La nueva gran dama de las letras
Por Jorge Fernández Díaz 
Director de adn CULTURA

Fue maestra rural, librera y diseñadora de ropa. Y aunque escribía desde niña (aprendió a leer sola antes de ir al colegio), no publicó su primer libro hasta cumplir los 58 años. Es cordobesa, viene relatando una saga histórica apasionante (la de los Osorio), se llama Cristina Bajo y el diario español El País dijo de ella: "Escritora tardía, de provincias, autora de novelones históricos, se ha convertido en la nueva gran dama de la literatura argentina".

Jorge Fernández Díaz

A lo largo de varias décadas, y al mismo tiempo que se ocupaba de su trabajo, los hijos, la cocina, las plantas y los animales, que tanto la fascinan, Cristina seguía escribiendo en silencio y recopilando datos históricos sobre la vida privada, desde el siglo XVI hasta el XIX. En 1995 unos amigos decidieron publicarle Como vivido cien veces en una pequeña editorial. El libro agotó rápidamente cuatro ediciones y las grandes editoriales nacionales se percataron del fenómeno y la contrataron de inmediato. Escribió En tiempos de Laura Osorio, La trama del pasado, Sierva de Dios, ama de la muerte, La Señora de Ansenuza y otras leyendas, El guardián del último fuego y Tú que te escondes.

Alejada de los círculos esnobs y de los cenáculos académicos porteños, Cristina Bajo se abrió paso con talento propio y consistencia narrativa. Ennobleció la novela histórica y se mantuvo en su mundo: una casa gótica en un barrio de la ciudad de Córdoba, donde vive en compañía de perros y gatos, dando cursos y talleres de historia, saboreando las antiguas literaturas nórdicas, los cuentos más viejos del mundo, la obra de J. R. R. Tolkien y las narradoras inglesas del siglo XIX, los relatos heroicos, las leyendas artúricas, los novelistas decimonónicos y, por qué no, los policiales. También rodeada de alegres fantasmas, especialmente uno que se le aparece en su sala: una mujer a la que se solía ver sentada donde antes estaba la huerta de la Quinta Santa Elena, bajo un duraznero añoso que serraron cuando se construyó la casa donde vive.

A lo largo de mucho tiempo, cuando era inédita y soñadora, sus amigos y parientes se burlaban de ella: "Ahí va Cristina, tratando de escribir un novelón". Cuando comenzó a publicar y a ser reconocida, quedaron boquiabiertos. Cristina Bajo editó finalmente gracias a que atravesó una enfermedad grave. Tomó conciencia, en esa circunstancia, de que si moría, sus hijos no iban a saber qué era lo había hecho su madre, sentada ante su máquina de escribir todas las tardes y después de las cenas. Se recuperó justo a tiempo para ver cómo sus libros se convertían en un éxito y para disfrutar de sus nietos.

El olfato de su editora de Sudamericana la empujó a escribir este Elogio de la cocina, que adncultura anticipa de manera exclusiva, en cuyas páginas Bajo mezcla la historia con las recetas, las memorias con las exquisiteces, las especias con la observación y los alimentos del cuerpo con los alimentos del espíritu. Somos lo que comemos, dice el refrán. Y es por eso que existe un vínculo tan íntimo y prolífero entre cultura y cocina. A propósito de ese vínculo, Alicia de Arteaga escribe en este número sobre cocina y arte, y Hugo Beccacece, sobre la relación de los manjares con la literatura universal.

Un verdadero banquete. Que lo disfruten.

Jorge Fernández Díaz 
Director de adn CULTURA 

jdiaz@lanacion.com.ar
http://adncultura.lanacion.com.ar/ 

1 de noviembre de 2008
Autorizado por el autor

Ir a índice de América

Ir a índice de  Fernández Díaz, Jorge

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio