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Casildea de Vandalia o el alter ego 
de Guiomar Cuesta Escobar

Berta Lucía Estrada Estrada
Escritora, crítica literaria y traductora

Para los amantes y conocedores de la poesía el nombre de Guiomar Cuesta Escobar hace parte de su patrimonio cultural. Sus 16 libros publicados, a lo largo de treinta años de producción continua, más los premios nacionales e internacionales obtenidos, le han asegurado un lugar permanente en el estrado de la letras colombianas, hispanoamericanas y en las letras universales; lo que le ha asegurado un puesto en la Academia Colombiana de la lengua, de la que forma parte desde hace seis años y desde hace un año pertenece a la Academia de la Historia; otra presea más a su ya importante carrera literaria. Es por ello que su presencia el 17 de marzo de 2009, en el Teatro Los Fundadores, de la ciudad de Manizales, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, fue un verdadero acierto; sobre todo en una ciudad en la que raras veces hacen presencia escritoras reconocidas. Ese día los espectadores, allí presentes, tuvimos la oportunidad de asistir a la presentación de su último libro Casildea de Vandalia. Cuyos cinco primeros capítulos le valieron el accésit al Ier Premio de Poesía María Fulmen, de la ciudad de Sevilla, España, 2005. Galardón que se viene a sumar a otros con los que ya cuenta en su rica trayectoria poética. En la contracarátula del libro puede leerse que el jurado le otorgó el accésit “por la belleza de su obra poética y el homenaje a la obra de Cervantes”.

Este libro, de inconmensurable belleza, es el fruto de una larga gestación poética, nada menos que 11 años de investigación, de lectura, de creación, de recreación poética. Proceso que rompe con la falsa creencia popular de la inspiración súbita en una noche de luna llena o de una escritura dictada por las musas. Y si bien es cierto que la creación literaria puede ir acompañada de momentos de gran sensibilidad, también es cierto que nadie nace escritor, uno se hace escritor, para retomar la célebre frase de Simone de Beauvoir: “uno no nace mujer, uno se hace mujer”. El conocimiento del lenguaje, el manejo de las imágenes poéticas, la musicalidad de los versos, la fuerza de las palabras, no se improvisan. Por el contrario, un escritor debe trabajar arduamente para lograr un mínimo de condiciones literarias que le permitan lograr la calidad estética necesaria para que su obra literaria sea reconocida; y trabajar más arduamente aún para que el conjunto de su obra, o una parte de la misma, se convierta en una verdadera obra de arte y para que pase a la posteridad.

Y Guiomar Cuesta Escobar lo ha logrado con Casildea de Vandalia. A mi modo de ver es su obra cumbre, difícil, aunque no imposible, de emular o de superar. Es una obra producto de la madurez literaria de la autora y donde convergen múltiples disciplinas. A saber: la antropología cultural, la sociología, la historia, la reflexión sobre la condición femenina y por ende de la condición humana, la investigación literaria, la intertextualidad, el intento de hacer una autobiografía poética y la exploración de la propia historia familiar de la poeta; así como la búsqueda permanente de la belleza poética, e incluso, lo que yo llamaría arqueología literaria.

Pero antes de elucidar todos esos conceptos se hace imperioso hacer un breve recuento del libro: ¿Cómo surgió?, ¿Quién es Casildea de Vandalia y cuál es su desarrollo literario? Para lo cual nos tendríamos que remitir a su alter ego, a la poeta Guiomar Cuesta Escobar, que le ha dado vida a este personaje minimizado y ridiculizado en la obra cervantina. Tratemos, entonces, de responder a estas interrogantes:

1. ¿Cómo surgió la idea de escribir este libro? y ¿quién es Casildea de Vandalia?

Para ello habría que tener en cuenta a la propia autora, quien cuenta, llena de alborozo y de admiración por Miguel de Cervantes Saavedra, como hace doce años, releyendo la obra magna de la literatura española, Don quijote de la Mancha, su atención recayó en un personaje femenino, de nombre Casildea, al que pocas veces se hace referencia o sobre el cual la mayoría de las personas ni siquiera se detiene a pensar quién es o qué hace en dicho libro. Casildea, es la amada del Señor del Bosque o Señor de los Espejos; para quien ella es “la más hermosa y la más ingrata mujer del orbe”. Para una mujer, como Guiomar Cuesta Escobar, que ha hecho de su vida una permanente reivindicación de género, una mujer, a la que el Señor del Bosque considera “que sus embustes le gruñen en las entrañas”, no podía pasar desapercibida: 

