Una zona excepcional, entre los textos fechados, es una
seguidilla de “Comunicaciones mediúmnicas”, el costado espiritista
de Pessoa. “Ningún hombre es un hombre si no actúa por motivos
ligados a la organización política. Quienquiera que se muestre
indiferente o negligente traiciona su misión en el mundo. No te digo
esto para disuadirte de cómo deseas actuar ahora; sin embargo,
piensa en lo que digo cuando tengas la oportunidad espiritual. Estás
demasiado sujeto a fantasías pasajeras y eres liviano respecto a tus
deberes últimos en la Tierra”, se lee en uno de los fragmentos,
fechado en 1916. En una carta de 1919 dirigida a Héctor y Henri
Durville, el escritor portugués les suplica que le envíen
información sobre el Instituto de Magnetismo y Psiquismo
Experimental, y especialmente respecto del curso de magnetismo
personal por correspondencia. “A Pessoa nada oculto le es ajeno, y
esa dimensión no convencional del personaje y de la obra le otorga
al asunto completo un grado más de complejidad”, advierte Méndez, y
agrega que el poeta y narrador portugués fue amigo del ocultista y
místico inglés Aleister Crowley (1875-1947). En una extensa carta a
Adolfo Casais Montero, en 1935, argumenta su creencia en el
ocultismo: “Creo en la existencia de mundos superiores al nuestro y
de habitantes de esos mundos, en experiencias de diversos grados de
espiritualidad, de creciente sutileza, hasta llegar a un Ente
Supremo, que presumiblemente creó este mundo. Puede que haya otros
Entes, igualmente Supremos, que hayan creado otros universos, y que
esos universos coexistan con el nuestro, interpenetrándose o no”.
En una suerte de pequeño ensayo sobre el provincialismo
portugués, fechado en 1928, Pessoa advierte que el rasgo más
profundo del provincialismo es la falta de ironía. “La esencia de la
ironía consiste en que no se pueda descubrir el segundo sentido del
texto en ninguna palabra del mismo, y que sin embargo se deduzca ese
segundo sentido en el hecho de que sea imposible que el texto deba
decir eso que dice. Así, el mayor de todos los ironistas, Swift,
redactó, durante una de las hambrunas en Irlanda, y como sátira
brutal a Inglaterra, un breve escrito proponiendo una solución para
esa hambruna. Propone que los irlandeses se coman sus propios hijos.
Examina con gran seriedad el problema, y expone con claridad y
ciencia la utilidad de los niños de menos de 7 años como alimento.
Ninguna palabra en esas páginas asombrosas rompe la absoluta
gravedad de la exposición; nadie podría concluir, del texto, que la
propuesta no ha sido hecha con absoluta seriedad, si no fuera por la
circunstancia, exterior al texto, de que una propuesta así no podría
haber sido hecha en serio”, reflexiona el autor de Libro del
desasosiego.
En Papeles personales, prosas y cartas “menores” brillan de la
mano de “un loco que sueña en grande” –como se definió Pessoa–, un
escritor que contribuyó a engrandecer el universo. |