Acercamientos a la poesía de Guanacaste, Costa Rica, en el siglo XX
Lic. Miguel Fajardo Korea
miguelfajardokorea@hotmail.com
 

Universidad Nacional de Costa Rica
Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural de Costa Rica

La existencia de toda identidad humana se liga, indiscutiblemente, a  hechos de tipo histórico, social, económico, cultural o político que inciden en su quehacer. La cultura unifica, no obstante, le confiere a cada uno, su propio descubrimiento.

Hay que fijar este polo cultural, porque desde el interior del país hay mucho por decir. Se necesita una incorporación cultural, lo más completa posible, de Guanacaste a Costa Rica: no como un discurso, sino como una práctica.  Las provincias también cuentan y Guanacaste representa un registro particular.

La relación más cercana entre Nicoya y Costa Rica se dio en 1812, cuando la Provincia de Costa Rica necesitó de los votos de los pobladores del Partido de Nicoya, para elegir a su representante en las Cortes de Cádiz,  el Padre Florencio del Castillo (1778-1834). 

Guanacaste proviene del azteca “Quah-Nacaz-tlan”, que significa “Lugar junto a los árboles con oreja”. Su primer gobernador fue Francisco Hernández de Córdoba, en 1524; el último, Cupertino Briceño, en 1824. Desde 1848 es la quinta provincia de Costa Rica.

Durante la Campaña Nacional contra los filibusteros (1856-1857), Guanacaste se sumó a la defensa de la soberanía, prueba de ello fue la participación heroica del Batallón de Moracia, jefeado por el General Tomás Guardia Gutiérrez,  único guanacasteco que ha alcanzado la presidencia del país.

Asimismo, el 8 de diciembre de 1937, con el grito “Viva Vargas”, surge el Partido “Confraternidad Guanacasteca”, dirigido por el  Dr. Francisco Vargas Vargas (1909–1995). Con ese hito histórico-político, Guanacaste logró otro peldaño en la anexión que  aún sigue completándose.

En otro orden, el 11 de abril de 1945, con la fundación del Instituto de Guanacaste, primer colegio provincial, se presenta una de las revoluciones espirituales que han oxigenado al Guanacaste que piensa.

Además, en 1955, la construcción de la Carretera Interamericana cambia el eje de vinculación con el Valle Central.  Igualmente, el aeropuerto internacional Daniel Oduber Quirós, en funcionamiento desde  1975, así como el puente La Amistad de Taiwán, inaugurado en el 2002, los cuales, aparte de propiciar un  mayor acercamiento con el resto del país, han acelerado y expandido los procesos interculturales.

Guanacaste cuenta con 10 140, 71 kilómetros cuadrados, es decir, un 20 % del territorio costarricense y  con 322 016 habitantes.[1] 

Hacia una infraestructura cultural

La Sociedad de Fomento de Liberia (1901-1904) es la primera organización cultural guanacasteca.  Su líder,  Francisco Mayorga Rivas (1862–1940) fue Gobernador  en dos ocasiones y Diputado en tres oportunidades. 

De igual manera, la Asociación Guanacasteca de Autores (1958-1971) fundada  en Las Juntas de Abangares. Sus objetivos: descubrir a los creadores guanacastecos  y  procurar un acercamiento entre los escritores. Entre sus miembros  destacan: Miguel Ángel Vidaurre, María Leal, Gerardo Gómez, Antonio Obando,  Rodolfo Salazar, Nicolás Carrillo, José Ramírez Sáizar, Ofelia Gamboa, Allen Pérez o Medardo Guido.

Antonio Carrillo señala: “Cuando las vías de comunicación en Guanacaste no eran las mejores, cuando el todo llanero parecía aislado, hubo un reencontrarse de algunos hombres y mujeres con ideales superiores en la provincia”.[2]

La tercera organización es el Centro Literario de Guanacaste, fundado el 20 de marzo de 1974,  grupo independiente que alcanza hasta la fecha, 34 años de trabajo. Su fundador,  Marco Gardela (1950), reside en  Guanacaste desde 1972. En la reunión de apertura estuvieron  Juan Velit Granda, Guillermo García Murillo (+), Rodolfo Salazar Solórzano (+) y Luz Jirón (+). Quien escribe se sumó  en setiembre de ese año.

Los objetivos del Centro Literario de Guanacaste: 1. Fomentar  el  arte literario 2. Fortalecer la guanacastequidad 3. Participar en el quehacer cultural guanacasteco y nacional. Dicho grupo es una mezcla de academia, tertulia y taller.  Han querido acallarlo, pero las voces estallan. La fortaleza del Centro Literario estriba en su independencia.  Poco a poco, se ha ido consolidando una conjunción de voluntades. Nunca sus proyectos culturales han subordinado a la conciencia; ningún poema ha bajado la guardia. 