“Por eso llegué a la vida muda/ privada de la voz/con la lengua atada/
a las profundidades del planeta/ por culpa de los aborrecidos inventos/ del Señor del bosque”
. (Casildea de Vandalia, pág. 42) 1 

Mientras que el nombre de Dulcinea del Toboso es un referente universal, el de Casildea de Vandalia es ignorado y borrado de la memoria colectiva; al mismo tiempo que carece de estudios literarios que enaltezcan a este personaje tan singular y a la vez tan vilipendiado. Al ser muda, no puede defenderse de los ataques que le hace el Señor de los Espejos; así que, incólume, ve pasar los siglos sin poder defenderse, ni hacer uso de la palabra y sin poder dar a conocer toda la sapiencia que ha ido atesorando con el correr de los tiempos. 

“cuatrocientos años enterrada en el olvido…
… con mi lengua aferrada al fondo del océano/ y los labios

clausurados por la más penosa herencia…/ este largo cautiverio/ donde triste gimo y lloro/ mi prolongado destierro/ comprendí –por los siglos de los siglos-/ mi inexplicable mudez”.
(Casildea de Vandalia, pág.104) 2

Y es Guiomar Cuesta Escobar, la poeta, artífice de las palabras, tejedora de historias, testigo del dolor humano, pero también de sus alegrías, la que va a concederle a Casildea de Vandalia el don de la palabra. Mucho se ha dicho que el poeta es un ser “escogido” para contarnos a los seres terrenales las desdichas y los alborozos que suelen poblar la historia, así como los mitos y las leyendas. Pablo Neruda lo dice así en su obra Canto General:

“Yo estoy aquí para contar la historia…
Yo incásico del légamo”
Son tus palabras en mi boca
Las que resbalan, el canto nocturno
Mezclado con lluvia y follaje”...
“Del aire al aire, como una red vacía
Iba yo entre las calles y la atmósfera, llegando y despidiendo.”

Y Guiomar Cuesta Escobar, heredera del enorme legado poético de la lengua hispana[1], ha sabido recoger en su recipiente de barro las palabras y las imágenes nerudianas, para reelaborarlas y crear otro mundo cosmogónico como el que nos presenta Neruda en "La lámpara en la tierra"; al mismo tiempo que hace alusión a la historia, al tiempo lineal, a la mejor manera de Los conquistadores.

Guiomar Cuesta Escobar, la chamana, no sólo le otorga el poder de la palabra a Casildea de Vandalia, sino que la transforma en una caballeresa andante, en una quijote femenina, y la pone a trasegar por el mundo, hasta traerla a América, en busca de su editora; descendiente del primer editor del Quijote de la Mancha, Juan de la Cuesta:

“Yo salí de mi patria a buscar reinos extraños/ quien me albergase y recogiese/ y habiéndola hallado en América del sur/ volví en este hábito de peregrina/ a buscar a mi editora/ y a desenterrar muchas riquezas/ que llevo adentro escondidas”.

Y luego, emulando a Alejo Carpentier, la poeta-chamana[2] la envía en busca de sus orígenes africanos, la hace emprender un viaje a la semilla, un retorno al útero, un viaje sagrado a las entrañas mismas del origen de la vida: 

“Ya iniciaré el viaje a mi semilla
Para dar cuenta de toda esa maldad 
que me postra y desaparece
como a tantas y tantas mujeres…”
Este regreso a los orígenes es bastante importante, ya que el sentimiento de bastardía del pueblo latinoamericano nos sigue lacerando, como si la violación del conquistador, a las mujeres aborígenes, se perpetuara una y otra vez en cada una de nosotras. Saber de dónde venimos, tener la certeza de quiénes somos, nos permite trazar una senda para no volvernos a extraviar:
“¿De cuál de estas vetas 
fuimos extraídos?
¿De cuál cantera
fue arrancado el ser humano?”)
Versos que nos recuerdan la maravillosa cosmogonía de "Canto General":
“Como la copa de la arcilla era
La raza mineral, el hombre
Hecho de piedras y de atmósfera,
Limpio como los cántaros, sonoro.
La luna amasó a los caribes.”
Y al igual que Pablo Neruda, Guiomar Cuesta Escobar, consciente de su papel como poeta, sabe que ha sido “elegida”[3] y que su destino es proteger y velar por Casildea, la desposeída de la palabra, pero indómita y valiente como una guerrera:
“Me instruyeron en el misterio
de aquella vedada ceremonia
y viajé a las entrañas del terror
a liberar cual leona
a esta Mujer de ballesta y espada.”
Casildea, se convierte así en la representación muda de todas las mujeres ignoradas, mancilladas, vejadas, abandonadas; que claman por ser liberadas del yugo milenario que ha significado la opresión masculina:
“Casildea escucha
el rugido de una leona
profundo clamor de sus raíces
centurias y milenios 
que liberan de nuevo
su cordón de plata.”
Y más adelante:
“¡Cuántos gritos silenciados
murieron en su garganta!
¡cuántos horrores
conoció su cuerpo!”
El cuerpo de todas, el dolor de todas, el infortunio de todas. Casildea es la caballeresa andante que busca liberarnos de todos los oprobios, que busca redimirnos y devolvernos nuestra dignidad humana. Es la caballeresa que lleva en su yelmo inscrita la lucha por la condición femenina; que no es otra que la lucha por la condición humana:
“Las mujeres hemos compuesto
nuestros mejores poemas
en lengua nativa
y han florecido y se preservan
a pesar de todas las falacias.”

