un poeta de dos caras”, “La Prensa”, 10-5-1981; “F.V. Místico y pecador” B. E. Koremblit, “La Prensa”, 27-2-1994 y en “Proa”, 1995, nº 18)..

 

S. anciano invita a su amor más sólido Aurelia, a compartir días de primavera, floridos y soleados,  en Asunción (Paraguay). Escribe una tiernísima carta, emociona. Se desespera en hacer los arreglos para recibir a la bella e inteligente dama porteña. (A. Bellota, “A. V. La amante de S.”,  1997; 2ªed., “A.V., la mujer que amó a S.”, 2001). 

 

En esa oportunidad feliz, cita fragmentos de su “Ballade es dames du temps jadis” (v. A. Pagés Larraya, “El adiós de Sarmiento”, Boletín de la Academia Arg. de Letras, nº  209-210, 1988 y  ampliación, íd., nº 221-222, 1991).

“Qui beaulté eut trop / plus qu’humaine” : “Y tuvo una belleza más que humana?”.  “Mais où sont les / neiges d’antan?”.  Uso del tòpico del “ubi sunt”: “¿Pero dónde están las / nieves de antaño”. (“Obra poética completa” de F. V.  prólogo y trad. de F. Gorbea, Libros Río Nuevo, 1976; J.-J. Bajarlía, “El poeta y el exilio”, 1990).

 

Se deleita, galante, enternecido, siempre “con una cereza en el pico” para dirigirse a una mujer, en recitar a su amor esta “Balada de las damas de antaño”. Y se nos revela como el primer cultor documentado de Villon en territorio argentino.

 

El semiólogo y escritor contemporáneo Roland Barthes (1915-1980) en su “El grano de la voz” (1981) p. 352, piensa que  F.- R. de Chateaubriand, el fundador del Romanticismo literario, escritor y político, 1768-1848, “se convirtió en la víctima ejemplar de nuestra enseñanza, porque es realmente a causa del empobrecimiento escolar del que fue objeto –y de la inhibición de simpatía que fue la consecuencia de esto- que los franceses lo leen ahora tan poco o tan mal”. 

 

Este juicio podríamos  trasladarlo casi perfectamente, de modo lamentable,  a nuestro Sarmiento y su desvalorización actual, desconocimiento trágico o antipatía que genera en viejos y jóvenes, ilustrados e ignorantes.

 

El  Padre del Alfabeto en América, fue objeto de una glorificación insensata, y superflua por grupos de  escritores y estudiosos cuyo efecto ha sido y será negativo. Vacuas hagiografías o torcidas críticas...

 

La obra copiosa, y aún inédita,  y el espíritu sarmientino,  ostenta una  esencia dionisiaca, desbordante y gigantesca. 

Requiere un criterio amplio para su abordaje. “Hay que ensanchar la cabeza” como apreciaba Alfonso Reyes, para entenderlo. 

Puede y debe comprendérselo en su ubicación espacio-temporal, en su proyección evidentemente superior a esas coordenadas. 

Un artista sensible, un pensador con hondo sentido americanista.

 

A veces prevalece Cicerón en su pluma e ideas, en otras, Villon o Aristófanes...

 

Un religioso del Bien Absoluto, un socrático vidente. Un optimista y valiente Hacedor, un cultor de la Majestad de las Virtudes Republicanas.

 

Sarmiento ha cumplido devotamente, convencido y noble en su íntegra entereza, con  el consejo de Friedrich Schiller, pensador y escritor romántico alemán,  en la 9ª carta “Sobre la educación estética del Hombre”: “Da a  a tus contemporáneos no lo que ellos aplauden, sino lo que ellos necesitan”.

 

Sobre todo es un Genio puro vigor, que apela a nuestra afectividad, a nuestro amor, “se lo siente”, se simpatiza o no con él, con sus extralimitaciones, errores, barbaridades y vanidades. 

 

Desde su “santidad laica y luchas evangélicas” en las que creemos profundamente, Domingo Faustino Sarmiento es una gran fuente de Energía, una Potencia de la Naturaleza y del Espíritu.

 

¡Urgentemente hemos de rescatarlo, revalidarlo en su Altura y actualizarlo!.

Guillermo Gagliardi
Gentileza del blog "Sarmientísimo"
http://blogcindario.miarroba.com/info/95993-sarmientisimo/ 

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