Relente
Lety Elvir

Adán vuelve a casa.
Intenta recordar el camino
quizá una piedra, una miga de pan
un tatuaje en la memoria
tal vez, un talismán
que te lleve al hogar. 
No me urge parirte un hijo
tu niño es todo lo quiero.

Eva, vuelve a casa.
No eres culpable de mis caídas
ni de la expulsión de nadie
no amamantes esa idea.
No me enseñes 
a comer del árbol prohibido
-se aprende en cualquier esquina 
de la viña del señor-
Tráeme tu infancia
entonces, sabrás
de dónde vienes, adónde vas.

José, vuelve a casa.
Cura tu ayer
es justo y necesario
en el pesebre que aún es tibio
hay una hija que esperando está.

María, vuelve a casa.
Ruega por todas nosotras
levanta el velo que consagraron
los señores de la inquisición
cuéntales, grítales, mujer
que no eres menos santa
si no vine de la nada
que no es pecado nacer
en vientre de quinceñera
del amor y el placer.

María, que se rompa el espejo
en él tus hijas 
no nos podemos ver 
cualquier intento queda afuera
como afuera te han dejado
de la Divina Trinidad.

María, he vuelto a casa.
Aunque no estás 
obligada a hacerlo:
¿Podrías besar mis heridas?

Lety Elvir
Mujer entre perro y lobo

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