Y para lograrlo, Casildea, en un rito iniciático, se purifica a sí misma y al hacerlo purifica, a su vez, a todo el género humano:

“Me bañé en el torrente de Val-andaluz/hasta borrar las huellas de esa historia que cargo a mis espaldas
milenios de terror -desprecio- y abandono.”


Baño(4)que le permite darnos la palabra a todas y liberarnos de la ignominia sufrida desde tiempos inmemoriales:

“Se rompen siglos de soledad
milenios de ataduras
ceguera y mordaza
tiranía de principados
huestes espirituales dueñas de la muerte.”
Al mismo tiempo que nos hace dadoras de vida, protectoras de la palabra, guerreras del conocimiento:
“Y el hoy le señala un único camino
la nueva tierra que se abre a su paso
terreno abonado
día a día y en reposo
pronto verá la cosecha”.
En toda esta parte cosmogónica, también están implícitas la historia y la sociología. Si bien el texto poético es mitad mito, mitad leyenda, también hace referencia a la historia latinoamericana y a su pueblo. Casildea de Vandalia bucea en las raíces del pueblo latinoamericano. En él encontramos al aborigen de estas tierras indómitas y hermosas: 
“En la mano te deja su esmeralda
una Maga de Muzo.”
Pero también al descendiente del conquistador de yelmo y espada:
“Este caballero e hijodalgo
salvó a algunas de aquellas grandes mujeres / mineras de Vandalia
con su gran conocimiento de las rocas
y de los yacimientos de carbón y oro.”
Y encontramos al esclavo, raptado de otras tierras no menos indómitas y hermosas, el África negra:
“La misma oscuridad
que rayó el horizonte de Micaela
cuando zarpó hacia su nueva tierra
y tocó fondo...
Era el abismo que la transformaría
en esclava liberta.”
El libro de Guiomar Cuesta Escobar, es un canto a la vida, al hombre, sin distinción de colores, donde todas las etnias se conjugan en una sola; donde las raíces del árbol se transforman en una sola, es decir en su tronco. Georges Deleuze decía que el verdadero futuro de Europa estaba en la mezcla de las diversas raíces culturales que anidan en el mal llamado Tercer Mundo. Ese árbol puede ser una ceiba o un baobab, pero también un roble, árboles sagrados para infinidad de pueblos y culturas, y a través de todos los tiempos:
“el inmenso roble sintió
que a su tronco se aferraba
una planta de tallo muy delgado…
Casildea regresó a saludar a su árbol
a confiarle sus cuitas…
conmovida 
entró en un diálogo sustancial
con su amado roble…”

Estos versos nos recuerdan a Mircea Eliade, el gran historiador de las religiones, y a su análisis del árbol: “la imagen del árbol no se ha escogido únicamente para simbolizar el Cosmos, sino también para expresar la vida, la juventud, la inmortalidad, la sabiduría. … el árbol ha llegado a expresar todo lo que el hombre religioso considera real y sagrado por excelencia, todo cuanto sabe que los dioses poseen por su propia naturaleza y que no es sino rara vez accesible a individuos privilegiados, héroes y semidioses.”[4]

Los árboles son también la representación del axis-mundi, y éste, a su vez, es el pilar que sostiene el mundo y el que permite el paso del iniciado a los otros mundos, allí donde moran los espíritus, los dioses y a veces los ancestros. Es la puerta, o puente, al espacio sagrado y al atravesarla se deja atrás el mundo terrenal o profano:

