21 de
octubre de 2019
Cultura y Espectáculos
› Entrevista a la escritora española
Rosa Montero:
"Llevo años escribiendo novelas de
sobrevivientes"
La autora de
La loca de la casa publicó La buena suerte,
una novela que, a grandes rasgos, trata
sobre "el Bien y el Mal", a través de una
historia marcada por la violencia doméstica.
Triste por la pandemia y optimista por la
"capacidad de resistencia" de la especie
humana, Montero también motorizó un libro
colectivo, que tuvo su origen en su página
de Facebook y que terminó reuniendo 168
cuentos --21 de ellos de autoras
argentinas-- escritos en 23 países..
por Silvina
Friera
Montero capta en su literatura lo
oscuro y lo luminoso que atraviesan el alma humana.
Imagen: Bernardino Avila
“El infierno está aquí, somos nosotros”.
La violencia contra niños, mujeres y pobres nos coloca ante un abismo
aterrador, una oscuridad perturbadora que cuesta mucho mirar cuando
emerge de las entrañas de la familia. La escritora Rosa Montero
sabe que la ficción permite construir una relación más compleja y
ambigua con el mundo. En La buena suerte
(Alfaguara), un arquitecto se confina voluntariamente en un pueblo
perdido para intentar un nuevo comienzo. Aunque la herida por el vínculo
con su hijo tal vez nunca cicatrice, conocerá a una mujer que pinta
cuadros de caballos, una chiflada encantadora a la que le gusta cantar
como Rosalía, que sueña que está andando y que cuanto más quiere cruzar
el puente “más se mueve y tambalea”. La virtud de Montero como
escritora consiste en captar los desplazamientos más sutiles, pero
también esos temblores más lúgubres y luminosos del miedo a vivir.
En la sopa química de Montero (Madrid,
1951) “la alegría es un hábito”, se podría decir citando una frase de su
última novela, dedicada a su madre Amalia Gayo, que murió en marzo, a
los 99 años. “La lectura siempre ha sido mi talismán salvador, pero
durante la primera semana de confinamiento no pude leer nada”, recuerda
la escritora en la entrevista con Página/12. La autora de las
tres novelas protagonizadas por Bruna Husky, Lágrimas en la lluvia,
El peso del corazón y Los tiempos del odio, y el libro de
ensayos La loca de la casa, empezó a revisar y corregir su última
novela en marzo. La corrección la conectó con nuevamente con la realidad
y pudo escribir los artículos para El País de España, donde
trabaja desde 1976. Para surfear el oscuro cimbronazo que provocó esta
pandemia, se le ocurrió programar encuentros a través del vivo de su
Facebook, que se fueron transformando en una especie de taller de
escritura creativa y luego alcanzaron la forma de un libro colectivo:
En cuentos con Rosa (ver aparte).
--“Los monstruos se ocultan en el
lóbrego vientre del silencio doméstico”, se lee en una parte de “La
buena suerte”. ¿Por qué escribiste una novela sobre la cara monstruosa
del ser humano?
--Esta es una novela sobre el Bien y el
Mal, y el Mal es un gran monstruo que lo devora todo; es una novela
también que habla del triunfo del bien sobre el mal. No es una cosa
voluntarista mía; hay una lucha en el ser humano, desde el principio de
los tiempos, entre el bien y el mal. Ya en la época de las cavernas
había trogloditas que como estrategia de supervivencia elegían la
cooperación y se dedicaban a cuidar de los enfermos y los viejos, y
otros trogloditas que elegían como estrategia de supervivencia la
depredación; entonces le abrían la cabeza con una piedra al más débil
para robarle su filete de mamut. Esta lucha entre el bien y el mal ha
existido desde siempre. Pero el bien va ganando, con momentos terribles,
con bocados del mal aterradores, con enfrentamientos que pueden volverte
loca, porque el mal sin sentido es enloquecedor. Esta es una novela
sobre los monstruos que habitan en el mal; pero el bien, pese a todo, es
capaz de triunfar sobre esos monstruos.
--Algunos personajes de esta novela
comparten el hecho de haber sufrido la violencia en la infancia, incluso
aparecen casos reales como el de Sara, una niña de cuatro años que fue
asesinada en 2017 por la pareja de su madre, después de haber sido
violada y maltratada. ¿Por qué te interesa trabajar este tema desde la
ficción?
--Una de las representaciones mayores
del mal absoluto son los infiernos domésticos, los infiernos familiares;
esas familias enloquecedoras que se dedican a torturar a sus propios
hijos, a violar a sus propios hijos, a matar a sus propios hijos. En mi
novela aparecen casos policiales, algunos muy conocidos. Yo no creo que
haya representación más grande del mal, de lo siniestro, como decía (Sigmund)
Freud, que el horror de lo cotidiano en esas familias que deberían ser
el nido, la protección de los niños por parte de sus padres y sus
madres.
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