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El racismo como pretexto de persecución
Berta Lucía Estrada Estrada
Escritora, crítica literaria y traductora

Nota: Este artículo fue publicado en el año de 1987 por el diario La Patria (Manizales-Colombia). Ahora vuelvo a publicarlo, aunque con algunos ajustes, teniendo en cuenta que la situación, con respecto al racismo, poco o nada ha cambiado, al menos en lo que tiene que ver con la situación colombiana. Cabe recordar que en 1987 aún estaba vigente en Sudáfrica el Apartheid; por lo que celebro que la ONU haya declarado el 18 de julio como el Día Internacional Nelson Mandela. Dicha fecha coincide con la de su nacimiento, es de anotar que en dicha fecha este excelente líder cumple 92 años.


El pasado mundial de fútbol, celebrado en Sudáfrica, el país donde el Apartheid fue derrotado por ese personaje extraordinario llamado Nelson Mandela, nos puso sobre el tapete, nuevamente, la posibilidad de mirar la historia y analizar ese crimen atroz que fue la trata de esclavos; así como la posibilidad de hacernos una autocrítica, y porque no de pedir perdón por los vejámenes cometidos por nuestros ancestros y por las ignominias que aún seguimos realizando, no sólo contra África sino contra la población negra que habita en nuestro territorio. El apartheid es una palabra que podría muy bien ser sinónimo de opresión, de fascismo y por supuesto de racismo. Desafortunadamente, los medios de comunicación colombianos no se han detenido a realizar un trabajo exhaustivo sobre el racismo en Colombia. Se habla, eso sí, sobre peculados, sobornos, narcotráfico, guerrilla, deuda externa; pero el racismo no sólo no es un tema que les atraiga sino que en últimas lo consideran inexistente en nuestro territorio. Así, la forma de pensar, de hablar y de actuar del colombiano diga lo contrario. Tal vez la explicación de este fenómeno sea la poca importancia que se le da en nuestro medio al racismo. 

EL RACISMO Y LA HISTORIA: Según la definición del diccionario, racismo significa ‘Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico que en ocasiones, ha motivado la persecución de otro grupo étnico considerado como inferior’
[1]. Esta definición, difiere ligeramente de otras en cuanto que hace explícita la palabra “persecución”. El racismo, no es otra cosa que el arma más poderosa con la cual ha contado el hombre en el transcurso de la historia para poder perseguir, esclavizar y oprimir a diferentes grupos humanos que él mismo, en su omnipotencia, ha designado como inferiores. El racismo, ha sido el pilar de muchos sistemas políticos, económicos y religiosos. 

ANTECEDENTES: Los griegos denominaban a todo aquel que no había nacido en territorio helénico con el apelativo de ''To xeno'' (el extranjero). Luego, "extranjero" se convirtió en "bárbaro", denominación recogida posteriormente por los romanos, sirviéndoles de baluarte en la campaña de extensión de su Imperio. Luego, Occidente reemplazó el término por el de "salvaje", siendo este último el utilizado en nuestros días. 

Es posible que "bárbaro'' haya sido en un principio identificado al canto inarticulado de los pájaros, en contraposición al lenguaje humano. Y el término "salvaje", hace referencia directa a algo agreste, inhóspito, a selva, en últimas a la vida animal, opuesta en su totalidad a la cultura humana. En los dos casos se niega la existencia de una cultura diferente a la del pueblo que se autodenomina como "civilizado".
[2] 

En la mayoría de los grupos étnicos -considerados por Occidente como salvajes- la humanidad se restringe a su propia tribu o a su grupo lingüístico; hasta el punto que muchas de ellas tienen una palabra especial que designa a los integrantes de su pueblo como los hombres verdaderos, mientras que a los congéneres de otras tribus se les asigna una palabra que carece del significado esencial de "hombre". Esto es lo que comúnmente se conoce como etnocentrismo. 

EL "CENTRO" EN EL MITO: Para los Incas, Cuzco significaba “ombligo del mundo”. En Irán, la montaña sagrada Haraberezaiti se haya igualmente en el centro de la tierra. La mitología judeo-cristiana considera al Gólgota el centro, y el paraíso terrenal tiene la misma ubicación
[3]. Ejemplos como estos abundan en las mitologías de Laos, Japón, Finlandia, etc... El simbolismo del "centro" aparece a su vez en la literatura y arquitectura medievales: "...la basílica de los primeros siglos de nuestra, … y la catedral de la Edad Media, reproducen, simbólicamente, la Jerusalén celestial'' .[4] 

LOS "ELEGIDOS" Y LA PERSECUCIÓN: El pueblo israelita se consideraba como el “elegido” por Jehová. En la Edad Media, Occidente emprendió las grandes cruzadas con el pretexto de rescatar la tierra santa de manos paganas; pero como siempre el verdadero objetivo era ir tras la riqueza y el botín que la guerra pudiera depararle. Los españoles, escudándose en la idea de que su fe y su religión eran las verdaderas y de que su dios era el único, oprimieron, avasallaron y saquearon a América: Si ese dios no reinara sobre el mundo, no habría esclavos, ni amos, ni vasallos, ni colonias.
[5]  

En la isla de La Española (hoy territorio de Haití y República Dominicana) a comienzos del siglo XVI, Fray Bartolomé de las Casas abogaba por los indios y denunciaba la explotación de la cual eran objeto por parte de los españoles, y proponía, como único medio para abolirla, traer esclavos negros del África. Para defender a los nativos alegaba que también eran hijos de Dios y que poseían -al igual que los cristianos- un alma. Mientras tanto los indígenas dejaban a los cadáveres de los españoles, que habían sido hechos prisioneros, varios días al sol, con el fin de verificar si sufrían o no el proceso de putrefacción
[6]. Los franceses -mientras tanto- encarcelaban y torturaban a los hugonotes, y a sus mujeres las marcaban de la misma forma que lo hacían con las prostitutas. 

