Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay

 

También puede colaborar con la labor cultural de Letras Uruguay por medio de COLECTATE

 

Otro método para colaborar con la obra cultura de Letras Uruguay, desde 3 euros: splitfy.com

Lo educativo, Martí y la contemporaneidad
Una mirada desde la Filosofía de la Educación 
Dra. María de los Milagros Flores Corbelle

 

“La enseñanza ¿quién no lo sabe?

                                                                                        Es ante todo una obra de infinito amor".[1]

                                                                                                                         José Martí

 

 

                                                                              “La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el

                                                                                           respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad,

                                                                                           la fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el

                                                                                           agradecimiento, la sabiduría, los sueños, la humildad, el

                                                                                           arrepentimiento, y el amor para los demás y propio son cosas

                                                                                           fundamentales para llamarse GENTE”.

 

                                                                                                                                         Poema “La qente que me gusta” 

                                                                                                                                                                   Mario Benedetti 

                                              

 

 

Centrar la atención en la Filosofía de la Educación, impone como presupuesto realizar una mirada al pasado que significa volver a nuestras raíces y tradiciones  en la pedagogía. Tradiciones que se constituyen en base nutricia para la comprensión de los fines, perspectivas y proyecciones que poseen en la época que vivimos, las que se concretan en una cosmovisión que apuntan a la formación integral de nuestros jóvenes, y ello exige hacerlo a través de una aprehensión axiológica que potencie junto a otros valores, el humanismo,  la dignidad, el patriotismo, solidaridad, justicia, etc., es decir, no sólo un egresado con altos niveles de dominio en su especialidad, sino con una formación como ente de una contemporaneidad necesaria de construir con justicia y equidad desde “Nuestra América”, de cumplir con los sueños, aspiraciones y utopías realizables, ya proyectadas por nuestros próceres y tantas veces arrebatadas, frustradas, pero no por ello olvidadas.

 

Para cumplir con los ideales que mueven a nuestras jóvenes, con ansias, de imponiendo su identidad, lograr la unidad tan necesaria a nuestro continente; empinándose y mostrar aquello que nos vincula como un todo, sin perder nuestras diferencias, que nos hace fuertes y capaces de crear una realidad propia, y autóctona.

 

Mirada que se hace necesaria para comprender que la educación es un proceso revolucionario que transforma a los hombres y por tanto a la sociedad en su conjunto, que muestra las claves para su interpretación,  las que se develan, se encuentran en nuestras memorias históricas que siguen actuando con la misma fuerza que otrora, al ser aportes de alto nivel de elaboración conceptual y metodológica que giraron sobre el modelo de hombres a formar, de escuelas y de profesores insertos en la misma, en fin, sobre que factores cambiar, transformar, revolucionar.

 

Por eso hablar de la educación, pensar y re-pensar sobre ella, siempre constituye un momento inherente a aquellos que dedicamos nuestra vida, esfuerzos y afanes, que nos impele a realizar un recuento en el cual toda nuestra experiencia (refiriéndonos a los aciertos y desaciertos) son momentos imprescindibles para poder calibrarla en la relevancia que no solo le conferimos, sino que posee por derecho propio.

 

Por lo anterior en estas líneas pretendemos de manera modesta, pero con el deseo de aprehender y aprender, centrar la atención en una de esas figuras, educador en cada uno de los actos de su existencia, de ahí que se le reconozca como el Maestro, para adentrarnos en sus ideario, manera de apreciar el contenido conferido a dicha actividad a lo largo de su corta pero grande trayectoria y de esa forma comprender su vigencia y asumir lo imperecedero de sus enseñanzas. Nos referimos a la figura de José Martí en el cual con líneas claras observamos una concepción filosófica de la educación, con base sólida, que recoge los más valioso de sus antecesores en Cuba[2], que le permitió no solo ejercer en algunos momentos de su vida la noble profesión de educador aplicándola de forma creadora, sino convertirse en un educador en la literatura, en la política, en el periodismo, en fin, en toda su actividad, de ahí el papel que le confiere con justa razón la historia.

 

Reflexiones que al conducirnos al pensamiento martiano, se convierte en fuente de enriquecimiento y de enseñanza que adquiere un valor incuestionable, que compele a entender aún más el papel tan relevante que desempeña la educación en la sociedad, y que fueron trabajadas por el Apóstol, como una constante en variadas publicaciones, en los cuales proyectó  su concepción de la educación como acto liberador, el vínculo teoría y práctica, el de la educación popular entre otros muchos[3], a las que les debemos agregar como destaca Vitier[4] y otros pensadores de su talla, su estrecha relación con lo axiológico y un humanismo que constituyen el eje central que mueve su pensamiento y acción como momentos intrínseco de su cogitación que transcienden las estrechas fronteras temporales.

