Rafael Ángel Herra, balances escriturales
Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Educación Mauro Fernández, 2008
miguelfajardokorea@hotmail.com
  

La cultura es el quehacer cotidiano desde todos los frentes del factor humanidad. En ese sentido,  la acción de cada uno de los individuos es la suma de un conjunto, a favor de las mejores causas de nuestra condición. Además, es importante destacar la jornada  de una serie de escritores, quienes, con sentido crítico, ayudan a fortalecer el espacio vital de las manifestaciones culturales, en procura del mejoramiento humano, sin enquistarse en marcos geográficos específicos, porque la cultura responde, también, a las expectativas raigales del ser integral, contra fronteras. Esto es, lo que Néstor García Canclini denomina Glocalización.

 

En ese contexto, la obra del escritor costarricense Rafael Ángel Herra (1943) es una exégesis plurisignificativa y raigal. Su encuentro con el público guanacasteco fue una ocasión propicia para aprender de su perspectiva integral sobre la cultura sin fronteras, ni horarios.

 

Rafael Ángel Herra Rodríguez es Bachiller en estudios clásicos.  Licenciado en Filosofía en la Universidad de Costa Rica. Doctor en Filosofía por la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia, Alemania. Catedrático de filosofía y Director de la Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica. Dirigió la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva. Fungió como editor del suplemento cultural “Áncora”.  Ha sido profesor huésped en  las universidades de Bamberg y Giessen. 

 

Asimismo, Herra Rodríguez ganó un concurso centroamericano y del Caribe de radioteatro artístico con la obra “Narcizo y las dos hermanas”.  Ha participado en coloquios e impartido conferencias en diferentes países del mundo. Ha escrito en revistas especializadas de Alemania, Portugal, Inglaterra, Austria,  Checoslovaquia, España,  Brasil,  Argentina, Canadá o Costa Rica.  Es miembro de número de la Academia Costarricense de la Lengua.  Colaborador cultural de “La Nación”. Ha sido Embajador de Costa Rica en Alemania y en la UNESCO

 

Ha publicado sus libros en diversos géneros, a saber: cuento, novela, ensayo, poesía, radioteatro e investigaciones.  Entre sus títulos más significativos mencionamos: “Lo monstruoso y lo bello”, 1978; “El soñador del penúltimo sueño”, 1983;”Había una vez un tirano llamado Edipo”, 1983; “Sastre y los prolegómenos a la antropología”, 1984; “Violencia, tecnocratismo y vida cotidiana”, 1984; “La guerra prodigiosa”, 1986; “El desorden del espíritu. Conversaciones con Amighetti”, 1987; “El genio de la botella”, 1990; “Las cosas de este mundo”, 1990; “¿Sobrevivirá el Marxismo?”, 1991; “Viaje al reino de los deseos”, 1991; “Escribo para que existas”, 1993 y “Autoengaño”, 2006.  Conserva inéditas dos novelas y un poemario. Esbozaré un acercamiento, a vuela pluma, sobre nueve libros del autor costarricense.

 

En “Lo monstruoso y lo bello  plantea la relación semántica y semiótica, de índole bisémica, entre ambos conceptos en la obra artística. Lo Ungeheuer (monstruoso) y lo Unheimlich (bello). En esa red de lenguaje, dichas conceptualizaciones permean la creación.  Es interesantísimo, en este libro,  el exhaustivo abordaje discursivo realizado sobre la actuación narrativa de dos personajes kafkianos, tanto Joseph K como Gregor Samsa.

 

En “El soñador del penúltimo sueño” centra su mirada narrativa en replanteamientos intertextuales, a partir de personajes  como Esopo, Minos, Pedro, Ulises, Icaro y Caronte.  Me gustó mucho su cuento sobre la palabra Laberinto que se dice de muchas maneras.  Su arte cuentístico lleva a sus lectores por caminos insospechados y desconcertantes, pero ese  es el arte del verdadero escritor: el deslumbramiento.

 

En “Había una vez un tirano llamado Edipo”.  Aquí, torna la mirada escrutadora sobre los designios del poder.  Ahora, sus actantes son Diógenes y el Emperador, el hijo de Pasifae, Barrabás.  En una segunda parte se centra sobre la figura de Edipo, quien “descubrió que el poder es dudoso y que por ello debía ser doblemente despiadado” (p.37).  El autor reconoce diversas deudas y citas breves modificadas o adaptadas al discurso de Sófocles o Plutarco, entre otros, pues revelan trágicamente la misma esencia del poder circular, muchas veces enfermizo..