La Alemania nazi, inventa los hornos de cremación donde perecen varios millones de judíos (que por lo demás siempre habían estado confinados en los ghettos europeos) y de gitanos, aunque ya nadie se acuerde del holocausto de estos últimos. ¿A quién podría importarle la muerte de un gitano? Total, no es explotable políticamente. Aún hoy siguen siendo objeto de persecución por parte de la policía europea; son los parias de la opulencia. 

Rafael Leónidas Trujillo (dictador dominicano), persigue y asesina, en los años 30 a 30.000 Haitianos. Otro tanto de argentinos desaparece durante la pasada dictadura, en la llamada guerra sucia. En la India persisten las castas, y se persigue a la minoría musulmana. En Sri-Lanka, la persecución es contra el pueblo tamil. En Irlanda, continúan los violentos enfrentamientos entre protestantes y católicos. En Colombia, el Grupo Lingüístico de Verano evangeliza a los grupos indígenas, sin olvidar a los sacerdotes y monjas católicos y el genocidio, no reconocido aún por el Gobierno, que ha vivido Colombia en las últimas tres décadas. 

Los ejemplos anteriores, sirven para ilustrar el hecho de que el racismo no es sólo un prejuicio contra el color de la piel, sino que la mayoría de las veces ha sido utilizado como pretexto para perseguir a aquellos que no profesan la misma religión o la misma ideología del pueblo colonizador o de la clase con el poder económico, militar y político necesarios para imponer su propia ideología. 

EL CONCEPTO DE RAZA Y SUS IMPLICACIONES: El diccionario define el concepto de raza como un “grupo humano que presenta un conjunto constante de caracteres corporales distintivos y hereditarios”
[7]. Y aunque en la actualidad sólo se distinguen tres grupos (caucasoides, mongoloides y negroides), aún se utiliza la clasificación del naturalista sueco Carlos Von Linneo (1707-1778); clasificación basada principalmente en la distribución geográfica y en el color de la piel de los individuos. De ahí la creencia común de raza blanca, negra, indígena, y en Colombia de raza criolla; llegándose incluso a hablar de raza manizaleña (tal como rezaba en una publicidad con fines turísticos para la ciudad en el año de 1987). 

Las implicaciones de la anterior clasificación han sido funestas, y lo que es peor, se sigue perpetuando. ¿Cómo? A través de la educación, los medios de comunicación, los prejuicios sociales, la religión, la política. 

EL RACISMO EN COLOMBIA: Para nadie es un secreto que los departamentos del Chocó, del Casanare, del Guainía, del Amazonas, del Putumayo, entre otros, han sido las regiones más desprotegidas por el gobierno. Su población representa la minoría del pueblo colombiano; minoría a la que se denomina despectivamente "negra e india". Estas regiones (que también forman parte del territorio nacional), carecen de vías de penetración suficientes, de servicios públicos, de programas verdaderamente eficientes de vivienda, salud, educación y trabajo. 

Y por si fuera poco, el Gobierno, obviando el problema de tenencia de tierras que hace imperiosa una política de reforma agraria radical, impulsó en la década de los 70 y 80 a la clase campesina, hoy desplazada, a proletarizarse en los grandes latifundios o a colonizar territorios de asentamiento indígena, con el consecuente enfrentamiento, lo que causó la muerte a centenares de indígenas. 

DICHOS POPULARES Y RACISMO: El lenguaje en Colombia, posee un sinnúmero de dichos populares con marcada connotación clasista, que oculta, en últimas, los prejuicios raciales que se tienen contra los grupos minoritarios: "Hay que trabajar como negro para vivir como blanco". El insulto más grande para un colombiano es ser llamado "indio" o “negro”. En los mundiales de fútbol, celebrados en las décadas de los 70, 80 y 90, los periodistas deportivos se referían a los africanos como los "morenitos", pero nunca les decían a los europeos los "blanquitos". Estas expresiones, utilizadas en todas las clases sociales, representan sólo algunos ejemplos del lenguaje racista empleado a diario por el pueblo colombiano. 

Habría que señalar que la educación impartida en los colegios, escuelas y universidades en general, continúa enseñando y transmitiendo la imagen de civilización occidental como la única aceptable, lo que supone que aún somos un país colonizado culturalmente. 

Notas Bibliográficas:

[1]. Diccionario Kapelusz de la Lengua Española, Editorial Kapelusz, Buenos Aires, Argentina. 

[2]. Claude Lévi-Strauss, Race et Histoire, Editions Gonthier, Unesco 1961, Bibliothéque Média-tions, France. 

[3]. Mircea Eliade, El Mito del Eterno Retorno, Alianza/Emecé. 

[4] ...., Lo Sagrado y lo Profano, Labor /Punto Omega, 5a edición, 1983. 

[5]. Eduardo Galeano, Memorias del Fuego. 1. Los Nacimientos, Siglo XXI Editores, S.A., 8a edición. 

[6]. Claude Lévi-Strauss, Race et Histoire. 

[7]. Diccionario Kapelusz. 

Berta Lucía Estrada E.

beluesfeminas.blogspot.com 
Publicación autorizada, para Letras-Uruguay, por parte de la autora, el día 22 de julio de 2010

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