El señor Biorges escribe como nadie
Por Jorge Fernández Díaz 
Director de adn CULTURA

Fuera de la enorme diversión que les proporcionaba el ejercicio compartido, reflejo de una amistad personal y por momentos literariamente simbiótica, puede suponerse que a Borges y a Bioy Casares no les importaba tanto crear libros en colaboración como inventar un tercer escritor que narrara historias extrañas. El colmo de dos escritores de ficción, confabulados para divertirse, consistiría entonces en crear a un escritor independiente de ellos que publicara incluso libros distintos y hasta ajenos. La operación ficcional incluye así al mismísimo escritor, por el que sus autores intelectuales ni siquiera tienen simpatía.

Jorge Fernández Díaz

Las crónicas y cuentos de Bustos Domecq son una excusa para presentar a ese tercero en discordia: un tal Biorges, que escribía satíricamente sobre artistas, asesinos y estupideces humanas. Los libros de Biorges no les deben nada a los relatos de Borges ni a las ficciones de Bioy. En literatura, dos más dos no necesariamente son cuatro. El universo filosófico y mítico de Borges, sumado al mundo supuestamente ligero de amores asombrosos de Bioy, podría haber dado como resultado novelas fantásticas sobre el destino, o colecciones de relatos desaforados con puñales, máquinas y laberintos. Pero no. Esos libros tienen autonomía e imprevisibilidad, parecen escritos efectivamente por otra persona. Y esa persona parece de carne y huesos. Algunos de esos libros están firmados por Bustos Domecq o Suárez Lynch, pero Biorges era la broma que habían aceptado para sintetizar esa mezcla inquietante que dio frutos exquisitos.

"Escribíamos habitualmente por las noches -recuerda Bioy-. Conversábamos libremente sobre la idea que teníamos acerca de un tema hasta que se iba formando, casi sin proponérselo, un proyecto común. Luego me sentaba a escribir, antes a máquina, últimamente a mano, porque escribir a máquina ahora me da dolor de cintura. Si a uno se le ocurría la primera frase, la proponía, y así con la segunda y la tercera, los dos hablando. Ocasionalmente Borges me decía: ?No, no vayas por ahí´; o yo le decía: ?Ya basta, son demasiadas bromas´."

Deponer los egos propios y trabajar en colaboración, sin pretender imponerle al otro palabras e ideas, es una tarea compleja. Tal vez sólo predestinada a los cortos de talento o a los genios. Los primeros saben que no saben, y los segundos saben que saben y no necesitan demostrarlo.

Acerca de este milagro de escribir a cuatro manos trata la presente edición de adn cultura. El chispazo que dio inicio a esta producción periodística proviene de un libro: Escribir en colaboración, historias de dúos de escritores , de Michel Lafon y Benoît Peeters. El primero es escritor y catedrático de literatura argentina en la Universidad Stendhal de Grenoble, miembro del Institut universitaire de France, editor de las novelas completas de Bioy en francés, traductor de Borges, Aira y Chejfec, y autor de muchos ensayos.

Lafon pasó por Buenos Aires hace poco y fue entrevistado por Pedro B. Rey. Su estudio habla de Dumas y de Auguste Maquet, de Marx y Engels, de Flaubert y Maxime du Camp, de Julio Verne y Julio Hetzel, de André Breton y Philippe Soupault. Y siguen las firmas. Rey añade, en su nota de tapa, otros ejemplos importantes acerca del fenómeno de "la literatura de a dos".

Bueno es recordar, de todas maneras, que el autor nunca escribe solo. Como decía Nietzsche, "un buen escritor posee no sólo su propia inteligencia, sino también la de sus amigos".

Jorge Fernández Díaz 
Director de adn CULTURA 

jdiaz@lanacion.com.ar
http://adncultura.lanacion.com.ar/ 

6 de junio 2009
Autorizado por el autor

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