“Cuando comencé a dibujar el árbol…
cuando el universo viaja
y su giro
nos lanza a otra esfera
más allá de la conciencia
me di a la tarea de travesar el bosque
y escuchar desde mi interior
el concierto de aves
y el manantial.”
En esa búsqueda incesante y apasionada de las raíces, Guiomar Cuesta Escobar nos habla de sus ancestros:
“tuve que rastrear los descendientes
De Juan de la Cuesta
y supe que una rama había emigrado
hacia Sur América.”
Al mismo tiempo que escribe su propia autobiografía:
“Mi editora
aguerrida como su bisabuela
tremenda como ella
que se batió con el oro y emprendió 
su heroica batalla…”

Por otra parte el libro Casildea de Vandalia es fruto de una verdadera investigación literaria, donde se observa el rigor investigativo de la autora, y su disciplina a la hora de escribir y de buscar las fuentes que enriquecen su obra poética. Puesto que Guiomar Cuesta Escobar, es consciente que su poesía es producto del legado milenario de otros creadores, e incluso sabe que ella misma es producto de la cultura y tradición judea-cristianas; de allí su profundo conocimiento de La Biblia; a la que hace referencia a todo lo largo del libro de Casildea de Vandalia. Las citas, cuidadosamente escogidas, enriquecen considerablemente el texto, ya que se establece un diálogo entre la poeta y sus colegas. Esta intertextualidad enriquece el texto poético y nos muestra, en toda su dimensión, la erudición de Guiomar Cuesta Escobar.

Otro de los aspectos que debe resaltarse, en cuanto al arduo trabajo de investigación se refiere, es los que yo he llamado “arqueología literaria”; ya que en el libro, objeto de este análisis, encontramos el estilo de las crónicas de Indias. Ese estilo, que ya no se usa –estila, sería la palabra adecuada-, sigue siendo de una gran vigencia estética y nos corrobora, una vez más, la sapiencia de Guiomar Cuesta Escobar y la libertad poética de la que hace gala a la hora de plasmar con su pluma, su rica e inconmensurable cosmogonía; haciendo que el lector sea partícipe de ese mundo imaginario y tan personal. Esa es la magia de la literatura, la magia de poder vibrar con las imágenes poéticas que el “elegido” ha utilizado para hacernos vivir e incluso transformar nuestra propia visión del mundo.

Para terminar, no puedo dejar pasar por alto la belleza del lenguaje poético utilizado por la autora de Casildea de Vandalia. No en vano Guiomar Cuesta, al igual que su Casildea, ha sido nombrada miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, en su caso preciso no de Vandalia, sino de Colombia. Honor anhelado por muchos, siendo muy pocos los escogidos.

Citas bibliográficas:

[1] Para Gaston Bachelard “El soñador* aislado guarda dentro de sí valores oníricos ligados a su idioma; guarda dentro de sí la poesía propia a su lengua y a su cultura. Al aplicar las palabras a las cosas, las puede poetizar. … El poeta más innovador, al explotar el sueño más liberal de las costumbres sociales, transporta en sus poemas los gérmenes que vienen del fondo social de la lengua.” 
BACHELARD, Gaston. L’eau et les rêves. Essai sur l’imagination de la matière. Librairie José Corti. 1974. Página 182. *Nota: léase poeta. (Traducción libre de la autora del ensayo).

[2] Para Mircea Eliade “el chamán es un mago y un hombre-médico: se cree que puede curar, como todos los médicos, y efectuar milagros fakíricos, como todos los magos, sean primitivos o modernos. Pero es, además, psicopompo, y puede ser también un sacerdote, místico y poeta”.
ELIADE, Mircea. El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis. Fondo de Cultura Económica. México, primera reimpresión, 1982. Página 21.

[3] Para Gaston Bachelard el agua “se ofrece como un símbolo natural de pureza; ella se erige en una psicología de la purificación. …El agua transparente es una tentación constante para el simbolismo de la pureza. El ser humano puede encontrar, sin necesidad de un guía o de una convención social, esta imagen natural.”
Ibid. Página 181-182. (Traducción libre de la autora del ensayo).

[4] ELIADE, Mircea. Lo sagrado y lo profano. Labor/Punto Omega. Barcelona, 5ª edición, 1983. Página 128. (El subrayado es del autor).

BIBLIOGRAFÍA

BACHELARD, Gaston. L’eau et les rêves. Essai sur l’imagination de la matière. Librairie José Corti. 1974
ELIADE, Mircea. El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis. Fondo de Cultura Económica. México. Primera reimpresión, 1982. Página 21
NERUDA, Pablo, Canto General 

Berta Lucía Estrada E.
IX Encuentro de Mujeres Poetas (Bogotá, Colombia)
22 de octubre de 2010

beluesfeminas.blogspot.com
Publicación autorizada, para Letras-Uruguay, por parte de la autora, el día 21 de octubre 2010

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