 

Consideraciones que no son meras afirmaciones, pues la enseñanza que se proyectan en ellas constituyen a pesar de realizarse en tan temprana fecha de 1877 y en adelante, una orientación que se mantienen con la misma frescura e igual significación de cuando fueron declaradas, por ello la afirmación de que se difunden y se convierten en exigencias a cumplir para engrandecer nuestra constante labor y legar a nuestros sucesores como herencia de lo más rico del pasado.

 

Múltiples son las valoraciones que en su conjunto proyectan el alcance de la comprehensión que le concedía a la educación y la manera en que la concebía como formadora de generaciones, juicios que nunca son ociosos de retomar, sobre todo cuando se realizan a partir de la Filosofía de la Educación como especialidad que en la actualidad proyecta una visión de cómo deseamos la educación y cuáles son los fines y metas a perseguir, tanto en el sentido de la instrucción y de las vías para su logro, pero sobre todo en el sentido de Educar, palabra con una fuerza que rebasa con mucho la anterior de instrucción, que no niega, ni tampoco lo pretendemos, el papel y lugar de dicho término, pero que si no se comprende manifiesta a través de un proceso de mediaciones, pierde todo su alcance revelador. Por ello no puede sorprender que podamos leer "Instrucción no es lo mismo que educación: aquella se refiere al pensamiento, y ésta principalmente  a los sentimientos. Sin embargo, no hay educación sin instrucción. Las cualidades morales suben de precio cuando están realzadas por las cualidades inteligentes".[5] profunda sentencia del cual es heredero de quienes fueron sus maestros e iniciadores en el proceso de formación de nuestra nacionalidad.[6]

 

Pero si bien nos interesa destacar su pensamiento filosófico acerca de la educación, no pretendemos agotar todas las aristas o facetas existentes, tarea por demás ya trabajada, en aspectos esenciales, tales como el valor económico, el científico, el social, el humano[7], sino en apretada síntesis, centrar la atención sobre una de ellas, quizás sencilla, muy corta en su expresión pero profundamente inmensa en su connotación y que de hecho se encuentra como leimotiv en todas las aristas de su Filosofía de la Educación, y que a criterio de la que suscribe estas iniciales consideraciones matiza y colorea con plenitud toda su interpretación.

 

Y entre todo el conjunto de ideas plasmadas por José Martí, como resumen de toda una época, nos topamos con la afirmación que se ha convertido en guía de todos aquellos que nos insertamos en el fascinante pero también difícil mundo de la docencia, aquella que constituyó a la par por una parte el reconocimiento a un pueblo de Nuestra América, Guatemala, y por la otra, el significado y relevancia, que le confería  a la Educación, cuando afirmaba: "Yo llegué, meses hace, a un pueblo hermoso; llegué pobre, desconocido, fiero y triste. Sin perturbar mi decoro, sin doblegar mi fiereza, el pueblo aquél, sincero y generoso, ha dado abrigo al peregrino humilde. Lo hizo maestro, que es hacerlo creador. Me ha tendido la mano y yo la estrecho."[8]

 

 Frase grande, hermosa, relevante, trascendente… “Lo hizo maestro, que es hacerlo creador”.  Es decir, una valoración sumamente bella, pero más que bella, profunda, esencial, determinante, con gran carga humanista, que habla de una cualidad del maestro, del preceptor, del profesor, del docente, llámesele como quiera en cada etapa del desarrollo de la humanidad, y es que tal como nos muestra El Maestro, en sus manos está el de la creación, el de engendrar, el de moldear y formar algo nuevo y precisamente en una de las masas más nobles y fecundas, el hombre.

