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Últimas maravillas
por Jorge Fernández Díaz 
Director de adn CULTURA

Cuando un escritor con cierto talento acepta el desafío de publicar textos semanales en un periódico nunca termina de comprender del todo que está produciendo, lo quiera o no, un inexorable libro por entregas. Luego, cuando un editor de buen ojo compila y articula esos textos dispersos, el autor que ha trabajado con honestidad la lengua y el pensamiento sin pensar que sus resultados pueden tener algún tipo de ilación ni que sobrevivirán al interés de esa misma semana, se da cuenta de repente de que sus crónicas pueden ser leídas para siempre como cuentos o capítulos de una novela, y sus artículos como eslabones de un ensayo perenne. Al revés de los periodistas puros y duros, los escritores llevan los trucos de la narrativa literaria al terreno del periodismo y, por un extraño proceso, el paso del tiempo termina por convertir esas notas en simple literatura. Puede suceder también que un escritor no aprenda nunca el oficio periodístico, y que sus artículos resulten tan insípidos y pasajeros como una convencional nota escrita con la técnica de la pirámide invertida. Así como la literatura no es para cualquiera, el buen articulismo tampoco lo es.

Confieso mi adicción por esos libros que recogen los capítulos invertebrados de grandes y pequeños escritores que supieron hacer bien su trabajo periodístico. Son libros que no suelen conseguir grandes ventas ni buenas críticas. Pero yo recorro sus páginas con el alma alegre y les hinco los colmillos sin seguir un orden y con la felicidad de saber que están llenos de sorpresas.

Volví a sentir esa maravillosa sensación al leer las pequeñas piezas que conforman Descubrimientos , el libro que reúne las últimos artículos y relatos que la gran Clarice Lispector escribió, entre 1967 y 1973, en las páginas sabatinas del Jornal do Brasil . Se trata del volumen que sigue a Revelación de un mundo .

Lispector se caracterizó por hacer en ese espacio que le brindó el diario un trabajo sutil y transgresor, puso en cuestión los límites de la crónica, del aguafuerte, de la opinión y hasta de la verosimilitud, fue y vino de la ficción a la realidad y todo lo hizo con la maestría literaria de sus novelas, a pesar de que ella misma subestimaba ese trabajo, lo colocaba por debajo del nivel que tenían sus "obras mayores".

Ocurre con Lispector, sin embargo, algo parecido a lo que sucedía con Roberto Arlt. Es que muchas veces esos artículos prefiguran, completan o contradicen una obra. Las Aguafuertes porteñas de Arlt hacen todo eso junto en contraposición con Los siete locos y Los lanzallamas. La literatura de prensa no puede ser leída sino en íntima conexión con la literatura de libro.

Lispector nació en Ucrania y murió en Río de Janeiro en 1977. Es una de las más importantes narradoras latinoamericanas del siglo XX. Desde sus cuentos de Cerca del corazón salvaje hasta sus novela La pasión según GH , considerada su obra maestra, Clarice desplegó sutileza y hondura libro tras libro, rompió todas las convenciones literarias y logró ser psicológica mientras desconfiaba de la psicología, filosófica rechazando las jergas de las filosofía y vanguardista oponiéndose al falso vanguardismo, siempre "lleno de modismos, frío, calculador, poco humano".

Reproducimos en esta edición algunas de las últimas maravillas que alguna vez se publicaron en un periódico y que hoy pueden leerse en un libro. Para Lispector escribir, tanto en uno como en otro soporte, siempre fue difícil: "Es duro como partir rocas. Pero saltan chispas y astillas como aceros pulidos -decía-. Escribo muy simple y muy desnudo. Por eso hiere".

Jorge Fernández Díaz 
Director de adn CULTURA 

jdiaz@lanacion.com.ar
http://adncultura.lanacion.com.ar/ 

27 de marzo de 2010
Autorizado por el autor

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