Dante y Sarmiento en “Montevideo” de F. Jeanmaire
Guillermo R. Gagliardi

1.- En su relato “Montevideo” (1997),  el escritor  argentino Federico Jeanmaire (1957), ubica los días de Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) en “la Nueva Troya”. Se estructura la obra en tres partes, con un total de 15 capítulos. Cada una de aquéllas está precedida de un epígrafe del “Infierno” de Dante Alighieri (1265-1321). El primero: el Canto I, 1º estrofa, versos 1-3): “Nel mezzo del cammin  di nostra vita /mi ritrovai per una selva oscura, / ché la diritta via era smarrita” (traducción de Ángel J. Battistessa: “En medio del camino de la vida / yo me encontré en una selva oscura, / porque la recta vía había perdido”.

El Sarmiento de esta novela es un joven, cercano a los  treinta y cinco, semejante al exiliado florentino. Primitivo “energúmeno” visto como un personaje de sainete, entre payadas y versos sencillos, entre juegos y chanzas con su amigo Dalmacio Vélez Sársfield, conjuntamente pícaro y filósofo, jurista y latinista. Hállase acosado por su carnalidad, su fealdad, su calvicie y el sexo, en “una siesta pesada y caliente”.

2.- El segundo encabezamiento, siempre dantesco, transcripto por su autor en el ilustre idioma original:  “Tant·e`amara che poco è più morte, / ma per tratar del ben ch·io vi trovai, / dirò de l·altre cose ch·io v·ho scorte” (en traducción: “Es tan amarga casi cual la muerte, / mas por  tratar del bien q·allí encontré / diré las otras cosas descubiertas”). El personaje aparece desmesurado, erótico, como el histórico, pero alejado del afán político y escolar con que la posteridad ha construido  su monumento de Estadista-Educador. A menudo peleado con lo racional: “porque la lógica nunca caminó muy cómoda a mi lado”. Humano, demasiado Humano, superiormente visceral:“y yo digo (...) que el camino más seguro para llegar a la cabeza siempre empieza en el corazón”.  Su amor por Mariquita (de  Mendeville) calienta sus días orientales. En diciembre de 1845 Domingo estuvo en Montevideo, desde Valparaíso, para luego partir a Brasil, en el viaje descubridor que le encomendara el Presidente chileno Manuel Montt, para estudiar los sistemas escolares de Europa y Estados Unidos (“Viajes” 1849, tomo 5 de sus Obras Completas).  Como los protagonistas de la narrativa de Henry Miller (1896-1980) se muestra intensamente sexual y priápico, crudo y apasionado hasta la exasperación. “El rinoceronte sanjuanino”, se comporta desprejuiciado, libérrimo e irreverente, a veces sublime, otras ridículo. El aire montevideano “se prodiga con la luz  para acelerar las pulsaciones de la vida” (texto de S.). En  “El Nacional” de Andrés Lamas (1817-1891) estaba publicando su “Facundo”, una luz esperanzada en la “ciudad doliente” de la Argentina sojuzgada por el despotismo rosista, pintada dantescamente en su prosa volcánica. Evocará  esta primera escala de su peregrinaje revelador, el trato cordial con Vélez, Mitre, Cané, Varela, Alsina, Echeverría y Ascasubi. Alabará sus obras originales y analizará el pasado y el presente oriental, entusiasmándose, mente esencialmente heráclitea,  por su movimiento intelectual y comercial. en el 2º capítulo de los “Viajes”: “Montevideo”. Epístola dirigida a su camarada de empresas de educación y periodismo, Vicente Fidel López (1815-1903). (Cons. “S. en Montevideo” Pablo Blanco Acevedo, en sus “Estudios históricos”, 1956, ó Juan C. Gómez Haedo: “S. y el Uruguay” en “S. y Avellaneda”, autores varios, 1939, Museo Hist. S.).

Obsesionado por los espejos, por el sentido de la belleza y la vejez. Se rebela contra la pudicia y quietismo  de la lengua española, insulta, se destempla, soberbio, gallardo y poderoso cual el Farinata de la Sacra Comedia.. Medita “sobre la imposibilidad humana de realizar el amor “ y “acerca de las  serias dificultades que conlleva el infectar de política nuestra mayor privacidad, es decir los  sueños”. Entre  la ginebra, el champaña y su ambición Presidencial. “Y si es simple, por eso es que quiere ser presidente aunque es pelado y feo. Presidente de un país en el que cualquiera con buenos cojones puede llegar a serlo. Cualquiera que no sea pelado  o tan feo”. La pasión amorosa, la tempestad “nel lago del cor”.

3.- Con los versos 19-21 (séptima estrofa del Canto I) encabeza Jeanmaire la tercera  y última parte: “Allo fu la paura un poco queta / che nel lago del cor mera durata / la notte chio  passai con tanta pieta” (traducción: “Entonces el pavor se aquietó un poco / en el lago del pecho, en que durara / la noche que pasé con tanta angustia”).   

Como Domingo peregrino de su tierra entrañable, “con tantas dolencias, con tanta soledad”, en  parecido estado espiritual al exiliado  y doliente  Dante, “Camino solo por Montevideo mirándome las botas. Me alejo del puerto con la mano izquierda en el bolsillo y la diestra sosteniendo mi poco equipaje”. Como un obseso en la lucha por la política de su país, vaga solitario y reminiscente, una  sombra  lo persigue semejante a una visión  dantesca: “Y creo  encontrarla: el Tirano, el execrable gobernador de Buenos Aires, el inmundo patán porteño, tan cerca, apenas del otro lado del inmenso río marrón”. Y poseído por la escritura como manera de combatir, como signo de la vida. Metafísico de la  escritura, “estoy seguro que escribir es lo más  parecido al amor eterno” Explosivo y tenaz: “Pienso que al que Dios no le dio belleza le dio al menos una pluma, y es por eso que todo lo escribo. ¡Todo!”.  Cruel e inconmovible cual el Poeta medieval, ostentoso de hiperbólicas dotes de poder y valentía, coraje y autoridad como  el “condottiero” del Alighieri, quisiera ardientemente desterrar a sus enemigos en el Infierno  perdurable “Escribir. Un lugar (...) para gritar. Necesito gritar mis ganas”. Y continúa el tenso monólogo sarmientino, definitorio,  en la prosa de Jeanmaire: “Pienso que si Dios me hizo tan calvo es porque quería mi frente despejada y amplia, una frente que exhibiera impúdicamente nuestras insalvables diferencias. Pienso que soy lo más opuesto que se puede ser de la bella bestia pampeana como antes lo fui del peludo  chacal de los llanos”.

4.-  Sarmiento, en la acción, es un héroe del pensamiento y de la literatura. El autor de la novela destaca pertinentemente esa  dimensión proteica, universalizadora de tan genial personalidad, que lo emparienta a la   dantesca, que reina y luce, por sobre su inocultable animalidad y su enorme voluntad (en acertada imagen criolla “es una yegua alazana saltadora de obstáculos”). “Pienso que pienso en demasiadas cosas aquí en Montevideo, tantas cosas como las que pensaba en Santiago o en Valparaíso o antes en San Juan o en Mendoza, y no se me ocurre reflexión más sana que la de pensar que la América es un gran lugar para el pensamiento...”

Pensante y vital, impaciente y violento: “me parece que a la vida sólo se la puede vivir plenamente estando borracho de alguna cosa o de alguna idea”. “El que siempre busca grandes cosas alguna vez las encuentra”.

Rabelaisiano según Jeanmaire, entre Nietzsche y Whitman, el desterrado trajina entre deseos y zozobras, como Dante desde 1302 hasta su muerte, en Verona y finalmente en Ravena, esculpiendo su magna “Comedia”. El S. histórico, el de sus adoradas “Santas Mujeres” afirma que ha amado mucho, y numerosos de sus pecados le serán perdonados. El S. del relato, del monólogo áspero, medita “ardido de amor por estas anchas tierras”, medita sobre su creencia de “que lo que se hace por amor, se hace siempre más allá del bien y del mal” y que es imprescindible cumplir la misión elevada que el destino nos ha fijado.