 

Y dentro de las variadas maneras de entender y expresar su interpretación sobre la educación, Martí nos enseña con la alegría que le significó para su existencia, el contenido más autentico, profundo de un acto que prepara al hombre para la vida. Sabio regocijo que todo educador enfrenta tanto en el pasado como en el presente y que proyecta su luz para el futuro, preparando, formando, cultivando a las nuevas generaciones como relevos necesarios e imprescindibles. Permitiendo la transmisión de nuestro pasado, tradiciones, de todo nuestro presente en toda su plena singularidad y universalidad, permitiendo el surgimiento de algo nuevo que si bien contiene todas las cualidades anteriores, tales como dignidad, patriotismo, humanismo entre otros muchas, adquieren una connotación y significado novedoso, pues lleva aparejado la impronta del presente, del contexto histórico donde surge, se desarrolla y madura entre las manos creadoras del maestro, profesor, en fin, docente. Tal como señala al afirmar “Al mundo nuevo corresponde la Universidad nueva. A nuevas ciencias que todo lo invaden, reforman y minan nuevas cátedras. Es criminal el divorcio entre la educación que se recibe en una época, y la época. Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido; es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive: es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podría salir a flote; es preparar al hombre para la vida.[9]

 

Creando junto a su alumnado un mundo asombroso donde se le instruye, se le trasmite el caudal de conocimientos alcanzados y atesorados por la humanidad, no de forma fría, mecánica, alejada de la realidad, sino vinculada a todo un aparato axiológico contextualizado que permite a través de mediaciones la conformación de nuevos seres, con un alto contenido humanista, se forma al hombre, por ello se crea en un mundo pleno de sentido y con un sentido nuevo sentido.

 

Crear, pequeño termino fácil de enunciar y difícil de realizar, pero que signa una actividad que sólo por dicho contenido exige todo nuestro respeto. En dicho proceso, se van transmitiendo e instruyendo en el conocimiento logrado, junto a las tradiciones que dejan una huella necesaria pero que se crece con el presente y se enriquece, pero es más, es transmitir, lograr que ese alumno aprehenda valores, sentimientos, eduque sus emociones, en fin, se cree un nuevo hombre con cualidades que en cada acción se reafirman. Por ello, cuando se enjuicia y escruta en los orígenes de la educación en Cuba, se afirma con plena propiedad, como No podía el pensamiento cubano de siglo XIX haber arribado a un paradigma de educación más completo y progresista. El siglo XX contaba entonces con una herencia ideológica genuina, de fuerte proyección revolucionaria, independentista, científica y humanista, para crear un nuevo hombre(cursiva de la Autora) y transformar la sociedad cubana.[10]  

 

En Martí está presente con plena concreción que la educación, tiene como resultado un hombre nuevo, singular, irrepetible, pero donde lo axiológico, tiene un papel fundamental, pues es un hombre contextualizado, de su época, hijo de sus circunstancias, no como acto, sino proceso continuado, constante, al decir “Cada ser humano lleva en sí un hombre ideal, lo mismo que cada trozo de mármol contiene en bruto una estatua tan bella como la que el griego Praxiteles hizo del dios Apolo. La educación empieza con la vida, (…) El cuerpo es siempre el mismo, y decae con la edad; la mente cambia sin cesar, y se enriquece y perfecciona con los años. Pero las cualidades esenciales de ese carácter, lo original y enérgico de cada hombre, se deja ver desde la infancia en un acto, en una idea, en una mirada.[11] Y es precisamente el papel del educador quien tiene como responsabilidad esencial ese develar, ese mostrar, ese regar en tierra fértil para que florezca esa flor, crear mediante la enseñanza.

 

Termino recurrente en la obra martiana, por el significado que le confiere, por las propias metáforas empleados con relación al mismo “Crear es pelear, Crear es vencer”[12], o cuando reconoce a La América como la tierra de los creadores[13], pero en la educación apunta a la comprensión del cultivo de la mente y sentimientos del hombre, al proceso fundacional, lo cual se refleja, cuando destaca con plena admiración  en “Cartas inéditas de José de la Luz.” la siguiente afirmación: “Supo cuanto se sabía en su época, pero no para enseñar que lo sabía, sino para transmitirlo. Sembró hombres”[14]. Connotación sumamente alta y que apunta a su compresión de la enseñanza como creación.

 

Su ideario no se agota allí, no acaba con dicho acto, es mucho más, es también un momento inalienable en la propia existencia de quien educa,  acerca de ello afirmaría José Martí: "Enseñar es crecer" [15], viendo el otro lado de la moneda, aquel referido a que en ese acto de moldear, de formar, fundar, educar, crear, de enseñar a aprehender, su significado no concluye con el logro de la transmisión de valores, conocimientos,  y con ello formar un bello producto, sino que en el proceso, el propio educador se educa, se crece, se proyecta a nuevas cualidades, resulta también formado, y va agigantándose en conocimientos, experiencias, sentimientos, en fin,  nuevas y mejores maneras de ser, de pensar, de hacer y con ello de transmitir y aprehender. Idea que es una constante en Martí, y que se repite con variaciones en sus escritos, como cuando dice "(...) aprender a enseñar, que es lo más bello y honroso del mundo, y cría alma de padre, amorosa y augusta"[16] o cuando sentencia: "Una escuela es una fragua de espíritus,..."[17] en su doble connotación tanto del que es educado como del que educa. De ahí la elevada comprensión, la que concibe como un acto de creación en su doble significado, “creando, crearse”, “crearse, creando”, del cual se siente orgulloso, honrado y más que una tarea, la entiende, la desarrolla, la asume como parte del proyectarse en la vida. Parafraseándole, augusta y amorosa fragua donde se da vida al futuro.

