La pena duele demasiado. Suena como el contrabajo atrincherado en la tensión de sus cuerdas, en esa voz ronca y hospitalaria que se empieza a extrañar. Almudena Grandes, la escritora española que recuperó la lucha de los republicanos contra la dictadura franquista para volver a tejer el hilo de la memoria resquebrajado entre generaciones, murió a los 61 años a causa de un cáncer.

La autora de novelas como Las edades de Lulú, Malena es un nombre de tango, El corazón helado, Las tres bodas de Manolita y La madre de Frankenstein, entre otras, nunca quiso contar la historia de los vencidos, como aclaraba en cada entrevista que le hacían con amorosa paciencia y convicción, sino que se propuso poner en primer plano la historia de los resistentes. Grandes sabía que la literatura podía tomar distancia de la política partidaria, pero nunca de la ideología. “Escribir es tomar posición del mundo. La escritura en sí misma es un acto ideológico”, afirmaba esta escritora comprometida con la izquierda, hincha del Aleti (Atlético de Madrid) y madrileña hasta las uñas.

La pequeña Almudena, nacida el 7 de mayo de 1960 en Madrid, supo tempranamente que quería ser escritora por un regalo de su abuelo: la Odisea. Pero la voluntad de la madre, que deseaba que estudiara “una carrera de chicas”, se impuso y la joven ingresó a la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Aunque trabajó en una película, A contratiempo, de Óscar Ladoire, el deseo de escribir fue un vértigo permanente. La primera novela que publicó, Las edades de Lulú (1989), ganó el XI Premio La Sonrisa Vertical, se tradujo a más de veinte idiomas, y fue llevada al cine por Bigas Luna. Después seguirían Te llamaré viernes (1991), Malena es un nombre de tango (1995), adaptada al cine por Gerardo Herrero; Atlas de geografía humana (1998), Los aires difíciles (2002) y Castillos de cartón (2004).

El corazón helado (2007), título que adaptó de unos versos de Antonio Machado, es un punto de inflexión en la narrativa de la escritora española. La novela despliega la dinámica generacional que ha afectado a la memoria en España; tres generaciones marcadas por actitudes diferentes que van del silencio inicial con un franquismo “muy sanguinario” que ejecutó en paz (no en guerra), como ella solía recordar, a más de 50 mil personas; la segunda generación que se educó en el miedo como forma de vida y la tercera generación, la de los nietos, la generación de Grandes, que fueron los que “levantamos un poco la liebre”. En 2010 publicó Inés y la alegría, la primera entrega de su ambicioso proyecto narrativo, integrado por seis novelas independientes que comparten un espíritu y una denominación común, con un guiño hacia el escritor Benito Peréz Galdós: Episodios de una guerra interminable.

En Inés y la alegría narra la historia de la frustrada invasión del valle de Arán, una operación militar desconocida por la inmensa mayoría de los españoles, que sucedió entre el 19 y el 27 de octubre de 1944. El propósito de esta “asombrosa y quijotesca hazaña” era restaurar la República y desalojar a Franco del poder. El segundo “episodio” llegó de con El lector de Julio Verne (2012), desde la voz narrativa de Nino, hijo de un guardia civil que tiene nueve años en 1947, cuando comienza a perder la inocencia y el miedo a partir de la amistad que entabla con Pepe el Portugués, un camuflado militante comunista que tenía el don de decir a cada uno lo que quería oír. 

En Las tres bodas de Manolita (2014) enlazó tres historias verdaderas: las “bodas” de Porlier, la cárcel más grande de Madrid, donde un capellán montó un negocio que consistía en pagar 200 pesetas para poder tocar a sus queridos; la multicopista, antecesora de la fotocopia, que introdujo el PCE (Partido Comunista Español), pero que nunca reprodujo ningún documento porque nadie sabía cómo funcionaba; y las niñas y niños esclavos del franquismo, como lo fue Isabel Perales.

Los pacientes del doctor García, la cuarta entrega, articula una trama donde es posible ser sobreviviente de la Guerra Civil Española, la dictadura franquista y la dictadura cívico militar argentina, a través de los itinerarios de dos amigos republicanos: el médico Guillermo García Medina, y Manuel Arroyo Benítez, un diplomático que logra filtrarse en una organización clandestina de evasión de criminales de guerra y prófugos del Tercer Reich, dirigida por Clara Stauffer, desde Madrid, que se extiende hasta la Argentina. En 2020 publicó el quinto “episodio”, La madre de Frankenstein, en cuya trama interviene la parricida más famosa de la historia de España, Aurora Rodríguez Carballeira, militante feminista e intelectual internada en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos después de haber matado a su hija a balazos.

Votó a la Izquierda Unida en varias ocasiones, sobre todo cuando su marido, el poeta Luis García Montero, encabezó la lista para la Comunidad de Madrid. Ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, de la Feria del Libro de Guadalajara en 2011, y el Premio Nacional de Narrativa en 2018. Era apasionada, luchadora y tan luminosa que aún cuesta escribir sobre Almudena en pasado.