De San Juan de la Cruz a Allan Kardec
Guillermo R. Gagliardi

Leyendo el “Cántico Espiritual” de SAN JUAN DE LA CRUZ (1542-1591). Todo bello y sugerente. Conmueve su escritura ascendente y tersa. Sus imágenes inmensas de “la música callada” y de “la soledad sonora”:

“parece una armonía de música subidísima, que
sobrepuja todas las melodías del mundo”.

Es la “música espiritual”, armonía que patentiza, que presentiza a Dios:

“Soledad muy sonora para las potencias espirituales”.

“Música de grandeza de Dios”

En el estado místico del “desposorio con Dios”. Nos comunicamos con el Supremo a través de las “ínsulas extrañas”, las vías “raras”, extraordinarias:

“Pues va mi alma a ti por noticias espirituales, extrañas y ajenas de los sentidos”,

“en tan interior y subido grado”.

Así se alcanza Hermosura y Fortaleza,

“en el ameno huerto deseado”,
“de paz edificado”.

Siempre reclaman atención, sutiles, finos, expresivos, los mensajes, los escritos, magistrales, de ALLAN KARDEC (1804-1869, con su raigal cristianismo:

“La oración que es una verdadera evocación, atrae los buenos Espíritus, solícitos en venir a secundar las fuerzas del hombre bienintencionado, su fluido bienhechor se une fácilmente con el de éste”.

“Con un Espíritu es preciso luchar, no cuerpo a cuerpo, sino Espíritu a Espíritu, y en este caso también vence el más fuerte; aquí la fuerza está en la autoridad, que se puede tomar sobre el Espíritu, y esta autoridad está subordinada a la superioridad moral. Esta superioridad es como el sol que disipa la niebla con el poder de sus rayos”.

“Esforzarse en ser bueno, ser mejor, si se es ya bueno, purificarse las imperfecciones, en una palabra, elevarse moralmente: tal es el medio de adquirir el poder de mandar a los Espíritus inferiores para vuestros mandatos”.

“Antes de esperar dominar a los malos Espíritus, es menester dominarse a sí mismo. De todos los medios para adquirir fuerza para conseguirlo, el más eficaz es la voluntad secundada por la oración; la oración de corazón”.

“...Pedirles /a los buenos Espíritus/ sobre todo, la fuerza que nos falta para vencer nuestras malas inclinaciones/, que son para nosotros peores que los malos Espíritus, pues estas inclinaciones son las que los atraen”.

“En resumen, la oración ferviente y los esfuerzos serios para mejorarse, son los solos medios de alejar los malos Espíritus”.

Kardec, el filósofo moralista, el pedagogo médico, apela al raciocinio y al buen sentido, a la voluntad benéfica, al esfuerzo ímprobo por el propio mejoramiento interior. Lección de ética espiritual, imperecedera, inolvidable, rectora:

No abandonemos, entonces, sus textos preciosos, de absoluta vigencia:

“El progreso general es el resultado de todos los progresos individuales, pero éste no consiste solo en el desarrollo de la inteligencia (...). Consiste, sobre todo, en el mejoramiento moral, en la depuración del espíritu”.

“Fuera de la caridad no hay salvación”.

“Estos principios no representan para mí tan sólo una teoría, sino también una práctica (...). Véase cómo yo comprendo la caridad cristiana: como una religión que nos ordena devolver bien por mal”.

Desde San Juan, el altísimo y honorable poeta español del Siglo de Oro, el fiel compañero de tareas, de ideas y sentimientos de Santa Teresa, la Doctora de Ávila, hasta el pensador Kardec, Hipólito Rivail, corre ese manantial puro, fluídico de amor y bien, que Simbolizan sus mensajes, su arte y su intelecto, diamantes para la Humanidad de todos los tiempos. Estas páginas breves y compendiosas han de servir para revivir sus figuras y su voz...

Guillermo Gagliardi
Gentileza del blog "Sarmientísimo"
http://blogcindario.miarroba.com/info/95993-sarmientisimo/ 

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