 El Centro Literario de Guanacaste es una brigada cultural, que confronta su trabajo con  escritores nacionales como Alfonso Chase, Francisco Zúñiga, Adriano Corrales o Norberto Salinas; internacionales como Alberto Baeza Flores, Rubén Vela, Cándido Gerón o los autores invitados a los  Festivales de Poesía de  Costa Rica: Roberto Sosa, Guadalupe Elizalde, Luis Alberto Ambroggio, Vicente Muleiro, Celedonio Orjuela y, ahora, en este XVI Congreso Internacional de Literatura Centroamericana, 2008.

Alfonso Chase, Premio Magón de Costa Rica, ha señalado:

“Guanacaste se ha convertido (…) en una pequeña central de la cultura nacional (…) en búsqueda de puntos de contacto y expansión (…) El Centro Literario de Guanacaste es ejemplar en su afirmación cultural. La unidad de sus integrantes trasciende lo individual para dar una imagen completa de un trabajo en equipo”.[3]

Por consiguiente,  desde Guanacaste se puede estar conectado con la vibración del país y el mundo de la cultura. Guanacaste es una pasantía cultural. Su presencia cultural  visualiza los siguientes alcances: 1. Se ha convertido en una fuerza activa desde la provincia, donde se promueve la identidad y la unión 2. Trabaja con responsabilidad histórica, al construir un compromiso con la palabra mediante la literatura 3. Su  ejercicio cultural lo respalda  una fuerte conciencia con el contexto.

En síntesis, las tres organizaciones culturales de Guanacaste durante el siglo XX: Sociedad de Fomento de Liberia, Asociación Guanacasteca de Autores  y el Centro Literario de Guanacaste, fueron superando el trabajo antecedente. Esa triada conforma la  infraestructura cultural sobre la que se asienta la producción de la poesía guanacasteca en el siglo anterior.

Aproximaciones a la poesía guanacasteca           

La literatura guanacasteca tiene como antecedente histórico la producción de la literatura popular (coplas, bombas, retahílas, tallas, cuentos o cuadros costumbristas). Los sabaneros y la peonada componen y declaman. Son poemas  anónimos, espontáneos, apelativos, de lenguaje directo, que se transmitieron oralmente, desde el contexto de la hacienda ganadera, en el siglo XVIII, hasta hoy. Con dicha literatura  adquiere vigencia el color local, el lenguaje vernáculo, la figura del sabanero y del campesino, lo pintoresco, el contexto rural o el acento geográfico idílico.

El folclore tiene espíritu epocal, se canta, se transmite, se recuerda. Los cuentos y romances populares, las coplas o la música regional, representan una afirmación de la guanacastequidad, como una manera de conformar su acento diferenciador.

La poesía guanacasteca en el siglo XX, parte de un hecho trascendental: la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, el 25 de julio de 1824. Desde 1980 sostengo que el grito: “De la patria por nuestra Voluntad”  marca el nacimiento de conciencia de esta literatura, que hoy se desarrolla en la triangulación local, nacional y  global. La precisión semántica “De la patria por nuestra voluntad” permitió aglutinar los anhelos de todo un pueblo. En esa línea, se considera una frase  bisémica, que incluye los conceptos, patria y voluntad y, en opinión de Marco Tulio Gardela,  representa  “todo un poema en una frase de pedestal”.[4]

La temática empleada por la poesía guanacasteca escrita, precisa vías como  el amor, la naturaleza, la historia, la soledad, la vida, la muerte,  el misterio, el dolor, la paz, la familia, la deshumanización, Dios, la protesta social. Inserta, asimismo,  costumbres y tradiciones: sabanero, vaquiada, bailes, música; igualmente, los hechos sociopolíticos de la Anexión del Partido de Nicoya, la participación en la Campaña Nacional, la presencia del Batallón de Moracia, el cercenamiento peninsular, la Confraternidad Guanacasteca; el índice socio-productivo de la hacienda ganadera y la explotación minera, En todos, se advierte un  compromiso de conciencia con el mejoramiento del Guanacaste Eterno.

Los creadores de la zona han encontrado en la incorporación de su registro lingüístico, un   distintivo para su discurso poético. Existe una vocación transparente por insertar términos regionales, con los cuales la poesía guanacasteca gana giros semánticos y estilísticos  propios. Ser guanacasteco es enorgullecerse de ello para perfilar un espíritu distintivo dentro del espacio regional, nacional o planetario.

