FRAY SALVADOR SOLA VILALTA OFM, RETAZOS DE SU VIDA Y DE SU INGENIO, por P. Fray Pedro Audet Fabré. 2006.

   

Fray Salvador Solá Vilalta ofm, Retazos de su vida y de su ingenio es un relato testimonial del Padre Fray Pedro Audet Fabré, del convento franciscano de Río Cuarto, en el que se unen vivencias y circunstancias especiales de la fructífera vida y obra del recordado Fray Solá, constructor del actual templo de San Francisco Solano, que ganara a través de sus visitas por una extensa región, innumerables amigos y colaboradores que lo siguen recordando con respeto y admiración.

A través de diez breves capítulos el autor recorre los primeros años de Fray Solá, su ingreso a la Orden de san Francisco y más tarde, el arribo a la Argentina y los lugares y trabajos previos a su llegada a Río Cuarto, convocado ante el derrumbe del antiguo templo. Las anécdotas se suceden en medio de los trabajos y las idas y venidas de este verdadero personaje que logró levantar el que es hoy uno delos templos más grandes de la región, a partir de la constancia, el buen humor, la conquista de innumerables colaboradores que encontró en el campo y en la ciudad, aún de lugares alejados como los de San Luis y la Pampa; luego, sus años en la portería y su imprevisto final.

El autor, R. P. Fray Pedro Audet Fabré, compartió con Fray Solá los juegos de la niñez en el sitio natal de Vic, en Barcelona, y luego, la vocación que los llevó a vestir el hábito de la Orden Franciscana, así como en los últimos años, ya en el convento de Río Cuarto, la extraordinaria obra del nuevo templo a la que Fray Solá dedicó más de quince años de trabajos y trajines.

Ha escrito con verdadero afecto estas páginas, entrelazando recuerdos y vivencias con una excelente memoria y no poca experiencia, con sus ya celebrados 85 años de edad. Es una figura relevante del franciscanismo local, con casi cuarenta años de residencia en nuestro país; durante veinte años fue párroco de El Palomar; desempeñó cargos de importancia como el de Definidor Provincial, Custodio de la Comisaría de Río Cuarto y La Pampa y luego, Presidente de la Federación Franciscana Argentina, entidad ésta antecesora de la actual Provincia San Francisco Solano.

Se encuentra en Río Cuarto desde 1995; actualmente es asistente espiritual de la Fraternidad Inmaculada Concepción, de la Orden Franciscana Seglar, de Banda Norte y miembro y asesor de otras instituciones de apostolado. Se destaca también su dedicación a la dirección espiritual y a la predicación. El Padre Pedro Audet ha preparado con mucho esmero estas sencillas páginas, que sin duda serán bien recibidas por las innumerables personas que conocieron y siguen recordando a Fray Solá, constructor de iglesias y muy carismático Hermano franciscano.

En la “Introducción”, afirma Fray Audet: “La intención del autor no es publicar una biografía completa de Fray Salvador Solá, sino que debido a los muchos comentarios que se manifiestan acerca de su vida y su forma de ser, le pareció ser merecedor de que se dieran a conocer algunos de los rasgos característicos de su personalidad tan admirada.

Estaba dotado de una inteligencia privilegiada para encontrar la solución de cuantos problemas pudieran presentarse. Nunca conoció la inconstancia ni la cobardía. Con su graciosa forma de hablar y su donosa cortesía conquistaba las voluntades. Para el no existían los enemigos. Su prodigioso don de la amistad era el arma poderosa con la que abria todas las puertas y doblegaba las voluntades por muy hostiles que fueran. Como Francisco de Asís era el amigo universal: acudía donde los ricos para pedir y visitaba y recibía a los pobres para dar. De los hombres alababa las cualidades y callaba los defectos. Frente a una situación embarazosa su buen humor Ie inspiraba palabras llenas de caridad y comprensión para disipar lo que los separaba y poner de manifiesto lo que los unía.

Por eso sus obras fueron de una gran magnitud, no por lo que tenía, sino por la voluntad férrea de buscar lo que le faltaba para realizarlas. Mas que fantasear proyectos, gozaba en ponerlos por obra. De una piedad autentica y profunda, buscaba mas el servir que el ser servido, con la plena convicción de que no se domina imponiendo, sino sirviendo.

Que los retazos de su vida anecdótica y su gran obra: la construcción del Templo de San Francisco Solano, orgullo de la Ciudad de Río Cuarto, sean para los lectores el deleite de la mente y el acicate de la voluntad para admirar e imitar sus ejemplos”.

El libro “Fray Salvador Solá Vilalta ofm, Retazos de su vida y de su ingenio” puede ser adquirido en la Santería del Convento, Alvear 620, Río Cuarto.

(información enviada desde Córdoba por el investigador Eduardo Tyrrell)

   

ARCHIVO HISTORICO “FRAY JOSÉ LUIS PADROS” Memoria – Homenaje – Proyección. Río Cuarto, Córdoba, Convento de San Francisco Solano, 2004.

En este volumen, que fue publicado con motivo de la habilitación de la nueva sede del archivo e imposición del nombre de Fray José Luis Padrós”, escribe la Licenciada Inés Isabel Farías, Directora del Archivo:

“Fray José Luis Padrós, archivero y cronista del Convento San Francisco Solano, fue celoso custodio de nuestra historia regional y franciscana, por largos años de silenciosa labor.

A nueve días de haber celebrado sus bodas de oro sacerdotales, un paro cardiaco le sorprendió el 28 de junio de 1993, a los 74 años de edad, cuando había concluido una jornada mas en su trajinar entre el archivo, el convento y el templo. Había nacido en Peratallada, Provincia de Gerona, España, el 22 de diciembre de 1918. Ingresó al Seminario Menor Franciscano de Lérida y tras un paréntesis debido a la guerra civil, terminó su preparación religiosa. Fue ordenado sacerdote el 19 de junio de 1943.

Fray Padros llegó a nuestro pais el 10 de noviembre de 1956; fue Vicario cooperador en la Parroquia de Laboulaye y luego párroco y Superior en Intendente Alvear (La Pampa).En noviembre de 1961 pasó a ocupar el cargo de Secretario canciller en el Obispado de Oran, Salta.

En mayo de 1964 fue destinado al convento de San Francisco Solano, de Rio Cuarto. Aquí desarrolló sin interrupción su fecunda labor en distintos cargos: profesor, vicerrector y bibliotecario en el Instituto San Buenaventura, jubilándose en la docencia en 1980.

Asumió su vocación sacerdotal plenamente, ya como confesor, en la atención de los enfermos, consejero espiritual y asesor de entidades piadosas como el Apostolado de la Oración, la Tercera Orden Franciscana, la Pia Unión de San Antonio y la Cofradía de Nuestra Señora de Pompeya, su devoción preferida.

Durante su larga permanencia en Rio Cuarto forjó una personalidad afable y cordial, reservada y estudiosa, y de gran lector, interesado siempre en la actualidad, y a la vez, en los hechos de nuestra historia.

Su actividad principal fue la de cronista y archivero, siendo un activo colaborador de la Junta de Historia, escribiendo artículos en la prensa de la época o en publicaciones especializadas.

En el hoy Archivo Histórico del Convento San Francisco mantuvo actualizado el catalogo de documentos, a la vez que se convertía en un celoso guardián en materia de conservación, dedicando especial cuidado al fondo principal del archivo: las crónicas de los misioneros franciscanos desde 1856 en adelante, las relaciones de los prefectos de misiones, Padres Moisés Alvarez y Marcos Donati con las tribus ranquelinas, las cartas de los caciques, las de Avellaneda, Sarmiento y las del General Julio A. Roca, entre otras. Recopi1ó documentos, datos y crónicas de la obra social y cultural franciscana entre la abundante documentación de sus instituciones, además de reunir gran cantidad de material periodístico, libros y folletos de historia regional.

Gracias a esa minuciosa tarea de constancia y custodia, el Archivo Histórico del Convento San Francisco Solano, que al habilitar su nueva sede le honra dándole su nombre, recupera la memoria de lejanos andares misioneros por las dilatadas extensiones pampeanas y se vuelve nuevamente su voz, haciendo realidad aquella misión que la Iglesia desde sus primitivos tiempos pensó para sus archivos: ser escuela de la historia, para dar testimonio, iluminar la fe y acrecentar la esperanza”.

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