 

Significado de la educación que no acaba con dicha interpretación, sino que están en el presente en el siglo XXI, en el nuevo Milenio, se proyecta en la actualidad como si fueran una aseveración de las concepciones que se manejan y trabajan como un imperativo de las instituciones educacionales a nivel global, a pesar de ser promovidas en las décadas finales del siglo XIX.

 

Lo anterior nos lleva de la mano para reconocer una cualidad de toda la obra martiana, así como de su propia actividad inseparable y consustancial a ella, y nos referimos a como toda su intelección posee una carga axiológica, la cual permite al decir de sus estudiosos, “(…) una filosofía, encauzada como programa pedagógico, suscitador de acción comunicativa, en pos de la formación humana, a través, fundamentalmente, de los valores,(…)”[18] el vínculo entre el espíritu científico y una vocación ética, razón y emoción o empleando la terminología en boga, que es y constituye una aspiración de la humanidad, ciencia con conciencia,  que permiten la formación y conformación de lo mas esencial del hombre, concibiendo como no basta el conocimiento frío de la ciencia positiva, el cientifisismo, que ya se enseñoreaba en su época y del cual no renegaba[19], pero en unión con las emociones,  lo cual era posible pues al entender la enseñanza como creación, es decir, no sólo como instrucción sino a la par como educación, confiere una importancia crucial a los sentimientos en la aprehensión de un contenido profundamente humanista. 

 

Acerca de ello es sumamente interesante la afirmación de la estudiosa Miranda Hernández, quien destaca “(…) dentro del entusiasmo martiano por las ciencias, por la educación pragmática y positivista, bulle una preocupación esencial: la educación debe ayudar a que se realice lo mejor del hombre, sus cualidades morales. Pero va mucho más allá, Martí cuando escribe, en ese ensayo subyugante por lo apasionado, vibrante y profundo de su estilo que es el “Prólogo al poema del Niágara”: “Ni la originalidad literaria cabe, ni la libertad política subsiste mientras no se asegure la libertad espiritual. El primer trabajo del hombre es reconquistarse. (…)[20]

 

Paradigma expresado de múltiples formas en lo político, periodístico, ensayístico, pero que en lo educativo, en tanto creación momento fundacional, adquiere una connotación especial y cual leitmotiv se manifiesta de diversas formas, como al decir "No hay monstruos mayores que aquellos en que la inteligencia está divorciada del corazón"[21], o al reconocer “El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados  a sus hijos, en la instrucción del pensamiento, y en la dirección de sus sentimientos.[22]  o cuando sentencia "(...) el sentimiento es también un elemento de la ciencia".[23] ya anticipándose a una visión eminentemente contemporánea de la ciencia, ajena a su época, y a las interpretaciones de todo ese periodo histórico, marcado por una concepción Heredada de la Ciencia, concebida como búsqueda de la verdad, verdad como valor en sí mismo, absoluto, ajena a otras influencias y valoraciones éticas, políticas, estéticas, económicas,  etc.

 

Es de destacar, como al concebir la educación como creación, como dimensionamiento esencial del hombre, como potenciación de los valores humanos y conformación de una actitud moral y ética que lo engrandece, podemos comprender con plenitud la afirmación "Un hombre ignorante ya está en camino de ser bestia, y un hombre instruido en la ciencia y la conciencia, ya está en camino de ser Dios".[24] Es decir posee la fuerza suficiente para ser libre. Pero es mucho más la comprensión de esta frase, es la plena certeza de su contemporaneidad, la interpretación de la unidad de la ciencia con la conciencia, el sentimiento como elemento de la ciencia, la instrucción del pensamiento y la dirección de los sentimientos, exigencia de la sociedad actual, interna y esencial al propio proceso no sólo de conocer a la ciencia, sino de hacer ciencia.

