–¿Por qué gustó tanto Las cosas que perdimos en el fuego? ¿Qué logró captar del “espíritu de la época” o algo del orden de los fantasmas o temores de este presente que hizo que tantos lectores, por fuera del género, hayan recibido tan bien el libro?

–Nunca se sabe por qué gusta un libro y el autor es el que menos sabe. Supongo que sí, hay algo del espíritu de época: pienso, por ejemplo, que todas o casi todas las narradoras y protagonistas de los cuentos son mujeres. Y está claro que la cuestión de género es un tema central de la discusión pública actual y a nivel global. Debe haber muchas cuestiones así. También un poco de suerte, por qué no.