 

En “Desorden del espíritu.  Conversaciones con Amighetti” se muestra un texto dialógico donde se inquiere, con pasión, sobre la obra de un artista tan relevante como Francisco Amighetti.  En las evocaciones se pasa revista a los diversos caminos recorridos y los acentos personalísimos de tan distinguido y versátil artista: sus acuarelas, sus grabados,  sus xilografías.  Recuerdo las hermosas xilografías que el Maestro Amighetti creó para el libro “Vidas indianas”, del Dr. Rubén Vela, distinguido poeta-embajador y amigo argentino, quien compartió con nosotros desde la revista “HOJAS DE GUANACASTE” (1982-1984).

 

En “El genio de la botella”, que contiene xilografías de Amighetti, son relato de relatos, donde su abordaje discursivo es contiguo, es decir, un texto nos remite al otro mediante su título. En dichos textos, el Perropinto se encuentra una botella donde estaba el Genio Aldebarán, quien tenía mil años de estar encerrado. Existen situaciones límite en sus nudos de significación. Narra una serie de  importantes readaptaciones escriturales, que el creador costarricense construye o reelabora, a partir de textos de la literatura universal.  Por ejemplo, en “Había una vez dos veces”,  reescribe el cuento sobre Caperucita Roja.

 

Sobrevivirá el Marxismo”.  Como compilador de este texto, Herra ofrece un documento de 396 páginas, destinado a formular una sistematización de 25 puntos de vista ideológicos, políticos y de teoría social, así como a dicho modelo de pensamiento, sus prácticas y los proyectos en la sociedad. Entre quienes colaboran con sus textos menciono a Leonardo Garnier, Rodolfo Cerdas, Miguel Sobrado, Luis Camacho, Helio Gallardo, José Luis Vega, Héctor Pérez Brignoli, Fernando Leal, Carlos Molina, Arnoldo Mora, Daniel Masís, Franz Hinkelammert, Manuel Formoso, Giovanna Giglioli o Cristina Eguizábal.

 

En “Viaje al reino de los deseos”, quizá, su obra más conocida, tanto por su calidad como por ser uno de los libros de lectura recomendada en X año de la enseñanza media costarricense.  Es una novela de gran experimentación formal. A los jóvenes les agrada su lectura, siempre y cuando sea dirigida por profesores abiertos al cambio de canon.  Su inicio es un abrebocas: “Érase una vez un titiritero flaco, de mediana edad y fantasiosos que se creía máquina” (p.9).  Sus aportaciones a la narrativa significan una oxigenación a la nueva narrativa costarricense.  Se requiere de lecturas intertextuales, pero su estructuración responde a los nuevos paradigmas escriturales en América Latina.

 

En “Escribo para que existas”, su primer poemario, es una incursión muy interesante, con base en 78 textos muy breves, pero intensos en su expresividad y en la incorporación de  imágenes lúdicas que amplían el registro subjetivo del yo lírico.  El poemario deja leer multiplicidad de elementos, léxicos y corporales, que condensan sus propuestas poéticas con honda calidad, asidos a la brevedad de su contención intensiva.

 

En “AUTOENGAÑO”. -Palabras para todos y sobre cada cual-.  Para Herra, hablar del autoengaño equivale a mirarse en el espejo.  La primera fórmula del autoengaño es condenar mis defectos en el otro.  El autoengaño no se confina en sí mismo, sino que remite a los demás, porque siempre encuentro a alguien a quien le va peor que a mí y, desde luego, yo nunca  soy tan malvado como los demás.  Nos gusta saber las desdichas de los otros, por eso, la prensa amarillista reproduce esas desdichas con macabro placer. Y Nosotros seguimos esas historias con mucha complicidad. ¿O  no?

 

Sostiene Herra que el autoengaño es una forma de autopercepción de lo que hago, adecuada a mis deseos, valorativa y orientada a calificar mi cuota de responsabilidad en los resultados.  Por ello, el autoengaño me justifica o me da la ilusión de disculparme; dado que permite castigar a los demás con mis propios vicios, sin que los asuma como propios; enmascara las fuentes de mi conducta.

 

Por ello, el autoengaño es metafórico.  El arte es un engaño permanente de los sentidos.  El autoengaño es un viaje al espejo (véase los ejemplos de la seducción, la denegación: donde me odio en el otro, que me reproduce como no acepto verme.  Algunos ejemplos crueles son: la víctimización, el racismo, el machismo, la confesión).

 

En otro orden, la desculpabilización tiene sus patrones: la conciencia moral, el proceso de remisión: atribuir nuestros defectos a los demás; el síndrome de la buena fe, el síndrome del inquisidor o  el deber…

 

Por su parte, se puede abordar el sistema paraíso: su requerimiento o imposición;  la permisión, la restricción o el castigo. Asimismo, puede verse en la seducción y el deseo.  Además, la conquista de la naturaleza tiene sesgo de autoengaño.

 

Cercanamente, la globalización y la ética son formas de autoengaño, así como los medios de masas.  Las construcciones imaginarias: Las cavernas, Don Quijote. El encantamiento de Werther, los estereotipos, los mitos, la moralidad.

 

Valga decir que su discurso de incorporación a la Academia Costarricense de la Lengua se intitula “Encantadores me persiguen… Autoengaño y ficción en don Quijote”.  Esta novela condensa muchos ejemplos de autoengaño: los molinos de viento, caballeros, encantadores, mitos, doncellas...  Es una de las vetas de su riqueza discursiva.

 

En otro apartado, se puede hacer un abordaje sobre los trucos circenses, los teológicos, simbólicos.  Asimismo, se aborda el espectáculo de los pueblos prohibidos, el racismo, las semejanzas y las diferencias, las ambigüedades éticas, la interculturalidad, el delito, la lealtad y sus conflictos, la obligación libre o la obligación forzada.                      

 

Me permito transcribir algunos textos poéticos y cuentísticos del Dr. Rafael Ángel Herra. ¡Disfrútenlos!

La Creación (El soñador del penúltimo año”), Rafael Ángel Herra

 

“El primer día creó Dios la luz, y vio que estaba bien.

El segundo día creó Dios las aguas y las rocas y vio que estaba bien.

El tercer día creó Dios los peces y los bosques, y vio que estaba bien.

El cuarto día creó Dios los animales terrestres y las mariposas, y vio que estaba bien.

El quinto día creó Dios el infinito y la eternidad, y vio que estaba bien.

El sexto día creó Dios al hombre y guardó silencio.

Vino entonces el da séptimo, y como vio Dios que aún no existía, se creó a sí mismo y descansó”.

 

Invocaciones (“El genio de la botella”), Rafael Ángel Herra

 

Ariadna

Gracias, Teseo, por venir a liberarnos de nuestra propia imagen.  El tirano Minos fue el producto de nuestro miedo.

         El Minotauro

Soy el miedo al miedo de Minos: gracias, Teseo, por venir a liberarme de esta cadena de miedos.

         Minos

Gracias por venir a liberarme de mi identidad, Teseo, pues no soy otra cosa que el miedo que provoco”.

 

Cap. 42 (“Viaje al reino de los deseos”), Rafael Ángel Herra

 

Tremolán se encontró con una carroza

de carnaval.  Los actores ensayaban.  Un viejo

con cara de mono parodiaba al Gran Gobernador

de la Patria frente a una piñata.

Cada vez que simulaba darle un golpe para

reventarla, se ponía de cuatro patas en el

suelo y decía con voz recitativa, arrastrando

las vocales: “Siempre hay alguien próximo a

donde cae el grueso de la piñata. ¿Seré yo

ese alguien? ¿Seré yo? ¿Seré yo?” Mientras

estaba en ésas, los actores acompañantes,

haciendo muecas de reverencia, le abanicaban el trasero”.

Cinco poemas de (“Escribo para que existas”), Rafael Ángel Herra

 

21

 

“Estoy lleno de secretos.

Hoy te hablo para decir

que estoy lleno de secretos:

adivínalos con un solo roce

de tu piel.

Estoy lleno de palabras:

escúchalas con un solo roce

de tu piel”.

 

35

 

“Soy lo que deseo:

¿por qué me incendias entonces

con esos ojos de preguntas?”

 

36

 

“Cuando estoy triste

no tengo ganas de vivir.

Estoy triste a veces

cuando tengo ganas de vivir”

43

 

“Llueve afuera

y yo estoy lleno de silencios.

Llueve afuera

y yo estoy lleno de tormentos”.

 

52

 

“Te escribo para desearte con las palabras

porque no quiero imaginarte de otro modo;

te escribo para hablarte del deseo,

pues, ¿qué otra cosa puedo hacer para que existas?”

En síntesis, la obra del costarricense Rafael Ángel Herra está construida sobre la base de la perseverancia, el estudio, la capacidad analítica, la calidad introspectiva, el análisis profundo de los casos de la condición humana de siempre.  En su trabajo, nada es fortuito, por el contrario, todo tiene su razón de existencia

 

Como artista de la palabra, el Dr. Rafael Ángel Herra sintetiza su búsqueda artística recurrente, pero personalísima: “Soy lo que deseo… y no acabo nunca de inventarme”.

 

Con su obra, Herra Rodríguez aporta una singular voz, literaria y cultural, que estamos seguros de que te dejará huella, con su acercamiento, a los rincones más escondidos de la condición humana, que él trata de develar en cada una de sus creaciones artísticas.

Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Educación Mauro Fernández, 2008
miguelfajardokorea@hotmail.com

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