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Nunca digas que esta senda es la final. Por Dora Schicht. Buenos Aires, Editorial Milá, 2007, 91 págs.

"El dolor y los recuerdos permanecen y, por eso, con los relatos que siguen, quiero dar testimonio del espanto que produjo el nazismo (...) La memoria del pasado vuelve constatemente y sigue presionando para que no se olvide la tragedia. Lo siento como un desafío, por eso voy a narrar algunos hechos de los cuales fuí partícipe casual y otros de los cuales fuí testigo."

"Había una vez ... hace muchos años... allá lejos, detrás de los mares, un pueblito donde vivía gente trabajadora y estudiosa. La vida de las familias era apacible; tenía, como las de todas las familias, sus momentos felices y sinsabores. Los chicos estudiaban, jugaban y hacían alboroto. También corrían por el bosque, cantaban y juntaban florcitas. Nadie sospechaba que había un lobo acechando en las cercanías."

Produce verdadera conmoción leer los distintos sucesos en los que la casualidad hace que la autora de este libro sortee una y otra vez la muerte. La desesperanza de aquel mundo tan plagado del horror como de lo imprevisible, se encuentra por doquier en estas memorias, pero a pesar de ello, más allá del tenebroso escenario exterior, hay en el fuero interior de Dora Schicht, esperanza. Y es en la tensión entre la desesperanza y la esperanza, el desconsuelo y la fe, que oscilan estas páginas.
(contratapa) 

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