Cultura y Espectáculos

26 de septiembre de 2022

Se publicó su "Obra imprescindible", al cuidado de su hijo, el escritor David Rieff
 

Susan Sontag, la moralista que superó a la esteta

Se trata de una antología de más de 750 páginas con estudios, ensayos, artículos, relatos y fragmentos de novelas y diarios de una de las escritoras e intelectuales más trascendentales de la segunda mitad del siglo XX. Rieff caracteriza la obra de su madre como un estudio sobre la ambivalencia y la ambigüedad.

por Silvina Friera 

Susan Sontag Imagen AFP

Susan Sontag –que no podía imaginar el mundo sin ella y tenía terror a la muerte-- estaba profundamente interesada en que se la recordara. Que su obra pudiera superar “la prueba del tiempo” y conservara la fuerza para interprelar. Quería que la leyeran. “Francotiradores de ‘fin de semana’ desde Belgrado… Al parecer, (el escritor ruso) Eduardo Limónov se ha unido a ellos (ocasionalmente). Ha declarado (en público) que le gusta apuntar hacia Sarajevo”, escribió en sus Diarios inéditos, en una entrada de abril de 1993, incluido en Obra imprescindible. La edición de esta antología de más de 750 páginas con estudios, ensayos, artículos, relatos y fragmentos de novelas y diarios de una de las escritoras e intelectuales más trascendentales de la segunda mitad del siglo XX, estuvo a cargo del hijo de Sontag, el escritor David Rieff, y fue publicada por Penguin Random House.

En el prólogo de esta compilación Rieff, que se define como “un estadounidense poco convincente”, revela que el orbe hispanoblante se convirtió en su “patria cultural adoptiva”. La idea de reunir los escritos de Sontag (1933-2004) dirigida a un público de habla española fue del último editor de Sontag en España: Claudio López Lamadrid (1960-2019), quien durante un almuerzo en el Festival Hay de Cartagena le propuso a Rieff el proyecto y garabateó el índice en una hoja con el membrete del hotel. Desde entonces ese índice fue revisado y el hijo añadió textos y suprimió otros. Otro “padre” de esta compilación es el poeta Aurelio Major, traductor de la obra de la escritora estadounidense. El libro está organizado en diez partes: Sensibilidades, Reflexiones, El Cuerpo, El Cine, La Fotografía, La Literatura, La Traducción, Francia: Historia de un amor, Americanismos y Bosnia, 11S e Irak.

“Una vez me confesó que una de las razones por las que confiaba en vivir una vida muy larga --una obsesión irrealizada: solo le tocaron seis docenas de años, casi-- era, según sus palabras, ‘para ver hasta dónde llega la estupidez’. Mi corazonada es que se habría quedado atónita al ver la prontitud con la que se alcanzó tanta estupidez”, plantea Rieff en el prólogo de Obra imprescindible, donde caracteriza la obra de su madre como un estudio sobre la ambivalencia y la ambigüedad. “Uno de sus contemporáneos sintetizó su profunda dualidad, en un tono entre admirativo y burlón, al afirmar que se trataba de una esteta entre los moralistas, pero de una moralista entre los estetas”, advierte su hijo y señala que los primeros ensayos que la hicieron célebre (“Notas sobre lo ‘camp’”, “Contra la interpretación”, “Una cultura y la nueva sensibilidad” y “Sobre el estilo”) son “los de la esteta que se enfrentaba a la moralista”. En Sobre la fotografía y en sus dos libros sobre la enfermedad (La enfermedad y sus metáforas y El sida y sus metáforas) , en el ensayo sobre Leni Riefenstahl, “Fascinante fascismo”, y en su meditación sobre la fotografía y la guerra, Ante el dolor de los demás, “mi madre volvió a ser la moralista de altura”. Su hijo sugiere que si se desentrañara la dualidad escritural de Sontag su intuición es que “la moralista superaría a la esteta”.

