El Africano, de Le Clezio
Berta Lucía Estrada Estrada
Escritora, crítica literaria y traductora

El Africano (2003) es una obra escrita para tratar de comprender a un padre poco amado y más temido que respetado. Le Clézio nos cuenta como su vida cambia radicalmente cuando en los años de la postguerra debe abandonar Niza y el apartamento burgués de sus abuelos, para ir junto con su madre y hermano al encuentro de su padre médico a quien no conoce y quien vive desde varios años en África donde se desempeña como médico.

En África conoce la penuria y el rigor, pero también conoce la sensación de libertad que emana de las vastas praderas y de los paisajes que se pierden en el horizonte, conoce el mundo de la desmesura, los violentos aguaceros, los ríos infinitos, los animales salvajes y los mosquitos que impiden dormir. Conoce su propio cuerpo y aprende a identificarse con esa naturaleza inhóspita que acoge y rechaza al mismo tiempo a quien osa internarse en sus secretos. Aprende a amar y a respetar las culturas y creencias diferentes a la suya. Encuentra un mundo que lo marcará para siempre formando el Le Clézio que todos conocemos, un hombre defensor de la otredad, el etnólogo que sabe poner en su justo lugar la forma de pensar que no corresponde a la racionalidad occidental. Es precisamente esta característica lo que lo lleva a indagar sobre la figura paterna. Trata de entender a ese hombre que le ha dado la vida, pero con el que no se siente identificado. Entiende que la soledad y las inclemencias del tiempo, al igual que la precariedad económica, han hecho de él una persona irascible, violenta y fría. Entiende que su padre se funde con el paisaje agreste, y que al hacerlo se transforma en una persona huraña y hostil. El libro es ante todo una forma de reconciliación con la imagen paterna. Le Clézio, en este caso el hijo, trata de entender a un hombre al que llama padre pero que en realidad es un perfecto desconocido. Es una forma hermosa de reconciliación, tanto con su padre como consigo mismo. El padre es un antihéroe o héroe a la inversa y el hijo hurga en el pasado para tratar de entenderlo. Es entonces cuando descubre su inmensa soledad y desarraigo, como si siempre hubiera sido un eterno exiliado, un exiliado en sí mismo, un apátrida, alguien que vive en un cuerpo ajeno y en un país extraño. Y tratar de vivir en el cuerpo de otro debe de ser la peor de las pesadillas. El descubrimiento de una soledad sin límites le permite conocer también el dolor y la angustia que caracterizó su existencia. Al llegar a este punto entendemos que el libro El africano, es una obra de hondo contenido metafísico. Y es que a su padre hay que entenderlo como un hombre roto, destruido por el sistema, por la soledad y por las adversidades que le tocó enfrentar. Es un libro de la incomunicación humana. Es el libro del abandono, del rechazo más absoluto y visceral que pueda concebirse hacia y desde un ser humano. En últimas es un canto a la vida y a las relaciones filiales tan complejas y disimiles, ya que si bien nos muestra el retrato de un padre que es la antítesis de la ternura y que nunca demostró a sus hijos que los  amaba, le Clézio si nos relata el amor de sus padres antes de su llegada al mundo y nos deja entrever que él es el resultado de un gran amor y compenetración de pareja.

El Africano es también una denuncia del colonialismo inglés y francés, de la desidia del sistema colonial y de la explotación que lo caracterizó. Es una denuncia del orgullo y de la prepotencia occidental y del avasallamiento que dicho sistema causó en África. Es una denuncia de las grandes desigualdades económicas y sociales que engendró.

El libro posee un hermoso lenguaje, poético y sensible; es una evocación de la niñez perdida y de un mundo que nunca más volverá. Es una búsqueda de los orígenes y de la razón de ser y porque no del reencuentro consigo mismo. Es un libro subjetivo, y aunque autobiográfico, no deja de ser una hermosa nouvelle y porque no, una especie de diario íntimo, puesto que Le Clézio publica en él algunas fotos tomadas por su padre con una vieja Leica. Al final de la obra el lector tiene la sensación que la reconciliación del hijo con su padre es un hecho y que por primera vez el hijo siente que aunque su padre ya no esté vivo, su amor por él es auténtico y definitivo. El Africano es una enorme lección de vida y de comprensión humana y su lectura me hizo pensar todo el tiempo en El olvido que seremos (2006) de Héctor Abad Faciolince.

Berta Lucía Estrada E.

beluesfeminas.blogspot.com
Publicación autorizada, para Letras-Uruguay, por parte de la autora, el día 29 de agosto 2009

Ir a índice de América

Ir a índice de Estrada E., Berta Lucía

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio