Celdas inculpadas

Miguel Fajardo Korea 

La sangre 
se llevará los oleajes.
Las puertas del sueño
como gacelas del milagro.
Callan los rumores de la diáspora.
Al final, distribuirán
raciones de vos y yo.
La tentación de saciar
nuestros cuerpos es una fruta.
Siempre lo decías, mujer:
encontraremos la salida
para contemplar 
las cañadas o la lluvia.
Derrotaremos a los cerrojos;
llamaremos al mediodía
y endureceremos la fragua.
Las raíces amurallaron
el rencor,
la semilla de la entrega
como un cerrar a solas
en los párpados de la tierra.
Allí se gestará 
la claridad de
nuestros vencimientos.
Vos y el mundo
en nuestros labios.
El alba
en nuestra sed. 

Nos amaremos en
cada triunfo.

Es la voluntad del sexo
contra la inútil guerra
de los sistemas que odian.

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