Soriano sigue vivo
por Jorge Fernández Díaz 
Director de adn CULTURA

No soy fetichista pero tengo pegadas en la pared de mi oficina solamente dos fotos. Entre tantos autores posibles, se ve que mi inconsciente actuó en defensa propia y eligió para acompañarme todos los días a dos tipos extraños, que lograron combinar esas pasiones muchas veces antagónicas: la literatura y el periodismo. La foto de la derecha muestra, en blanco y negro, a Truman Capote autografiando ejemplares de la primera edición de A sangre fría . La foto de la izquierda me muestra abrazado a Osvaldo Soriano en un atardecer de Balvanera. Osvaldo está vestido de negro y tiene en la mano aquel cigarro apagado que mordisqueaba para no perder la costumbre y para atemperar su abstinencia tabacal. Faltaba aproximadamente un año para que enfermara y muriera. Aquella tarde estuvimos hablando horas y horas, y él no pudo resistir la tentación de quejarse de la "academia": "No es mucho lo que les pido. Lo único que yo les pido es que me dejen sentar a la mesa de la literatura argentina. Una mesa donde se sienten todos. Los experimentales, los introspectivos, los kafkianos, los joyceanos, los faulknerianos. Todos. Y que me digan: "Venga, Soriano, ésta es la silla de los narradores de historias. Venga, siéntese con nosotros". Solamente eso les pido".

Elogiado por Calvino, Updike y Cortázar; defendido por Piglia, Saccomanno, Feinmann, Dal Masetto, Martini, Forn, Fresán y Tomás Eloy Martínez; traducido a quince idiomas, bendecido por el éxito y aclamado en España e Italia, el autor de La hora sin sombra no parecía necesitar ningún certificado de pertenencia. Y a pesar de que podía sentarse en la cabecera de esa hipotética mesa de la literatura argentina, sentía que le retaceaban hasta un banquito. Hubo luego polémicas explosivas, dolorosas e injustas sobre el rechazo o la aceptación de la elite crítica. Y aunque a mí ese ninguneo que rechaza por principio lo popular todavía me disgusta, viéndolo hoy en perspectiva creo que, en realidad, Osvaldo luchaba principalmente contra sus propios fantasmas. Era él, como buen infante del periodismo, carne de redacción y hombre del estaño, quien se sentía fuera de lugar en ese mundo de profesores y sofisticaciones lingüísticas. Osvaldo, como Arlt y como Walsh, venía de otro palo. Y qué gran malentendido: él sintió que lo ubicaban en una supuesta clase turística y esperó en vano que lo pasaran a la primera.

Hay actualmente muchos escritores, críticos y ensayistas que lo catalogan como "un escritor menor". Pero eso ha ocurrido muchas veces con grandes escritores que sobrevivieron al olvido, y que luego, muertos y enterrados, ganaron finalmente la batalla del reconocimiento. Releerlo hoy me produce sensaciones fuertes y a veces contradictorias. Veo la inmadurez de algunas líneas, el maniqueísmo de ciertas situaciones, y también el prodigio de su imaginación, la perfección del diálogo, la construcción de entrañables perdedores, el uso deslumbrante de la escritura austera y fotográfica que predicaba Hemingway, el sentido alegórico y humorístico de sus historias y el uso magistral de la cultura del fútbol y de la melancolía argentina.

Fue un extraordinario articulista, que mezcló muchas veces la realidad con la ficción, y venció con una frase corta a cientos de ensayistas en su intento por definir el inexplicable movimiento político que domina la historia nacional. Uno de sus personajes, en un momento dramático, dice: "Si yo nunca me metí en política, yo siempre fui peronista". Y no existe en toda la bibliografía universal una definición más aguda del peronismo.

No se cumple ningún aniversario, pero nos asaltó hace unos meses la curiosidad de saber si Soriano seguía siendo leído en la Argentina o si efectivamente había sido olvidado. Héctor Guyot indagó entre editores y escritores, entrevistó a su viuda y consiguió una correspondencia inédita en español donde Osvaldo muestra las dudas que le provocaba su estilo literario. Miles de ejemplares de sus principales libros se siguen leyendo silenciosamente. Soriano sigue vivo.

Jorge Fernández Díaz 
Director de adn CULTURA 

jdiaz@lanacion.com.ar
http://adncultura.lanacion.com.ar/ 

22 de agosto 2009
Autorizado por el autor

 

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