Aparece también la veta estética del temperamento del autor de “Recuerdos de Provincia”, cuando enuncia su  elogio del Barroco y del Grotesco, al que tan sublimemente representó Dante, en personajes y ambientes inmortales. Él se considera producto físico de ese estilo. Establece su teoría schilleriana de la Estética como Civilización, de la Belleza como  esencia de la condición humana, como definidora de la  Cultura (puede intentarse un acercamiento entre  el prosista y dramaturgo alemán Federico Schiller, 1759-1805 y su “Educación estética del hombre”) Es constante el asedio sarmientino en la novela, a los valores de lo bello y lo feo.

5.- “Soy de ir a buscar las cosas, no soy de los que se sientan apaciblemente a esperar que sucedan. . Pragmático y orteguiano. Su biografía real cumple los postulados del  sugestivo autor de “La rebelión de las masas”, de una ética de la exigencia de la vida selecta y comprometida con los ideales más altos y difíciles: “he construido  mi vida alrededor de un par de sueños, creyendo ciegamente  en la existencia de un camino, cuidando cada nuevo paso que daba en ese difícil camino, jugándome la piel en cada opinión, exigiéndome el máximo ante cualquier situación mínima”: estas palabras ajustadas de Jeanmaire pintan a S. en su alma entera.

Sentimental, romántico, excepcional observador de la naturaleza, devorador de geografías, constitucionalmente alegre, “siempre pensé que de las cosas alegres conviene hablar alegremente y que de las cosas serias, con mayor razón”. Enfermo de patria, místico de la nacionalidad, “no se puede ser argentino, sin distingos genéricos, si no está erecto al menos de alguna cosa”. Pinta así el verticalismo ético del argentino y el toscano, su aristocracia espiritual: la del talento y del patriotismo, las únicas admitidas en  su ideario..

Suele expresarse S. puramente instintivo y abierto:  “que lo que pasa es que existen personas que son mucho más transparentes que otras y que yo soy, para mi desgracia o para mi suerte, una de esas personas”. Pero el Montevideo  de febrero de 1846 es un verdadero sucedáneo del Infierno dantesco. Por el calor insoportable del verano húmedo, y por el amor voluptuoso de Domingo por la “consulesa”, la bella y cautivante Sra. De Mandeville, antes de Thompson (1786-1868), que residió en esa ciudad desde 1839 hasta 1847. Es el leii-motiv del relato de Jeanmaire. Su base histórica en la sorprendente carta sarmientina (15-01-1846), exhumada en del Archivo Juan María Gutiérrez,  en su  nota “De una carta inédita de Sarmiento. La erección de un pensador a través de la escritura de S.” (publicada en la revista “Fin de Siglo”, nº 15, setiembre  1988, págs. 62-64) y posteriormente en esta novela, capítulo 15. Volverá Domingo en 1851 según nos cuenta en su “Campaña en el Ejército Grande” (1852, cap. “En  Montevideo”). Visitará nuevamente  la capital uruguaya en 1883 y recordará su juvenil estadía. En la evocación de Paul Groussac en su “El viaje intelectual” (2º serie, Bs. As., 1920, cap. “S. en Montevideo”, págs. 1-43, también “De Valparaíso a Río de Janeiro” Javier Fernández, en su ed. crítica de “Viajes”, 1993). Entonces visita la Escuela Normal y pronuncia su modernizador y crítico discurso “Internato Normal. En la Sala Normal de Mujeres (febr. 1883)”(Obras, tomo 22). El mismo autor de “Educar al Soberano”, en “El Mercurio” chileno (21 y 22-4-1842), articulo “Estado  de Montevideo” (Obras, tomo 6, “Política argentina”) se refirió a la prensa local, batalladora y liberal, así como en sus “Viajes” elogió y analizó el auge de  la poesía como combate contra la tiranía. En 1887 acude por última vez a  las playas montevideanas, es cordialmente bienvenido  y pronuncia un discurso emocionado rememorando  y redactando una apología elegante  de los adelantos educativos y edilicios de la ciudad querida.

Guillermo Gagliardi
Gentileza del blog "Sarmientísimo"
http://blogcindario.miarroba.com/info/95993-sarmientisimo/ 

Ir a índice de América

Ir a índice de Gagliardi, Guillermo R.

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio