Blaise Cendrars, de la tierra
Por Guillermo R. Gagliardi

Blaise Cendrars es el seudónimo  de Frédéric- Louis Sauser-Hall, nacido en Suiza en 1887 y muerto en Paris en 1961.

 

Su existencia fue “supernovelesca”, por lo cual los motivos de sus libros son auténticos. 

 

En su novela “El hombre fulminado” de 1945, tetralogía musical autobiográfica, junto con “La mano cortada”, “Bourlinguer” y “La urbanización del cielo”,  escribe:

 

Un escritor  no tiene que instalarse nunca ante un panorama, por grandioso que sea.

Había olvidado esta regla. El escritor, como San Jerónimo, tiene que trabajar en su celda.

 

Dar la espalda. Hay que ir llenando hojas blancas, ennegreciéndolas.

Escribir es una vista del espíritu.

Es un trabajo ingrato que conduce a la soledad”.

 

“.....No se escribe más que sobre sí mismo. Quizás esto sea inmoral. Yo vivo asomado a mí mismo. ¡Yo soy el Otro!”.

 

(cito por edición - Argos-Vergara, Barcelona, 1980,, p. 93-94; traducción de Nuria Sales de Bohigas).

 

Siempre en este autor singular, la sed de aventuras, de acción y movimiento. “La vida es siempre acción, acción directa” afirma.  “Historias ciertas”, 1937; “La vida peligrosa” es de 1938. Incursionó  con éxito en la cinematografía y el teatro. En el primer caso con “La venere nera”  y en  segundo con su libreto “La creación del Mundo”, ambos de 1923.

 

En la Fotografía Desnois  acompaña sus obra con textos de Cendrars (en 1949). Es llamado y reconocido como “El elefante solitario”, inmenso en su obra artística y único por su  innovación, temas y ritmos.

 

El no menos original y inquietante escritor, el norteamericano  Henry Miller (1891-1980) fue su discípulo y albacea: “Cendrars es el mineral del que se extraen los metales más preciosos” (H. Miller: “Homenaje a B. Cendrars”, en revista “Sur”, set. oct. 1961, p. 40-46).

 

Vitalista íntegro y extremo. Desafiante y lúcido arremetió contra la cultura del siglo XIX y el  tradicional concepto libresco de Escritor. Pues para él, el Escritor es un hombre concreto, que vive entre los hombres y se compromete con sus  dientes y sangre, con la vida.

 

Vigorosa personalidad, de vida marcadamente errática y rica:

 

“Y todo lo que ido conociendo en esta vida, dichas y desdichas, me ha enriquecido extraordinariamente y me ha sido útil cada vez que me he puesto a escribir.

 

No remojo mi pluma en un tintero sino en la vida.

 

Escribir no es vivir. Quizá sea sobrevivirse a sí mismo.

 

Pero no hay garantía alguna de que así sea.

En todo  caso, en la vida corriente y nueve de cada diez veces, escribir...es abdicar, quizá. He dicho”.

 

“¡Y qué nos importa la rivalidad de ideologías contrarias!.

Los mismos perros con distintos collares. Y la economía, política o dirigida, no interesa a la humanidad.

Excrecencias tumefactas de los cerebros”.

 

Exclama y sentencia:

 

“Vivir, es vivir, primero. Soy de la Tierra”.

 

“No sé cómo  sacan los sabios sus conclusiones.

A mí me hace falta ver las cosas con mis propios ojos, palparlas con mis propios dedos, para quererlas y entenderlas, y compenetrarme con ellas mentalmente y reinventarlas, reanimarlas y resucitarlas.

 

Sin sentido  creador, la ciencia es letra muerta. Todo es actual”.

 

 

Anti intelectual, anti-sentimental. Ilógico e instantaneísta. En su lirismo viajero se suprimen las relaciones lógicas de la escritura. Rompe las transiciones habituales.

 

Desaparece el “continuum” tradicional del estilo. Surge el imperio de “lo discontinuo”, que condice con su vida signada por lo azaroso  y la hondura y variedad de la experiencia.

 

Utiliza el “collage” en su poesía, inserta rótulos periodísticos y etiquetas comerciales. Ha sido traducida  completamente al castellano por Víctor  Goldstein (ed. Fausto, 1975).

 

Profesa  una auténtica atracción de índole estética y etnológica por las Civilizaciones Primitivas y especialmente el mundo Africano.  Publica al respecto la primera  selección de textos de la tradición africana, “Antología Negra” (1921).