Se desprende que los términos incorporados corresponden a diversas actividades socioeconómicas de la región: la hacienda ganadera, las formas de producción artística, las fiestas, la agricultura, la flora, la fauna, la actividad minera, entre ellas: sabanero,  espeque, guacal, bajura, fajina, parranda, vaqueada, pampa, huelenoche,  tinaja, llano,  hamaca, matapalo, coligallero, molinete, polaina,  surco, hacienda, marimba,  vaqueta, comal, toril, relinchar, quijongo, tonada, retahíla, baile, rodeo, talla, picada, tajona, galope,  arrecho,  cimarronero,  pilón, alforja, calabazo,  fogón, rancho, nimbuera, quijongo, carraca,  jícaro,  grito, barro y los populares  güipipía, o bien, uyuyuy bajura.

Los símbolos con mayor recurrencia: Dios, lluvia, sol, naturaleza, noche, sabanero. En otro orden: mujer, llano, hombre,  semen, semilla,   grillos, mar, animales, cosmos,  silencio,  sangre, raíz, fuego, piel, piedra, ojo, flor,  tierra,  luz, ríos, pájaros.

Mediante la poesía es posible reconocer los rasgos que fortalecen la identidad cultural del ser guanacasteco con una visión cosmovisionaria: trabajador, franco, amigo, benigno, fiestero, luchador, apasionado, respetuoso, decidido, pacífico, idealista, autóctono, sensible, orgulloso, extrovertido.

Se considera de interés señalar que algunos ven al guanacasteco como un ser empeñado en preservar sus raíces y transmitirlas, no obstante, se aduce que es abierto al contacto con otras culturas, sin embargo, desea conservar su propio universo, porque vivencia cuanto  puede  su  vertiente cultural. Existe una clara conciencia de que existe un ser guanacasteco, heredero de una cultura chorotega, subalterna y marginada, que se lleva adentro y se materializa en su forma de hablar,  en una cadencia propia y  en una gastronomía basada en el maíz.

El guanacasteco es quien siente, vive,  apoya y contribuye con el engrandecimiento del ser vernáculo mediante su cultura y perfila su espíritu dentro de un mundo de tradiciones y modos de ser. El auténtico guanacasteco debe enorgullecerse con la práctica de la guanacastequidad, definida por Marco Tulio Gardela como “el conjunto de características, símbolos, costumbres que conforman el ser guanacasteco, forjado en el cotidiano discurrir y en los acontecimientos trascendentales”.[5]

“Vivamos la Guanacastequidad” es un programa curricular, avalado por el Ministerio de Educación Pública de Costa Rica. Es decir, el guanacasteco inscribe su orbe, tanto humano como cultural, de un modo definido; comprende su realidad contextual y se muestra como partícipe de su herencia histórica, la cual tiene que defender de amenazas e incomprensiones.

Cada creador debe preocuparse por conocer los alcances en torno de su función artística, la que es valorada desde diversas perspectivas, a saber: 1. Mantiene viva la memoria colectiva. 2. Proyecta al ser humano en todas sus dimensiones. 3. Es vehículo de transformación cultural de los pueblos. 4. Es un medio de lucha contra la ignorancia y la pobreza. 5. Es un acto de goce personal, en su creación y recreación. 6. Actitud de reivindicación social, militante y comunicativa.

Se evidencia una diferenciación sostenida entre los creadores del período tradicional (idealización guanacasteca), con la incorporación de unidades como costumbres, tradiciones,  el abordaje prototípico contextual, la hacienda ganadera como eje económico y el surgimiento de los arquetipos, producto  de  ese  entorno. En este período, que comprende hasta la primera mitad del siglo XX, la actividad económica guanacasteca giró en relación con las actividades socio-productivas de hacienda ganadera. Como un antecedente al período tradicional, se consigna la existencia de tres textos emblemáticos: “Mucho se morían” un poema chorotega en nahuatl, recogido por el Dr. Chas H. Berendt en 1874; “Loa del mangue de Nicoya”, recuperado por el lingüista Walter Lehmann, en 1909 y “El indio enamorado”.[6]

En cambio, los creadores de la posvanguardia – Centro Literario de Guanacaste, 1974 hasta la fecha – han ampliado su canon lírico, y sustentan una visión objetiva de su espacio; asimismo, su ámbito literario posee tonos de mayor alcance,  producto de los cambios en los índices sociales y educativos, creación de las sedes regionales universitarias, públicas y privadas, así como de obras de infraestructura y megaproyectos, que implican un relanzamiento: el aeropuerto internacional Daniel Oduber Quirós y el Puente La Amistad de Taiwán, por ejemplo, cambian el eje de vinculación con el Valle Central y el mundo, los cuales aceleran los procesos de transculturación y ponen a la provincia en la onda expansiva de los avances tecnológicos y en el marco de una nueva y agresiva economía de servicios, a modo de ejemplo,  Guanacaste recibió a 240 000 turistas durante el 2007.