Para Rieff una parte de lo que escribió Sontag tendrá su eco sin obstáculos en las nuevas generaciones de lectores, aunque se pregunta “hasta qué punto son legibles hoy día los primeros ensayos de su período de alta esteta” y asegura que todas las crónicas sobre su madre, sobre lo que pensaba, sobre lo que defendió, parecen reclamar “un contradiscurso”. Cuando una compilación la prepara la propia autora y no sus herederos, sería un ejercicio de autointerpretación, según observa Rieff. Pero en la póstuma Al mismo tiempo, publicada en 2009, una recopilación de ensayos sobre cuestiones políticas, literarias, intelectuales y morales, y en Obra imprescindible “es una interpretación ajena” a la obra de la autora de En América, novela por la fue galardonada con el National Book Award en 2000. Un año después recibió el Premio Jerusalén por el conjunto de su obra, y en 2003 el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y el Premio de la Paz, concedido por los libreros alemanes. “Si la obra de mi madre perdura, como creo que así ocurrirá, habrá personas que nunca la conocieron en vida, y menos aún que entablaron una relación con ella, que al cabo editarán otras compilaciones”, advierte Rieff y dice que Obra imprescindible es una selección vista a través de su lente. “Soy un hijo, no un médium”, responde el escritor, periodista y analista político cada vez que los admiradores de Sontag le preguntan qué habría pensado de gente y acontecimientos sucedidos después de su muerte, como la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos o la crisis climática.

La liberación de la mujer

La primera sorpresa en la sección inaugural del libro, titulada “Sensibilidades”, es la incorporación de “El Tercer Mundo de las Mujeres”, nunca antes recogido en libro, un “ensayo-entrevista” publicada por primera vez en la revista española Libre, con traducción de Juan Goytisolo, en 1972. Al año siguiente se reprodujo en inglés, con muchos cambios para adaptarlos a los lectores estadounidenses, en la revista Partisan Review. “Las mujeres no se emanciparán sin una lucha denonada, una lucha que en verdad merece el adjetivo de ‘revolucionaria’”, subraya Sontag y precisa que esa revolución debe ser “a la par radical y conservadora”. Aclara que es conservadora, “en el sentido que debe rechazar la ideología del desarrollo económico ilimitado (con niveles siempre crecientes de productividad y consumo; aparejados a una ilimitada canibalización del medio ambiente); una ideología compartida con igual entusiasmo por los países que se denominan capitalistas que por los que aspiran al comunismo”. Es radical “en en sentido de que pone en entredicho y replantea los hábitos morales tradicionales, fundamentalmente autoritarios, comunes tanto a los países capitalistas como comunistas”. La escritora estadounidense sostiene que “la liberación de la mujer es la parte más radical de este nuevo proceso revolucionario”.

“La opresión de las mujeres no es semejante, en relación con las estructuras fundamentales, a la opresión de los hombres”, argumenta Sontag en “El Tercer Mundo de las Mujeres” y explica que “por mucho que los hombres sean deformados psicológicamente por los estereotipos sexistas, estos mismos estereotipos le confieren innegables privilegios”. “Los hombres (y las mujeres) son oprimidos por otros hombres. Pero todas las mujeres son oprimidas por todos los hombres”, agrega y reconoce que lo que aprendió gracias al movimiento de las mujeres es situar su propia experiencia en una perspectiva política y que toda mujer “liberada” que acepta de buen grado su privilegiada situación “participa en la opresión de las otras mujeres”.

Rieff, licenciado en Historia por la Universidad de Princeton y autor de El oprobio del hambre y Contra la memoria, le dice a Página/12 que ser un heredero “es un privilegio y una carga” y asume que la responsabilidad pública respecto de la obra de su madre ocupa una parte importante de su vida. Cuenta que decidió incluir “El Tercer Mundo de las Mujeres” porque podría ser un texto interesante para las lectoras más jóvenes de Sontag y anticipa que se publicará en Estados Unidos un pequeño libro de ensayos, con textos sobre asuntos de género y las mujeres, que se titulará Sontag on women (Sontag sobre las mujeres), con un prefacio de una joven escritora y crítica turca que vive entre Estados Unidos y Gran Bretaña, Merve Emre.