 

Crea el género del “reportaje literario” con sus obras “Ron- La  aventura de Jean Galmot” y “Hollywood. La Meca del Cine”.

 

En 1919, con sus “Diecinueve poemas elásticos” semeja los “Alcoholes” (1913) de Guillaume Apollinaire (1880-1918). Es poeta cultor del Cubismo en el lapso de 1917-1920, en que se destacan su obra mencionada, los “Caligramas” de Apollinaire, Jean Cocteau, Reverdy, etc.

 

Su primera obra es “Secuencias” con el influjo de su admirado Rémy de Gourmont (1858-1915), el raro autor del “Latín místico”, “La ley de Novgorod o del oro  gris”, “Moganni Nahmed”, primera novela.

 

Desde su vitalismo pluralista, admira al filósofo alemán  Arthur  Schopenhauer (1788-1860), con quien  se hermana en la concepción de que “El mundo es mi representación” (“El mundo como voluntad y representación”, 1819:”Wille und Vorstellung”, “nadie puede salirse de sí mismo” es la premisa inicial. El mundo implica la voluntad o impulso de vivir como la realidad última de las cosas, las cosas son en cuanto están en mi conciencia, así piensa Cendrars).

 

Su visita a los Estados Unidos de Norteamérica marca la temática de su obra. Queda deslumbrado, por las máquinas, el cine, las ciudades, los transatlánticos... La velocidad, la aceleración histórica, la mecánica, marcan su estilo. Escribe el “La  pascua en Nueva York”, el primer poema largo de la literatura moderna.

 

“Escribir es un incendio que abrasa un sin número de ideas e inflama las asociaciones de imágenes antes de reducirlas a crepitantes ascuas y a una lluvia de cenizas.

 

Pero si las llamas provocan la alarma, la espontaneidad del fuego continúa en el misterio.

Porque escribir es quemarse vivo, pero es también renacer de las propias cenizas”.

 

Su “El hombre fulminado” está precedido de unas  significativas y definidoras palabras de Descartes en su “Discurso del Método” (1637, publicado como Prólogo a sus “Ensayos Filosóficos”):

 

“...el gran libro del mundo...:viajar, ver cortes y ejércitos, tratar  con gentes de distinto humor y condición, recoger diversidad de experiencias, ponerse a prueba a sí mismo en la fortuna...”.

 

Su fuerte e independiente personalidad, influyó sobre el Surrealismo (término impuesto  por  Apollinaire en 1917 en ocasión del estreno de su obra teatral “Las tetas de Tiresias”), sobre Paul Morand, Miller y otros.

En 1913 había escrito su original “Prosa al Transiberiano y de la pequeña Jehanne de Francia” junto con Sonia Delaunay.

 

En el ’18, “He matado”, libro sobre la Primera Guerra Mundial.

 

En 1934, Henry Miller le escribe a Anaïs Nin, juicios centrales sobre el gran escritor:

 

“....tiene aspecto rústico, como de marinero –que en el fondo lo es- y habla en voz alta, pero lo hace muy bien.

 

...Ha repetido sin descanso que estoy dentro de la mejor de las tradiciones, que soy un brote de Rabelais, que tengo hígados, etc...

 

No es chique. Nos ha explicado que camina por las calles desde la mañana hasta la noche, que detesta escribir, pero que, aún así, es un grande y formidable trabajador.

 

Es un hombre cabal, te lo aseguro. Quizá sea ese hombre singular sobre el que he escrito hace poco tiempo, aquel al que he esperado ver adelantárseme y saludarme”.

 

(Cartas a A. Nin, Bruguera, 1981, traducción de Ana Goldar).

 

Cendrars escribió una crítica positiva y entusiasmada al autor de “Noches de amor y alegrìa” y los carnales “Trópicos”. Éste a su vez concibió su “Tribute to B. Cendrars”, en su “Wisdom of the Heart” de 1941 Véase también “Lectura de H. Miller” por L. Durrell, 1984, , p. 260-279).

 

Cendrars escribió una crítica positiva y entusiasmada al autor de “Noches de amor y alegrìa” y los carnales “Trópicos”. Éste a su vez concibió su “Tribute to B. Cendrars”, en su “Wisdom of the Heart” de 1941 Véase también “Lectura de H. Miller” por L. Durrell, 1984, , p. 260-279). 

Guillermo Gagliardi
Gentileza del blog "Sarmientísimo"
http://blogcindario.miarroba.com/info/95993-sarmientisimo/ 

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