Dentro de las promociones más jóvenes, se observa una ruptura respecto de las formas y los modos literarios heredados. Dicha separación es, tanto en los aspectos estilísticos como en las producciones y los registros temáticos. Reflejan su preocupación desde Guanacaste, tanto en la onda extensiva como en la cosmovisión regional, nacional, continental y planetaria. Ellos mantienen una apreciación que choca contra las circunstancias limitadoras y se enfilan hacia un testimonio de símbolos y pluralidades. Es una poesía de proyección, producida desde Guanacaste, pero no para quedarse, necesariamente, en sus contornos.

Guanacaste, como sujeto lírico, es un nudo de significación visto desde una perspectiva crítica, con un lenguaje elaborado, lleno de figuras como la metáfora y la imagen guanacastecas, que tratan de visualizar una toma de conciencia lírica, al incorporar los guanacastequismos en las construcciones lingüísticas. La diversificación de los contextos económicos y sociales experimentados por la provincia de Guanacaste inciden, ahora, en la renovada cosmovisión, tanto temática como estilística.

Las lecturas de autores  nacionales e internacionales son una constante entre los creadores nacidos alrededor de 1950. Otro factor  son los viajes y los estudios. Muchos de sus creadores han logrado ser individuos  más viajeros y, desde luego, amplían su orbe, ya que esa condición hace posible que el lector sea capaz de realizar otra lectura de la aldea global. Asimismo, la incorporación de la Internet amplía  los espacios culturales  en el marco de la modernidad y la globalización. Entre sus autores tenemos a Otto Apuy, Omar Arrieta, Marco Gardela, Manuel Marín, Florencio Quesada, Herberth Espinoza, Santiago Porras, Ernest Florian, Franklin Ruffino, Rosario Meléndez, Ligia Zúñiga, Mario Matarrita, Enrique Tovar, José Antonio Porras, José Antonio Cabrera,  Álvaro Arias, Édgar Leal, Víctor Piloyo, Adrián Díaz o Miguel Fajardo.

Establezco  la  siguiente  periodización para la literatura guanacasteca:

a- 1824 – 1890; b- 1890 – 1935; c- 1935 – 1974; d- 1974 hasta hoy.

Cronológicamente, hay dos escritores  fundacionales: Ramón Leiva Cubillo (1892–1992) y María Leal de Noguera (1892-1989). “Escarceos” (1930), de José Ramírez Sáizar (1915-2001) es el primer libro de la poesía guanacasteca.  Adán Guevara Centeno (1913–1980) ha sido el poeta más viajero. Desde 1990 hasta la fecha, hay cinco tesis universitarias sobre temas y autores de Guanacaste, tres en poesía.

En conjunto, los poetas de Guanacaste han obtenido distinciones literarias importantes: Premio Nacional de Cultura Popular, Premio Nacional de Promoción  y Difusión Cultural, Aquileo Echeverría, Joven Creación, Una–Palabra, Jorge Volio, Alfonsina Storni, Fulbright, Carlos Gagini, Valle – Inclán o   Macedonio Palomino.

Es interesante formular un recuento de la integración que, desde afuera, han realizado diversos autores, quienes incluyen a Guanacaste como tema literario, por ejemplo: Aníbal Reni, Hernán Elizondo Arce, Joaquín Vargas Coto, José León Sánchez, Joaquín Gutiérrez, Edelmira González, Rodolfo Dada o Juan Diego Castro Fernández.

Esta ponencia solo pretende mostrar la trayectoria de la poesía guanacasteca en el siglo XX, tanto en el estadio histórico costarricense, centroamericano, y más allá.

Referencias:

[1] Undécimo Informe  Estado de la Nación (San José, 2005). Programa Estado de la Nación, p.51.

[2] Carrillo, Antonio (1999, abril).  “Asociación guanacasteca de autores”. Anexión-Guanacaste, p. 8

[3] Chase, Alfonso (1988, agosto 11). “La Guanacaste que escribe”. La República, p. 11 A.

[4] Gardela, Marco (1995, 22). Guanacaste, árbol poético. Universidad de Costa Rica.

[5] Gardela, Marco; Fajardo, Miguel; Zúñiga, Ligia. Confraternidad guanacasteca siempre. San José: Zúñiga & Cabal, 1991, p. 9.

[6] Cabal, Antidio. Costa Rica y poesía. Poesía indígena I. San José: CEDECO, 2003, pp. 114-116.

Lic. Miguel Fajardo Korea
miguelfajardokorea@hotmail.com
Ponencia presentada el XVI Congreso Internacional de Literatura Centroamericana (CILCA, 2008)
Universidad Nacional de Costa Rica
Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural de Costa Rica

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