El hijo de Sontag dice que en Obra imprescindible hizo “el mejor trabajo posible” y espera que esta antología, que solo existe en el mundo hispanohablante, sea publicada también en Alemania y Francia. Rieff se refiere a su madre como “una de las grandes intelectuales de la segunda parte del siglo XX, con una obra con contradicciones, sobre todo entre la esteta y la moralista, y con una visión cosmopolita del mundo”. Habrá más textos inéditos en un futuro cercano. El hijo tiene que terminar el tercer volumen de los diarios de Sontag, que abarca los últimos veinte años de la vida de la escritora estadounidense, con más materiales sobre Bosnia, Irak y lo que estaba escribiendo acerca del 11 de septiembre de 2001, cuando Al Qaeda se apoderó de cuatro aviones de pasajeros y los estrelló contra el Pentágono y las Torres Gemelas del World Trade Center. También aparecerá un libro sobre cine, que incluirá muchos ensayos conocidos, además de extractos del diario y pequeños textos hasta ahora inéditos en libro. En cuanto a la correspondencia, el escritor estadounidense Benjamin Taylor, autor de un libro sobre Proust, está trabajando con las cartas de la escritora. Aunque Benjamin Moser recibió el Premio Pulitzer por la biografía que escribió sobre Sontag, Rieff admite que se quedó corto en el prólogo de Obras imprescindibles, donde califica la biografía de Moser como “banal” porque su madre “no estaba de ningún modo ofuscada por alcanzar la fama y luego mantenerla”. Además incluye otro adjetivo para aludir a esa biografía “vulgar”: “No quiero ocuparme de Moser ni entrar en diálogo o debate con él. Ya dije lo que quería decir”, declara.

Catálogo de la infamia

Otra parte del libro “novedosa” es la titulada “Bosnia, 11 S e Irak”, con muchos materiales inéditos de Sontag durante el sitio a Sarajevo, que se extendió entre abril de 1992 y febrero 1996, en el marco de la guerra de Bosnia. En el texto “Esperando a Godot”, la escritora revela cómo a mediados de julio de 1993 puso en escena la obra de Samuel Beckett en Sarajevo -adonde había estado unos meses antes, en abril del mismo año- para “arrimar el hombro y actuar”. “No me hacía ilusiones de que ir a Sarajevo a dirigir una obra me volviera útil del modo en que habría podido serlo si fuese una médica o una ingeniera hidráulica”, confiesa. “La gente me había dicho una y otra vez durante mi visita anterior en abril: Somos parte de Europa. Somos la gente de la antigua Yugoslavia que defiende los valores europeos, el secularismo, la tolerancia religiosa y la etnicidad múltiple. ¿Cómo puede permitir el resto de Europa que nos suceda esto? Cuando respondí que Europa es y siempre ha sido escenario para la barbarie y escenario para la civilización, no quisieron oír”, recuerda la escritora y expresa que el genocidio en Bosnia es “el primer genocidio europeo de nuestro siglo que ha sido seguido por la prensa mundial y documentado todas las noches por la televisión” y destaca que no hubo reporteros que enviaran informaciones diarias a la prensa mundial desde Armenia y tampoco equipos de cámaras extranjeros en Dachau y Auschwitz.

En otro texto “levanta el tono” para confirmar que “nadie puede aducir ignorancia de las atrocidades cometidas en Bosnia desde que la guerra comenzó en abril de 1992” y luego enumera una serie de evidencias. “Sanski Most, Stupni Do, Omarska y otros campos de concentración con sus mataderos (para una carnicería manual, artesanal, en contraste con el asesinato en masa industrializado de los campos nazis), el martirio de Mostar oriental y Sarajevo y Gorazde, la violación por órdenes militares de decenas de miles de mujeres por toda la Bosnia conquistada por los serbios, la masacre al menos de ocho mil hombres y niños tras la rendición de Srebrenica: esta es solo una parte del catálogo de la infamia”, analiza la escritora estadounidense para después preguntar: ¿Por qué estas atrocidades (…) no han provocado una respuesta más vigorosa? ¿Por qué casi ningún intelectual de rango y notoriedad se unió para denunciar el genocidio bosnio y defender la causa de los bosnios?

El hijo discrepa del planteo de su madre. “Los intelectuales hicieron denuncias; había cartas abiertas, manifestaciones (menos que sobre otros temas); pero viajar a un lugar peligroso para la mayoría de los intelectuales contemporáneos es algo inconcebible. Había otros intelectuales en Sarajevo, como Juan Goytisolo, que pasó mucho tiempo durante el asedio; los intelectuales condenaron el asedio, pero no querían viajar. Yo viví dos años en Sarajevo como corresponsal, yo fui la persona que llevó a mi madre por primera vez a Sarajevo. Ella viajó porque yo le había pedido; pensé que podía interesarle y porque pensaba que iba a servirle a los bosnios. Y ahí ella decidió hacer un trabajo, Esperando a Godot, que me pareció admirable”, repasa Rieff esa experiencia que lo marcó tanto a él como a su madre. En los diarios inéditos de Sontag hay anotaciones y registros muy valiosos. “Un psiquiatra me cuenta que muchas familias quieren matar a las hijas violadas. Otros se niegan a creer lo ocurrido. Un padre se puso en huelga de hambre durante 30 días. En algún momento le dijo a uno de los psiquiatras: ‘Asegúreme, doctor, que mis hijas no fueron violadas’. Sus hijas tienen 12 y 14 años y en efecto fueron violadas…” En otra entrada escribe: “Las niñas a menudo pueden identificar a sus violadores, (porque muchos son) sus compañeros de colegio…”. También anota reflexiones: “El mal es fácil, el bien es difícil. Una vez que comienzas a hacer el mal no ves razón para detenerte”. Y frases escuchadas, como la que dice el fotógrafo francés Gilles Peress, ante el bombardeo a los cementerios: “Aquí matan a los muertos”.

La niebla de la guerra

El escritor, periodista y analista político David Rieff cuenta que escribió varios reportajes desde Ucrania para diversas revistas del mundo y que tiene en mente un libro sobre la guerra, aunque aclara que todavía no sabe qué forma tendrá. “Estoy muy involucrado con Ucrania”, reconoce en diálogo con Página/12.

-¿Ucrania será para Rusia como Vietnam lo fue para Estados Unidos?

-Depende lo que va a pasar en la guerra... Clausewitz habla de “la niebla de la guerra”; es posible que ganen los ucranianos y en este caso uno podría comparar la posible derrota de los rusos con la derrota de los estadounidenses en Vietnam. Uno no debería sacar conclusiones rápidas. Yo estoy muy pro ucraniano; pero en términos de lo que va a pasar en la guerra todo es posible. No es una guerra como cuando los Estados Unidos invadieron Irak; uno sabía, desde el comienzo, que Sadam (Husein) iba a ser derrotado.

-¿Por qué está muy “pro” ucraniano?

-Soy pro ucraniano porque es la única “guerra justa” que he visto en mi vida y yo he sido corresponsal de guerra durante quince años. He estado en muchas guerras y para mí hay dos “guerras justas” en mi experiencia: Bosnia y Ucrania. La guerra es un asunto gris, un asunto con errores, sin buenos ni malos, al menos que los buenos sean bastante malos y los malos menos malos. La teoría de la “guerra justa” de la Iglesia Católica me parece moralmente clara; entiendo que una gran parte de la derecha en Europa y una gran parte de la izquierda en América Latina son pro rusos.

-También se ha despertado una gran rusofobia, ¿no?

-Me parece muy justificada esa rusofobia; han cometido crímenes de guerra increíbles y son los agresores. Hay una parte también de la derecha latinoamericana que es pro rusa; para mí es muy divertido que Lula y Bolsonaro tengan solo un punto en común: ser pro rusos. Tienen “casi” la misma posición sobre la guerra en Ucrania. Un peronista en la Argentina estaría con los rusos y uno de Cambiemos con los ucranianos. Hay excepciones como (Gabriel) Boric, que es pro ucraniano. No hay unidad dentro de la izquierda latinoamericana sobre Ucrania.

 

por Silvina Friera Periodista y profesora de Castellano, Literatura y Latín.
Escribe en la sección Cultura y Espectáculos de Diario Página12 (Argentina) 

Link de la nota: https://www.pagina12.com.ar/484883-susan-sontag-la-moralista-que-supero-a-la-esteta  

26 de septiembre de 2022

Autorizado por la autora

 

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Susan Sontag en  Letras Uruguay

 

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