Jitrik junto al decano de la Facultad de Letras, Américo Cristófalo, y el profesor Pablo Rocca, de la Universidad de la República (Uruguay)..

Imagen: Guadalupe Lombardo

En el patio del nuevo edificio de la facultad de Filosofía y Letras, se respiraba la alegría por el reencuentro. La Universidad de Buenos Aires (UBA) decidió otorgarle a Noé Jitrik el Doctor Honoris Causa por su destacada trayectoria como escritor, profesor y crítico. “¿Tenés para guitarrear?”, preguntó un joven a Noé, mientras movía los dedos en el aire como si estuviera tocando una guitarra. El aludido, “con su sonrisa suave, levemente irónica, con su voz tenue que se abre paso como pidiendo permiso”, en palabras de Pablo Rocca, le retrucó: “Dejé la guitarra en el ropero”. Hay números que impresionan y el escritor lo resumió en pocas palabras: “La UBA cumplió 200 años y mi relación con la universidad tiene 75 años”. Algunos comentaban la elegancia sobria de su traje claro --parecido al que usó Gabriel García Márquez para recibir el Premio Nobel de Literatura-- en la previa del inicio de la ceremonia de entrega del diploma, en la que participaron el decano de la Facultad de Letras, Américo Cristófalo, y el profesor Pablo Rocca, de la Universidad de la República (Uruguay).
 

Entre el público estaban la escritora y editora Paula Pérez Alonso, los escritores y críticos Jorge Monteleone y Guillermo Saavedra, el artista plástico Luis Felipe “Yuyo” Noé, y la familia del escritor: su compañera, la escritora Tununa Mercado, y sus hijos, Oliverio y Magdalena Jitrik. El decano de la Facultad de Letras ponderó “la obra inmensa” de Noé y su generosidad en el arte de enseñar. “No se trata de una retribución, sino de una donación mutua. Lo que Noé con su enorme generosidad le ha dado a esta facultad y lo que esta facultad quiere hoy donarle”, dijo Cristófalo y comentó que el concejo directivo de la Facultad le otorgó por unanimidad el doctorado Honoris Causa y que la propuesta tuvo “una inmediata receptividad” en el rectorado de la Universidad de Buenos Aires, cuyo Concejo Superior también votó la resolución de manera unánime.

La escritura como riesgo

“El mejor premio (para Noé) es la lectura crítica de sucesivas generaciones”, aseguró Pablo Rocca, profesor de letras, ensayista y crítico literario uruguayo. “Sin los trabajos de Noé Jitrik, no se habría renovado la lectura de los clásicos inevitables de la literatura argentina”, subrayó Rocca y destacó que ante Borges “no dudó en declarar sus sentimientos contradictorios en una conferencia que se volvió artículo, que se volvió clásico”. Otro procedimiento como crítico que señaló fue que antes que nadie “ubicó la literatura de Macedonio Fernández en el centro” en el volumen octavo de Historia crítica de la literatura argentina, que Jitrik dirigió a lo largo de dos décadas. Para el profesor uruguayo el escritor argentino “nunca abdicó de una perspectiva central: la escritura como enlace de la obra y la experiencia, la escritura como riesgo creativo e interrogación permanente sobre sus fines”.

Rocca se refirió a dos escrituras “en pie de igualdad”: la ficcional y la crítica; eso que se podría denominar “el riesgo de la creación sin barreras”. Para el profesor uruguayo hay un estilo Jitrik que desborda sus escritos críticos; un estilo que está en íntimo contacto con la prosa de ficción y el verso. “El narrador y el poeta ha permanecido algo disimulado tras las prosas del crítico y la enorme contribución del profesor”, reflexionó Rocca y agregó que en los bordes de diferentes géneros Jitrik ensaya “una prosa algo ambulatoria que parece derivar, como si fuera el movimiento de las olas al tocar la orilla para volver pronto atrás”. Eligió terminar con “una lección del maestro”, incluida en Ensayos y estudios de literatura argentina: “Hay que aprender a hacer de la existencia intelectual un foco de peligrosidad y de lucidez, un foco de pensamiento aún allí donde todo tiende a uniformarse”.

Una fuente de vida

Nunca habría imaginado que al entrar por primera vez al “vetusto” edificio de la Facultad de Filosofía y Letras, entonces sobre la calle Viamonte, estaba comenzando su segunda vida. “Si la literatura era un sueño diurno podía ser también una fuente de vida”, sintió el joven Noé. La literatura pronto ocupó su tiempo y su imaginario: conocer y divulgar por un lado y escribir por el otro. “Mi conocer trató de ser escrito, mi escribir no desconoció mi conocer”, comparó el escritor, que repasó su historia de amores y desencuentros con la estilística y el existencialismo y cómo la lectura del Martín Fierro puso en crisis todo. “Si el poema podía ser juzgado por lo que en ocasiones decía, en un juego con la denuncia de la injusticia y la reivindicación del personaje, sentí que eso dejaba de lado otra cosa que se me convertía en lo esencial: la poesía”, explicó Jitrik, que en enero del 2022 cumplirá 94 años.

No pudo ignorar a Roland Barthes, ni a Maurice Blanchot, ni a Henri Meschonnic, ni a Jacques Derrida; para ampliar su mirada fue asimilando el formalismo ruso, el estructuralismo, el psicoanálisis, el marxismo y la semiótica. “Siempre intenté encontrar la cifra de mi propia búsqueda, que no termina nunca y que no terminará porque ningún enigma es resuelto, y menos el que concierne a ese amasijo de simbólico y de imaginario que es la literatura”, planteó el autor de La fisura mayor (relatos, 1967), Llamar antes de entrar (relatos, 1972), Citas de un día (novela, 1992), Mares del sur (novela, 1997), Long Beach (novela, 2006), Destrucción del edificio de la lógica (novela, 2009), Cálculo equivocado (su poesía escrita entre 1983 y 2008) Atardeceres (2012) Casa Rosada (2014), El río de las terneras atadas (2014), La nopalera (2016) y Terminal (2016), entre otros libros.

“Eso que llamamos literatura es una biblioteca casi totalmente ocupada, pero a la cual se intenta entrar y quedarse en ella el mayor tiempo posible”, definió Noé. “Nadie que escriba es inocente, todos perseguimos entrar a la biblioteca, aunque sepamos que no hay lugar y que hay que empujar a otros para lograrlo; si eso significa escribir siempre mejor o bien”, aclaró el escritor que es Doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Puebla (México), país donde se exilió durante la dictadura cívico militar; Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Cuyo, Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Tucumán y Doctor Honoris Causa de la Universidad de la República (Uruguay). Ni el libro ni la lectura morirá para Noé; tampoco lo que la literatura genera porque “en ese significar el género humano tiene el arma más preciosa, el sentido mismo de la vida”.

Valió la pena

Más allá de la alegría por el título honorífico que le dio la UBA, Noé recordó a los amigos “arrebatados por la pandemia, a los que no pude despedir” y pidió por “la libertad de esa mujer que fue un despertar de la vida de Jujuy”, en referencia a Milagro Sala, la líder de la Tupac Amaru, presa política desde enero de 2016. “Me aflige lo que hemos hecho y estamos haciendo al planeta, me retrotrae al retroceso humano que prometen las renacidas derechas y la vulgarización de la cultura; no puedo mirar para otro lado”, reconoció el director del Instituto de Literatura Hispanoamericana. “Muchos, como dice el poeta Aragón, han muerto, otros siguen vivos, para mí todos están conmigo, sombras queridas, siento con ellos a mi lado que valió la pena”, concluyó el escritor, emocionado hasta las lágrimas.