 

Idea que sólo en la segunda mitad del siglo pasado ha tomado fuerza, produciéndose la ruptura con aquella visión heredada y mantenida  de la ciencia como saber absoluto, donde el logro de la verdad era el valor al que se aspiraba, y se entendía que los conocimientos científicos debían aspirar, pretender, lograr el estar libres de juicios de valor. Anticipándose a su época, sin desconocer la importancia del papel jugado por el positivismo, pero no absolutizándolo, ni erigiéndolo como principio único, aboga por la unión inseparable de la ciencia con la conciencia, es más, repito una de sus sentencias  parafraseándola, de que el sentimiento es también un elemento de la ciencia.

 

Proceso que constituye en sí mismo un acto de creación y que en José Martí se encuentra profundamente arraigado como expresión de la Filosofía Educativa sustentada en altos valores morales y éticos. Lo más importante es que no es privativo de una de sus producciones, en cada una de ellas desde la arista pedagógica se encuentra la perspectiva de verlo en ese sentido, como crecimiento del educando y del educador. El ensayo “Nuestra América  constituye un paradigma de ello, pero que decir de la “Edad de Oro” dedicada a los pequeñines, pero que debe y de hecho lo es una pequeña gran obra de consulta y recuento, de constante enseñanza en ese tan enriquecedor y difícil proceder de la conducta humana que ensalza  los valores más auténticos de la conducta de los hombres, haciendo reflexionar, re-pensar, re-educar nuestra forma de hacer, de actuar,  y por tanto de pensar y de crear nuevas relaciones.

 

Es bien cierto que a Martí como síntesis más lograda de una época, se hace casi imposible poder captarla en toda la riqueza de aspectos sobre todo en un pequeño trabajo, pues el ensayista,  periodista, escritor, jurista, el hombre que empeño toda su existencia en la noble tarea de luchar por la independencia de Cuba, el orador aglutinador de las ansias más profundas que movían a nuestro pueblo, es imposible captarlo en unas cuantas frases, pues incluso, su concepción de la pedagogía como expresión de una concepción filosófica raigal, no se circunscribe  a estas reflexiones, van más allá, trasciende a nuestra contemporaneidad, son y constituyen valores ecuménicos que debemos atesorar y divulgar con el orgullo de mostrar a las nuevas generaciones y al mundo, como nuestras tradiciones se presentan en una unidad profundamente mediada con la contemporaneidad y su separación se hace indestructible.

 

Por último, el pretender abordar los presupuestos de la Filosofía de la Educación en una figura de tal magnitud, es avanzar por un camino actual, con plena vigencia, que nos educa, pero que sobre todo, nos enseña a crear y re-crearnos, a ser mejores, a la búsqueda de una perfección nunca lograda, pero siempre aspirada, base segura para el empeño de formar a las nuevas generaciones a partir de un principio de su concepción reflejada en “Nuestra América”  y repetida como una constante en toda su obra y acción: “Crear, es la palabra de pase de esta generación”,[25]  “(…) esta es América, la tierra de los rebeldes, y de los creadores”.[26]

 

Notas: 

 

[1]"Cartas de Martí", La Nación. Buenos Aires, 14 de noviembre1886. Obras Completas- Editora del Consejo Nacional de Cultura. La Habana. 1965. T.2, p.82

[2] Martí es la expresión de la síntesis de lo más representativo de toda una época en la educación, que se abre con exponentes de la talla de José de la Luz y Caballero, Félix Varela, Rafael María de Mendive.

[3] García Fallas, J.2004.  El proyecto educativo de José Martí: una lectura desde la pedagogía crítica. Revista Educación 28 (1) Costa Rica.

[4] Vitier, C. Sobre el humanismo de José Martí. Aniversario 150 del natalicio de José Martí. Material en formato electrónico.

[5] "Educación popular", Tomo 19, p. 375 

[6] Resulta interesante la siguiente reflexión de Miranda Hernández;Dentro de toda esta variedad de influencias y articulaciones, podemos apreciar que lo más avanzado y representativo del pensamiento nacional de este siglo eligió, sobre todo, aquellas concepciones que más se ajustaban a las necesidades del desarrollo del país en aquel momento, que en lo económico, ideológico, cultural y político se orientaban hacia la independencia de Cuba, la eliminación de todas las trabas del colonialismo y la defensa de la conciencia nacional, la cubanía y el patriotismo. El pensamiento filosófico criollo más representativo del naciente sentimiento nacional revolucionario se sumó a la tendencia científico-natural y materialista de la época, que afirmaba el poder del conocimiento sensorial, la observación y el experimento como métodos de estudio de los fenómenos y prefería la razón antes de la fe, Descartes, Bacon, Locke y Condillac fueron los principales inspiradores de los ilustrados cubanos.” Ilustradores cubanos del cual era heredero.

[7] Miranda Hernández, O. L. Filosofía de la educación en Cuba: sus orígenes. Material en soporte electrónico.

[8]  Folleto Guatemala, escrito en 1877 y publicado en México  1878.  Obras Completas- Editora del Consejo Nacional de Cultura. La Habana. 1965. T 7 pág.116-117.

[9] Martí, J. Escuela de Electricidad. La América, Nueva York. (1883)  En Obras Completas. Obras Completas- Editora del Consejo Nacional de Cultura. La Habana. 1965.  Tomo 8, p. 281.

[10]Miranda Hernández, O. L. La Filosofía d la Educación en Cuba: sus orígenes. Material en soporte electrónico.

[11] Martí, J. Tres héroes.1889 En José Martí, Obras Completas.  Editora del Consejo Nacional de Cultura. La Habana. 1965.  Tomo 18, p. 390-391.

[12] Martí, J. 1893. La escuela de arte y oratoria de Emilio Agramante. Obras Completas. Editora del Consejo Nacional de Cultura. La Habana. 1965.  Tomo 5, p. 301.

[13] Martí, J. . “Nuestra América” Colección Nuestra América. Casa de las Américas. 1974. p. 101.

[14]Martí, J. 1893. Cartas inéditas de José de la Luz. Obras Completas. Editora del Consejo Nacional de Cultura. La Habana. 1965.  Tomo 5, p. 249.

[15] Carta a María Mantilla, Cabo Haitiano, 9 de abril de 1895, Epistolario. Obras Completas- Editora del Consejo Nacional de Cultura. La Habana. 1965.  T 15. 146

[16] Manuel Barranco, Patria, Nueva York, 2 de enero de 1895, Obras Completas- Editora del Consejo Nacional de Cultura. La Habana. 1965.  T 4, p 146

[17]Folleto Guatemala, escrito en 1877 y Publicado en México en 1987, Obras Completas- Editora del Consejo Nacional de Cultura. La Habana. 1965.  T 7, p. 156

[18] Pupo Pupo, R y Buch Sánchez, R. 2009. La Filosofía en su historia y mediaciones. Instituto de Educación Superior “José Martí” de Monterrey. Facultad de  Filosofía e Historia de La Universidad de La Habana. pág. 384

[19] Resulta interesante y revelador el siguiente párrafo en la obra La Filosofía d la Educación en Cuba: sus origenes de Miranda Hernández donde recoge una cita muy representativo en torno a esta problemática: Una de las expresiones más elocuentes del genio martiano para captar las esencias más hondas de su tiempo latinoamericano, aparece en su texto “Respeto a Nuestra América”, cuando afirma: “…nuestra América de hoy, heroica y trabajadora a la vez, franca y vigilante, va con Bolívar de un brazo y Herbet Spencer de otro”.  Con estos dos símbolos nos da Martí las claves de la época: libertad y ciencia. Estas son, señala con optimismo, “las llaves maestras que han abierto las puertas por donde entran los hombres a torrentes, enamorados del mundo venidero”., pero que además expresa como es necesario el estudio de las ciencias, pero también la formación moral, le educación ética de los educandos.  

[20]Miranda Hernández, O. L. La Filosofía d la Educación en Cuba: sus origenes. 

[21] Fragmentos. Obras Completas- Editora del Consejo Nacional de Cultura. La Habana. 1965.  T. 22, p. 70

[22]Martí, J. "Educación popular", Tomo 19, p. 375

[23] Discurso en conmemoración del 10 de Octubre de 1868, en Hardman Hall, Nueva York, Diez de octubre  de 1890, Obras Completas- Editora del Consejo Nacional de Cultura. La Habana. 1965.

 T. 4, p. 250

[24] Martí, J. "Educación Popular", Obras Completas- Editora del Consejo Nacional de Cultura. La Habana. 1965.  T 19, p. 375.

[25] Martí, J. “Nuestra América” Colección Nuestra América. Casa de las Américas. 1974. p. 27.

[26] Ibíd.

 

María de los Milagros Flores Corbelle
Universidad de La Habana

 

Ir a índice de ensayo

Ir a índice de Flores Corbelle,  María de los Milagros

Ir a página inicio

Ir a índice de autores